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Buen estreno. Aunque no puede considerarse su estreno porque el duelo de ayer no formaba parte de la competición oficial, sí que era su primera comparecencia como entrenador en la banda del Buesa Arena y lo cierto es que el argentino se movió como si lo llevara haciendo toda la vida. Repartió los minutos entre sus jugadores con criterio y consiguió el triunfo con buen baloncesto por momentos.

vitoria - Esperaba la afición del Buesa Arena el habitual Trofeo Álava para conocer de primera mano el nuevo Baskonia con el que se ilusionará durante los próximos meses y lo cierto es que la presentación en sociedad del proyecto de Pablo Prigioni -muy aplaudido en su primera comparecencia en la banda- dejó un regusto satisfactorio entre los fieles de Zurbano. Más allá de la cómoda victoria sobre el Hapoel de Jerusalem -también es verdad que con muchas ausencias- que reflejó el resultado, la puesta en escena general del conjunto azulgrana dejó mimbres para la esperanza y el optimismo. Destellos de viejos conocidos, aportaciones más que interesantes de los recién llegados, diferentes opciones en estático y corriendo la pista... En definitiva, lo que podría catalogarse como una fiesta típica de final de pretemporada previa al inicio de verdad de las hostilidades.

Sin embargo, no será eso desgraciadamente lo que centre las conversaciones baloncestísticas durante los próximos días. Porque todo ello quedó súbitamente desplazado a lo intrascendente a falta de algo menos de tres minutos para la conclusión del segundo cuarto. En el preciso instante en el que, en un contragolpe perfectamente dibujado por el Baskonia, Shengelia recibió la pelota debajo del aro y al intentar elevarse para materializar la canasta un mal gesto le hizo caer sobre el parqué con estrépito. El grito de dolor del georgiano se escuchó en todo el pabellón y su inmovilidad sobre la pista durante los segundos que continuó el partido vivo antes de que los árbitros lo detuviesen congelaron el ánimo de todos los presentes en el Buesa. Cuando enfiló el camino de los vestuarios apoyado en Timma y Omic, la perspectiva no mejoró mucho. Aparentemente, parecía que era la rodilla izquierda donde se encontraba el problema pero minutos después los servicios médicos del club desvelaron que en realidad era el tobillo la articulación dañada. Las pruebas que se le practicarán hoy mismo determinarán el alcance exacto de la lesión del capitán y el tiempo de convalecencia que deberá guardar. Un año más, la mala suerte vuelve a cebarse con el ala-pívot, que regresa a la enfermería cuando se encontraba en uno de sus mejores momentos de juego. A la espera de los plazos concretos de su recuperación, si algo deja claro este contratiempo es que el Baskonia necesita zambullirse a toda velocidad en el mercado para completar una plantilla que tenía en el georgiano a su único cuatro hasta este momento. A escasos días para el arranque de la competición oficial, la incorporación no puede demorarse mucho más.

Hasta el momento en el que el susto de Shengelia lo cambió todo, el encuentro había discurrido por cauces de bastante equilibrio. Es cierto que con el Baskonia casi siempre por delante pero sin conseguir despegarse de un Hapoel que era capaz de responder a base de tiros lejanos fundamentalmente a cada golpe vitoriano. Con Huertas ejerciendo de base y Granger de escolta durante muchos minutos, el cuadro local controló el ritmo del duelo pero sin ser capaz de romperlo definitivamente. Cuando lograba una pequeña brecha, algunos despistes permitían al rival volver a situarse a rebufo de los de Prigioni.

El paso por los vestuarios, sin embargo, sirvió para espolear a los azulgranas, que pegaron en el tercer cuarto el estirón definitivo en el marcador. Apoyados en la inspiración de Marcelinho para anotar y repartir asistencias entre sus compañeros -el brasileño se asemejó mucho al que deleitó a los baskonistas hace casi una década-, el resto de sus compañeros dieron también un paso adelante en intensidad y acierto para dejar a su oponente al borde de la capitulación deportiva.

El 69-60 con el que arrancó el cuarto parcial no podría considerarse definitivo sobre el papel pero las sensaciones que desprendía el choque así lo indicaban. En esos diez minutos finales el Baskonia no solo no pasó apuros para hacerse con la victoria sino que incrementó la comodidad del marcador y, por momentos, hizo disfrutar a sus seguidores con el anticipo de lo que pueden ser jornadas de fiesta durante el curso oficial. Hombres como Poirier, Timma o Janning, que comparecían por vez primera ante su público, exhibieron un repertorio más que interesante y los de la vieja guardia se colgaron los galones para tirar del carro. Poco más se puede pedir a estas alturas. Salvo, claro está, que la lesión de Shengelia sea la más leve posible.