Tropezar en la misma piedra. Los cambios automáticos que ordena en defensa provocan unos desajustes clamorosos, pero no desiste de seguir poniéndolos en práctica pese a los réditos negativos. El Baskonia, reducido al triple en muchas fases, estuvo casi siempre a merced de un rival mucho más modesto y limitado. El delicado momento azulgrana le mantiene en el ojo del huracán.

Anfitrión desbordado. Pese a ser el presupuesto más bajo de la categoría, el GBC se manejó en el Buesa con la soltura y convicción propias de un grande ante un Baskonia zarandeado en todas las facetas. Los vitorianos estuvieron a remolque durante más de tres cuartos y sumaron un triunfo angustioso sobre la bocina.

Ni defensa ni rebote. El vitoriano volvió a ser un conjunto enemistado con la solidez atrás, empeñado en el triple como única solución durante muchas fases e impotente a la hora de impedir las segundas opciones de tiro de su limitado rival. Tan solo la raza de Shengelia y la calidad de Beaubois evitaron un sonrojo muy merecido.

vitoria - El Buesa Arena lo celebró como si fuera un título y no era para menos a tenor del sufrimiento, angustia y bloqueo mental de una matinal de perros a nivel baloncestístico. Beaubois evitó un sonrojo de dimensiones mayúsculas cuando la prórroga era una realidad. El francés endosó un puñal mortal de necesidad a un admirable GBC que contrajo todos los méritos del mundo para haber provocado un incendio de consecuencias imprevisibles en las oficinas de Zurbano. Si alguien mereció llevarse el gato al agua, ese no fue otro que el modesto cuadro guipuzcoano, pero un esquizofrénico Baskonia se salvó por los pelos tras encajar en menos de un minuto un inexplicable parcial de 0-8 que abocaba el duelo a la prórroga.

Beaubois agarró el balón a muchos metros del objetivo y se lanzó raudo hacia el aro visitante sorteando toda clase de obstáculos. Asediado por el tiempo, lanzó a un tiro a la desesperada que besó con cierta agonía la red tras unas décimas de suspense en las que el balón tocó levemente el tablero y el aro. 88-86 definitivo y una sensación de liberación absoluta después de que Clark no embocara un triple posterior. Como trasfondo, un paisaje de lo más preocupante por los impensables agobios en un encuentro a priori de guante blanco y las crecientes dudas de un equipo que ya no puede culpar de todos sus males exclusivamente a las ausencias.

Así languideció un derbi para la reflexión en las filas alavesas pese al subidón final y reconfortante para el GBC si se exceptúa el resultado. El público azulgrana, que ardía en deseos de ver en directo al equipo ante la cascada de partidos consecutivos a domicilio, comprobó ayer en primera persona la triste realidad actual del Baskonia. La de un colectivo desorientado, sin un estilo definido y desesperadamente tibio que debió verse en una situación límite (18-35 mediado el segundo cuarto) para despertar del letargo, en parte gracias al viento arbitral favorable en la recta final del tercer cuarto cuando los donostiarras comenzaron a acusar su falta de rotación y vieron menguadas sus fuerzas.

merecida música de viento Abroncado en muchas fases por su masa social, encolerizada por las enormes concesiones y el caos en todas las facetas, el conjunto de Prigioni se vio zarandeado por el presupuesto más bajo de la competición. El GBC podrá adolecer de recursos económicos, pero no así de alma, rigor táctico ni espíritu colectivo. En la batalla de la pizarra se impuso por goleada a un Baskonia sostenido a duras penas por la raza de Shengelia, los chispazos de Beaubois y el pundonor del siempre incandescente Ilimane.

Los francos tiros abiertos desperdiciados en el cuarto inicial (1 de 13 en triples) sumieron al Baskonia en la ansiedad y constituyeron la antesala del nítido dominio visitante. Pese a que ya resta tan solo McRae en la enfermería, el vitoriano volvió a ser un conjunto irreconocible, vulgar y carente de señas de identidad que tropezó una y otra vez en la misma piedra. Con unos desajustes defensivos que claman al cielo ante los cambios automáticos ordenados por Prigioni a la hora de atajar las evoluciones del rival, el Baskonia estuvo a merced de un serio y ordenado GBC que encontró una autopista hacia el aro gracias al trío Swing-Norel-Chery y también se benefició de innumerables segundas opciones.

El Buesa Arena tardó un mundo en despertar de una pesadilla. Caricaturizado hasta prácticamente el final del tercer acto (47-61), la rehabilitación del anfitrión azulgrana llegó a tiempo. Aprovechando que los pesos pesados de Fisac sucumbieron a la falta de oxígeno, el Baskonia subió las revoluciones del duelo en ambos aros y los réditos no se hicieron esperar. Shengelia, capitaneó una reacción a medias. En plena cuesta abajo y con un rival ya entregado (84-76), la tropa vitoriana se empeñó en añadir picante con unos errores de bulto que reinstauraron la zozobra. Varias pérdidas infantiles se tradujeron en un parcial de 0-8 a favor del GBC. Sendos triples de Chery y Pardina, más otra plácida canasta del base canadiense, resucitaron viejos fantasmas en un Buesa atónito. La vertiginosa acción de Beaubois dio entonces carpetazo a la angustia y permite aplicar una tirita en la herida azulgrana. Sin embargo, el paciente alavés sigue presentando unos síntomas horribles en vísperas de la primera semana con doble enfrentamiento a nivel continental.

Aseguró el triunfo con su sangre fría desde la personal y un providencial costa a costa que hundieron al GBC en la miseria. Ha vuelto a tiempo para elevar la dinamita azulgrana.