Sobre Zeljko Obradovic está ya prácticamente todo dicho y escrito. No quedan calificativos para definir a un tipo carismático donde los haya que ha conquistado nueve Euroligas con cinco equipos distintos. Pese a tener la barriga llena desde hace años, se trata de un incansable devorador de títulos que no ve saciada la sed de gloria. Cada temporada se empeña en seguir sacándose conejos de la chistera y su último truco de magia tuvo lugar recientemente en Moscú. Es simplemente el mejor y lo demuestra día a día con algún toque de distinción en la pizarra que le aleja del resto a una distancia considerable.
Cuando parecía que en el baloncesto no existían secretos y estaba todo descubierto, el laureado entrenador nacido en Cacak volvió a dejar atónito al personal en el encuentro de Euroliga que enfrentó recientemente al Fenerbahce ante el CSKA en el Megasport Arena. En el que ha sido hasta la fecha el duelo más espectacular dentro de la máxima competición continental, resuelto a favor del inminente rival del Baskonia por un ajustado 93-95, Obradovic puso en liza dentro del último cuarto un quinteto sorprendente en el que figuraban un base (Kostas Sloukas) y... cuatro pívots.
Ni escoltas ni aleros en una novedosa determinación que pilló desprevenido hasta el mismísimo Itoudis, quien fuera su aprendiz y mano derecha durante casi una larga década en el Panathinaikos. A la postre, sería un hecho determinante en el triunfo de los turcos en el tiempo suplementario tras un agónico palmeo del italiano Nicolo Melli a falta de una décima para la conclusión. Con el fin de contrarrestar la envergadura de los poderosos jugadores locales, Obradovic simultaneó la presencia de sus dos cuatros (Datome y el citado Melli) y también sus dos cincos (Vesely y Thompson).
Con un quinteto impresionante en cuanto a centímetros y eminentemente físico, el Fenerbahce impuso su músculo y se adueñó por completo del rebote en ambos tableros. Al final del choque, los otomanos capturaron once rechaces más que su rival y ganaron por goleada la batalla interior gracias un Vesely imperial (31 puntos con 14 de 19 en tiros de campo). Las continuaciones entre Sloukas y el volador checo destrozaron la defensa rusa, sin antídotos ante el planteamiento de Zeljko. La latente amenaza desde el triple por parte de Datome y Melli, dos jugadores con buena mano, ayudó sobremanera al balcánico a poner en práctica dicha estrategia.
thompson, discreto Obradovic concedió esa noche a sus cuatro hombres altos cerca de 115 minutos, mientras que los exteriores se quedaron en algo menos de 110. En un momento donde no hay excesivos postes determinantes en el baloncesto europeo -los contados emigran sin escrúpulos a la NBA- y muchos entrenadores acostumbran a jugar con cuatro pequeños para tratar de abrir el campo, Obradovic innovó de forma magistral.
Su equipo, que para más inri había sido hace prácticamente un año el último verdugo continental del CSKA, lo agradeció con una victoria de indudable prestigio en una cancha inaccesible para todos los participantes de esta Euroliga. Ha sido la última invención de un técnico empeñado en dejar huella y que ha debido sobrevivir los últimos meses sin el concurso de dos piezas básicas como el nacionalizado turco Bobby Dixon y Nikola Kalinic.
Con independencia de este éxito en Rusia, el Fenerbahce está purgando en la presente campaña el adiós de la boya interior que le condujo en mayo al mayor éxito de su historia. Huérfano del mastodóntico Ekpe Udoh, MVP de la pasada Final Four celebrada en Estambul y que este mercado estival dio el salto a la NBA en compañía de Bogdan Bogdanovic, el vigente monarca europeo es algo más terrenal en la pintura. Jason Thompson, su recambio natural llegado también de la mejor liga del mundo, apenas promedia 5 puntos, 5,2 rebotes y 1,1 tapones en menos de 19 minutos.