vitoria - El turno para las despedidas ha cogido definitivamente velocidad de crucero en un Baskonia empeñado en aligerar su plantilla antes de acometer nuevas contrataciones de cara al futuro. Si el domingo se despidió oficialmente Kim Tillie con destino al Olympiacos, ayer le llegó la hora a dos guerreros cortados por un mismo patrón que se habían ganado la admiración del Buesa Arena por, entre otras cosas, su entrega, compañerismo, dedicación y espíritu de sacrificio. Consabidas virtudes que, sin embargo, han quedado en un segundo plano a la hora de continuar vistiendo la elástica azulgrana.

Rafa Luz y Jaka Blazic integraron ayer la Operación Limpieza que sacudió con fuerza al perímetro, una demarcación donde serán necesarios nuevos movimientos de entrada que consoliden la drástica reestructuración que está liderando en la sombra Pablo Prigioni. Ambos jugadores, nobles, enérgicos, raciales y honrados a más no poder pero también muy justitos en cuanto a talento, disponían de una cláusula de corte para ver anulado el año de contrato que les restaba todavía en el Buesa Arena. La fecha límite expiraba a finales del mes pasado y el Baskonia no ha dudado en activarla previo pago de una indemnización económica que para Rafa Luz supone poco consuelo ante la incertidumbre existente alrededor de su carrera tras la gravísima lesión sufrida en mayo de este año.

A media tarde de ayer y en el escaso intervalo de cinco minutos, el Baskonia agitó repentinamente la tranquilidad del personal con el anuncio público de la desvinculación de dos baloncestistas cuya marcha ha escocido de la lindo en un amplio sector de la afición. Si había dos piezas de la plantilla que dentro de sus evidentes limitaciones levantaban al público de los asientos gracias a su coraje, entusiasmo y laboriosidad defensiva, esos han sido precisamente los dos invitados a desalojar el Buesa.

hacia otra refundación Blazic, santo y seña del carácter que ha abanderado durante años al club, era una especie de ojito derecho del baskonismo. Hasta disponía de una canción que retumbaba con fuerza en la mayoría de los partidos de la ACB y la Euroliga. En el caso de Luz, que se destrozó el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda en un entrenamiento y al que le esperan alrededor de seis meses en el dique seco, su rescisión no ha supuesto un detalle de caballerosidad por parte de altas esferas. Fue él mismo quien tomó la delantera al Baskonia al anunciarlo públicamente mediante la publicación de una carta en su cuenta de Twitter. Casualidades del destino, el club oficializaría este adiós unos minutos más tarde que el del perro de presa esloveno, cuya desvinculación también podía intuirse teniendo en cuenta su pérdida de protagonismo en su segundo ejercicio en Vitoria.

El corte de ambos exteriores allana el camino hacia otro profundo lavado de cara en una plantilla que es incapaz de gozar de un mínimo de continuidad durante los últimos tiempos. El sustituto de Luz ya está atado desde hace tiempo en la figura del prometedor argentino Luca Vildoza, llamado a foguearse en la primera experiencia fuera de su país a la sombra de una rutilante pareja que en el primer boceto trazado en las oficinas de Zurbano incluye a Shane Larkin y Jayson Granger. En el caso del director hispano-brasileño, ni siquiera ha pesado a su favor la etiqueta de jugador de formación tan necesaria para cumplir la legislación vigente en la ACB.

Al igual que sucede en el puesto de cuatro, donde tan solo se encuentra en estos instantes Tornike Shengelia, el Baskonia también deberá zambullirse en el mercado en busca de otro escolta que complemente a Rodrigue Beaubois en un puesto que no cumplió el pasado ejercicio ni de lejos las ambiciosas expectativas de los dirigentes azulgranas. El francés tiene en principio garantizada su continuidad, pero necesitará a su lado otra pieza con munición y puntos en las manos para diversificar el peligro de la cuerda exterior.