pedro martínez
¿Castigo a Shengelia? El técnico aclaró tras el partido que los pocos minutos del georgiano obedecieron a su falta de dureza defensiva, pero su marcha al banco coincidió con el rifirrafe con Vesely. Volvió a confiar en Malmanis, al que concedió la alternativa antes que a Jones. Superado en la pizarra por Obradovic, cuya apuesta por cuatro ‘pequeños’ en el segundo acto cambió el decorado.
- La escalada triunfal del Baskonia se vio frenada ayer de golpe por un forastero mayúsculo. El Fenerbahce justificó ayer las razones de su rutilante fama en el concierto europeo. Si hay que hincar la rodilla, que sea ante la galáctica tropa adiestrada por Obradovic, pura dinamita con los errores de sus pupilos, un león enjaulado cuya sabiduría traspasa fronteras y arquitecto por segunda campaña consecutiva de un muro de hormigón destinado a reinar en el Viejo Continente. Apenas diez minutos duró la ilusión del conjunto vitoriano, que se diluyó como un azucarillo, careció de convicción a partir de ese instante y descendió bruscamente a la tierra.
Un pequeño baño de realismo que no empaña la óptima trayectoria reciente ni debe abrir ningún tipo de cicatriz ante la altanería y opulencia paseadas por un adversario varios peldaños por encima. El vigente campeón exhibió músculo, oficio y talento en el Buesa Arena, resignado al ejercicio de inferioridad rubricado por un Baskonia que deberá seguir remando ante rivales más terrenales en busca de una plaza en el Top 8. Frente a la mejor defensa de la Euroliga, no hubo forma humana de encontrar rendijas por las que colarse y esa paulatina pérdida de confianza resultó letal para sorprender al favorito.
Tras un primoroso cuarto inicial, el equipo de Pedro Martínez dejó de creer y salió rebotado del choque ante una auténtica pared. Cada canasta se convirtió en una odisea ante un Fenerbahce de una complexión física descomunal que cerró todos los caminos hacia el aro. El suplicio empezó a adquirir forma en el segundo cuarto, la antesala de las pesadillas azulgranas. La caída en picado fue lenta pero segura ante un dragón de innumerables cabezas que sometió al Baskonia a un desgaste sobrehumano en cada contacto. Ni siquiera levantó ampollas el correctivo entre la afición, sumida en la resignación y que descargó su frustración en el trío arbitral.
Después de una semana de abstinencia baloncestística, el Baskonia no acusó de entrada la falta de ritmo y dominó a su rival con una suficiencia aplastante. Reconocible por todos sus poros y con las armas de destrucción que viene esgrimiendo en los últimos tiempos, el equipo vitoriano empequeñeció por momentos al campeón. Pese al dominio ejercido por un actor secundario de los turcos en la zona (Duverioglu) y los vuelos del acrobático Vesely, el Buesa Arena entró en erupción ante la intensidad azulgrana. Fueron trece minutos iniciales que invitaron a la esperanza hasta que despertó de su letargo un visitante reanimado por otra decisión maestra de Obradovic en la pizarra.
El técnico serbio incrustó a cuatro pequeños en cancha y el Fenerbahce se convirtió en un grupo más imprevisible en ataque haciendo especialmente daño con la penetraciones. El temple del clarividente Sloukas, los tiros abiertos de Nunnally, la clase inagotable de Datome y la amenaza e intimidación de Vesely, al que sus compañeros buscaron con ahínco para su célebre alley oop, dibujaron un partido completamente nuevo. A poco que el Baskonia perdió el rigor, cayó en la precipitación y se le hizo el aro diminuto, se encontró con el aliento en la nuca de un Fenerbahce empeñado en justificar su vitola de robusto aspirante. En plena reacción otomana en el segundo cuarto, debutó Jones -algo pasado de kilos- dejando algún detalle interesante en el juego de espaldas.
Tras el descanso, se agigantó sobre la cancha de Zurbano el coco turco, especialmente atinado a la hora de hurgar en los puntos débiles alaveses y que contó con un Sloukas majestuoso. Frente a un Marcelinho inoperante, el timonel heleno hizo lo que quiso y comandó con puño de hierro el monólogo visitante (49-62). Nadie opuso algo de resistencia en un Baskonia huérfano de la chispa, la energía y el acierto de jornadas precedentes. Demasiadas deserciones en un bando local que echó de menos las afiladas muñecas de Beaubois o Janning, en el que sus bases adolecieron de cualquier síntoma de creatividad y donde sus interiores no supusieron ningún tipo de amenaza. Mucho tiempo después desde que Pedro Martínez asumiera las riendas, la sensación de inferioridad volvió a resultar flagrante.
Bajar del pedestal. Los últimos triunfos habían llevado el optimismo al entorno, pero el Fenerbahce bajó ayer bruscamente de la nube a un Baskonia cuya fe se apagó tras un notable primer acto.
Ni ideas ni acierto. La férrea defensa turca, la mejor de la Euroliga, anuló la creatividad de los bases. Para colmo, el juego exterior careció de pólvora.
Un rival inalcanzable. El conjunto otomano, que contó con unos inconmensurables Sloukas, Nunnally, Datome y Vesely, justificó su opulenta fama en el Buesa Arena, resignado al monumental ejercicio de inferioridad de los alaveses.
Su estreno como baskonista fue de lo mejor en una velada dominada de cabo a rabo por los turcos. Buen juego de espaldas al aro y síntomas de que puede ser una ayuda útil para la zona.