Como Pedro por su casa. Así debieron sentirse ayer los jugadores de Unicaja cuando acometieron la canasta del Baskonia buscando los posibles rechaces tras sus lanzamientos. En la vida habían encontrado menor oposición en esa supuesta batalla que no fue tal por incomparecencia de uno de los dos contendientes. Entre jugadores mal colocados, despistes y una blandura excesiva, el equipo vitoriano regaló al malagueño el dominio debajo del tablero propio durante unos dos primeros cuartos en los que solo hubo un color, el verde, en este sentido. Una cuestión en la que Pedro Martínez seguramente hizo especial incidencia durante el descanso, ya que el guión cambió por completo en una segunda mitad en la que fue el equipo vitoriano el que se hizo dominador del espacio pintado, sobre todo gracias a la actuación de un Johannes Voigtmann que recordó al de sus mejores versiones. De una versión muy blanda en el arranque dentro de la pintura, a una muy dura después que fue clave para la victoria final.

La cuestión comenzó torcida, con Giorgi Shermadini campando a sus anchas durante un primer cuarto en el que, sucesivamente, acampó en la zona para recoger todos los balones que salían rechazados de la canasta. El georgiano atrapó cinco rebotes de ataque en los diez primeros minutos, pero con su marcha al banquillo no terminó la sangría. Ni mucho menos, ya que la misma se recrudeció aún más en un segundo cuarto en el que los de Joan Plaza atraparon otros siete rechaces en la canasta vitoriana, con tres de James Augustine y dos de Carlos Suárez como registros más destacados.

Se acabarían yendo los malagueños, muy desacertados en el lanzamiento, hasta las veintiuna capturas en canasta contraria, pero a partir del intermedio la tendencia cambió por completo y la balanza se inclinó del lado vitoriano. Primero fue un Vincent Poirier completamente superado en sus minutos iniciales el que puso su fuerza e intensidad al servicio de la recuperación de balones en ambos tableros, pero quien verdaderamente desequilibró la batalla fue un Johannes Voigtmann que estuvo imperial.

Al alemán se le echa en cara en muchas ocasiones su falta de dureza y esa sensación de frialdad que transmite y que le ha llevado a unos cuantos meses ofreciendo un nivel muy lejano al de sus primeros partidos en Vitoria, pero ayer cuajó un partido sobresaliente, sobre todo en el apartado defensivo. Primero, realizando buenos flashes en las ayudas del bloque directo para recuperar con rapidez la posición y echar el candado al aro. Unicaja se chocó ahí contra un muro que por muchos momentos se convirtió en infranqueable. El cinco teutón se fue hasta los ocho rebotes defensivos y fue factor determinante, junto a Tornike Shengelia, a la hora de aplicar al Unicaja la misma medicina que los malagueños habían utilizado en la primera parte, la de los rechaces de ataque. Voigtmann sumó cuatro balones atrapados, además de tocar unos cuantos más, mientras que el georgiano recogió otros cuatro más -once rebotes de ataque en la segunda parte para los azulgranas- que hicieron mucho daños a los locales.

El pívot fue el factor clave en la victoria, ya que le dio al equipo la intensidad atrás que necesitaba y también la dureza para se consistente. Y, además, tuvo el premio final de firmar la canasta de la victoria anotando bajo el aro, tras una nueva genialidad de Rodrigue Beaubois que en esta ocasión terminó con una precisa asistencia.

Pese a la victoria final, el Baskonia no arrancó precisamente bien su encuentro de ayer ante el Unicaja. De esta manera, transcurrieron más de cuatro minutos hasta que Rodrigue Beaubois anotó la primera canasta para la escuadra azulgrana.