Resulta tremendamente complicado imponerse en un tercer partido de play off a domicilio cuando las cosas solo funcionan a fogonazos. El Baskonia no mostró su mejor nivel ayer en La Fonteta, pero dio la impresión de que pudieron haberse llevado el encuentro de no ser tan irregular en determinados momentos del choque. De manera similar a como ocurrió en el primer partido de la serie, el Baskonia perdonó en determinadas ocasiones al rival cuando tuvo opción de matar el partido o de generar una ventaja notable que dificultara la remontada.
Existieron algunos momentos clave en los que los de Sito Alonso pudieron sacar más petróleo de la atmósfera que poseía el encuentro.
En el segundo cuarto, los visitantes se colocaron con la primera diferencia notoria a su favor (26-32 a falta de 3:40 para el descanso), después de remontar un balance inicial de cuarto de 23 a 14. Ese hubiera sido un momento ideal para marcharse con ventaja al marcador, pero el equipo se apagó momentáneamente para conceder a los taronjas la recuperación en el electrónico, marchándose solamente tres abajo al tiempo de descanso.
Pero fue realmente durante el tercer cuarto cuando se sucedió el apagón baskonista, como más veces ha ocurrido durante el resto del curso. Volvió a salir cruz en la moneda azulgrana, que propició un parcial de 13 a 0 en el ecuador del tercer periodo puso por delante con claridad al Valencia Basket. A falta de dos minutos, el Baskonia se encargó de maquillar la superioridad taronja durante el periodo recortando la diferencia a tres tantos (55-52). Pero solo sería un espejismo, ya que en menos de dos minutos la diferencia ascendería a 8 puntos a favor del equipo local, algo más constante.
El último cuarto se convirtió en un tira y afloja entre los dos conjuntos, donde las imprecisiones y los fallos sucedieron por doquier, así como la guerra de pequeños parciales a favor y en contra de los azulgranas. Se alternaron momentos de grandes individualidades como las de Ledo o Beaubois con tremendas desconexiones grupales, especialmente en defensa y a la hora de defender situaciones de dos contra dos. Situaciones que se fueron letales en manos de los valencianos durante todo el encuentro, especialmente cuando Johannes Voigtmann era el defensor interior y no Ilimane Diop. Alentados por el público taronja y con más tino en algunas decisiones finales, los locales acabaron llevándose un encuentro impreciso que bien pudo haberse decantado del lado azulgrana de no ser por la excesiva irregularidad mostrada.
Lo mismo podría decirse de los valencianos, que también mostraron importantes momentos de desconexión. Sin embargo, el triunfo finalmente fue para ellos, aunque tuvieran una plantilla más limitada, especialmente en el puesto de base.
diot, clave El base francés resultó fundamental para que los taronjas volvieran a poner tierra de por medio en la eliminatoria. No solo por su producción ofensiva -16 puntos con 62% en tiros de campo y 5 asistencias para 18 de valoración-, sino también por los momentos en los que no estuvo en pista. Fue durante esos minutos cuando más frágil se volvía la escuadra de Pedro Martínez, huérfana de un director de juego a la usanza por la baja de Guillem Vives. Los relevos que uso el técnico cuando Diot necesitaba resuello fueron Rafa Martínez y Joan Sastre. Mientras que el francés registró un notable +18 en la estadística del +/-, Martínez ostenta un -18 y Sastre un +2, y eso que ambos compartieron pista con el auténtico base taronja. En esos momentos donde flaqueó el ataque local se echó en falta una mayor presión por parte de los exteriores baskonistas hacia el balón. Incluso podría aprovecharse la carga de minutos que sufrió Diot en pista para asfixiar la subida de balón, como ya hizo Jaka Blazic en el segundo partido. En este, en cambio, el esloveno apenas participó.