vitoria - En este Baskonia devuelto por Pedro Martínez al hábitat que le corresponde, los roles ya se encuentran muy definidos y la jerarquía establecida en la dirección de juego constituye el mejor exponente de ello. Jayson Granger, el fornido base llegado del Anadolu Efes, ha adelantado a un irregular Marcelino Huertas como el hombre fuerte predestinado a capitanear al combinado alavés en los momentos comprometidos. Por detrás de ambos directores de juego sudamericanos, sobrados de experiencia y oficio, aparece más eclipsado un Luca Vildoza inmerso en su particular aclimatación a una nueva y exigente realidad en su corta carrera profesional.
La joven promesa forjada en el Quilmes acaba de salir por primera vez de su zona de confort en Argentina y, como cabía esperar, sus inicios en Vitoria no están resultando nada fáciles. Más bien, todo lo contrario. Dada la seguridad esgrimida en el verano por los rectores azulgranas y un compatriota como Pablo Prigioni, su gran valedor, a la hora de que dispusiera de un espacio en la primera plantilla, existía el convencimiento de que Vildoza podría ser un timonel con una cierta continuidad y un rendimiento estable en la capital alavesa. Hubo clubes de media tabla vivamente interesados para acogerle en calidad de cedido, pero el Baskonia creyó que ya estaba preparado para este mayúsculo reto y no era necesario que se fogueara en otro lugar.
De momento, la principal conclusión de sus primeros meses como integrante de la formación vitoriana es que conviene rebajar drásticamente las expectativas creadas en torno a un jugador sin excesivas horas de vuelo, bastante inmaduro para las grandes refriegas de la Euroliga y que precisa su buena ración de tiempo para erigirse en un base de garantías para el Baskonia. Visto lo visto, Vildoza representa más una apuesta de futuro que alguien capacitado para brindar un rendimiento inmediato.
El papel de revulsivo otorgado por Pedro Martínez, empeñado en los últimos partidos en concederle la alternativa al inicio del tercer cuarto, no ha reportado grandes frutos. Ante el Joventut o el Estrella Roja debió retirarle de forma prematura la confianza con el fin de que la victoria no corriera peligro. Su participación en otros encuentros se ha limitado a los minutos de la basura o, en su defecto, a momentos en los que el Baskonia necesitaba una mayor chispa para cambiar el signo de jornadas anodinas.
tel aviv, su día de gloria Con cierta inseguridad a la hora de dar respuestas a la fuerte presión de sus pares y subir el balón a la pista contraria, una dudosa lectura del juego en el ataque posicional y también un físico muy liviano que deberá fortalecer en los próximos años a base de incontables horas en el gimnasio, el base albiceleste de 22 años apenas ha dejado destellos interesantes en el transcurso de la actual temporada.
Su día de gloria tuvo lugar el pasado 19 de octubre en la antigua Mano de Elías ante el Maccabi tras ser llamado a filas en un tramo donde el Baskonia no veía la luz al final del túnel. En una medida casi a la desesperada, Prigioni le rescató del anonimato con una amplia desventaja en el marcador. Gracias a su liderazgo, el equipo alavés estuvo a punto de remontar cuando peor estaban las cosas. Esa noche, Vildoza presentó sus credenciales alterando el ritmo monótono de un plantel adormecido que había caído en la tela de araña de los hombres dirigidos por Neven Spahija.
Precisamente eso es lo que pretende Pedro Martínez con sus apariciones bien avanzados los encuentros. Que su vértigo, electricidad y capacidad de desborde permitan al Baskonia reponerse a días en los que se atasca ante adversarios cada vez más desgastados. Un rol en el que Vildoza no termina de sentirse a gusto y al que, de hecho, no está acostumbrado. Y es que durante su etapa en el baloncesto argentino era el indiscutible líder del Quilmes, un conjunto que soñó con ser campeón gracias a su desparpajo en el timón.
Con un largo contrato por delante en el Buesa Arena, el pibe Vildoza -como así se le apoda en su país-, dispone todavía de margen suficiente para crecer como baloncestista. Apreciada su inexperiencia, posiblemente habría sido más productivo esta campaña para su desarrollo un préstamo a un conjunto más modesto donde habría ganado en confianza y, sobre todo, hubiese dispuesto de minutos con más regularidad.
La lesión en el hombro de Jordan Mcrae y la ausencia de un escudero para Toko Shengelia abren la puerta a que siga integrando las convocatorias dentro de la ACB, aunque nadie duda de que será el elemento a sacrificar y el eslabón más débil de la cadena en el caso de que el club se vea obligado a realizar algún descarte en el torneo doméstico debido al exceso de fichas.
Estadística. Ha disputado siete partidos en la ACB con una media de 1,6 puntos y 0,6 asistencias en cinco minutos. En la Euroliga gozó de protagonismo en cinco encuentros, aportando 3,4 puntos y 0,6 pases de canasta en siete minutos.
Tercero en discordia. Pablo Prigioni y Pedro Martínez le han otorgado el rol de revulsivo bien avanzado el partido. Granger y Huertas, con más horas de vuelo, inspiran una mayor confianza.
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Ha participado en 12 de los 18 partidos oficiales del Baskonia, si bien su presencia ha sido escasa.