vitoria - No era humanamente posible. Hasta el baskonista más frío cedió a la emoción y contempló, impasible, cómo se le erizaba el vello de la nuca. Los más sentidos, incluso, derramaron alguna lágrima que otra. Pero todos, los 13.821 que visitaron el Buesa Arena ayer, se emocionaron cuando Scola, Nocioni, Vidal, Bennett, Corchiani, Sconochini, Harissis y Hernández volvieron a pisar el parqué del Buesa Arena. Un parqué que, 15 años atrás, fue testigo de cómo un por entonces modesto Baskonia se establecía en la elite nacional al conseguir en la temporada 2001-02 el doblete conformado por la Liga y la Copa del Rey.
No estuvieron todos, y algunos llegaron apenas horas antes de la cita -Vidal y Nocioni cogieron sendos aviones el mismo día-, pero se honró a todos mediante el videomarcador. Los ocho presentes, además, recibieron una camiseta conmemorativa además del calor del público y de poder inmortalizar el momento con los dos trofeos. Cada uno de ellos fue entrando a la pista por el orden del dorsal que llevaban en la época. Scola fue, por lo tanto, el primero en entrar y uno de los más aclamados, superado solo por la figura de Bennett. Sin alteraciones apreciables a primera vista después de quince años, el legendario base de Illionis estaba prácticamente igual que en el momento de su retiro, casi deseoso de juntarse con los actuales jugadores azulgranas y vestirse de corto. Aunque, si de jugar ayer se tratase, seguro que alguno le dirigió una mirada nerviosa a Scola en el palco cuando pareció lesionarse Voigtmann, en el primer cuarto.
Todos ellos fueron aclamados, aunque, en el caso del Chapu Nocioni ya se escuchó algún tímido silbido, como cada vez que el argentino regresa a Vitoria. No obstante, quedaron enmudecidos ante el sonido de los aplausos. Quizá se echó en falta alguna declaración de los presentes. Solo Bennett cogió el micrófono para mostrar su agradecimiento a la afición azulgrana: “No nos podíamos olvidar el calor del público”.
No obstante, la velada no pudo redondearse con la victoria frente al Unicaja, que precisamente se derrotó en aquella final del 2002. No suelen acabar bien este tipo de tributos, y esta vez no sucedió lo contrario.