Ocurrió en la noche del 13 de marzo de 2001, en el Staples Center de Los Ángeles, después de que los Lakers, vigentes campeones de la NBA, superaran a los Boston Celtics, entonces un conjunto mediocre, por un ajustado 112-107. Shaquille O’Neal acababa de atender a los periodistas cuando, entre la maraña de grabadoras y libretas, distinguió a Steve Bulpett, reportero del Boston Herald. El pívot se lo llevó aparte y le espetó: “Apunta esto. Soy Shaquille y yo digo que Paul Pierce es la puta verdad. Atribúyeme la frase y no cambies nada. Sabía que el chico podía jugar, pero no sabía que podía jugar así. Paul Pierce es la verdad”.
Y así fue como Paul Pierce, que entonces era un prometedor alero de 23 años que se abría hueco con éxito en la NBA, se convirtió para siempre en The Truth (La Verdad). Los 42 puntos con una gran serie de tiro de 13 canastas de 19 intentos que asombraron a Shaq no fueron más que el preludio de lo que estaba por llegar en una carrera que llegó a su fin, a sus 39 años, en la noche del domingo, después de que sus Clippers quedaran eliminados en el play-off a manos de los Utah Jazz. Han sido 19 cursos de excelente carrera profesional que acabarán convirtiéndole en Hall of Famer por su rendimiento individual y por ser el hombre que lideró en la pasada década el renacer de Boston, una de las franquicias más míticas de la NBA, hasta conquistar el anillo de 2008, con él como MVP de las finales.
Porque aunque en sus cuatro últimas campañas ha jugado en Brooklyn Nets, Washington Wizards y Los Angeles Clippers, Pierce pasará a la historia como una leyenda Celtic. Y eso son palabras mayores cuando de baloncesto se trata. Su última visita al TD Garden de Boston el pasado 5 de febrero, la ovación con la que le recibió un público que celebró casi como un título su triple en los segundos finales y su beso, arrodillado y con lágrimas en los ojos, al escudo que preside esa mítica cancha forman ya parte de la historia de la liga.
Y eso que, de niño, Pierce odiaba a los Celtics. Así, literal. Porque Paul nació en Inglewood (California) y creció como fan de los Lakers, soñando con vestir su camiseta. Pero la vida le llevó por un camino muy distinto. Tras brillar durante tres cursos en Kansas University, fue Boston la franquicia que le eligió en el décimo puesto del draft de 1998. Su gran capacidad anotadora, buen físico (2,01 metros) y plausible trabajo defensivo hicieron que en 2002 fuera ya All Star. Antes, en septiembre de 2000, su carrera estuvo cerca de truncarse después de recibir once puñaladas en la cara, el cuello y la espalda mientras intentaba separar una pelea en un club nocturno. La rápida intervención de un compañero, llevándole a un hospital cercano, le salvó la vida. Con el fichaje de Kevin Garnett y Ray Allen en verano de 2007, Pierce por fin tuvo a su alrededor un gran equipo para aspirar al anillo. Lo logró en 2008, batiendo en la final a los Lakers, y lo rozó un curso después, pero Kobe Bryant, Pau Gasol y compañía se tomaron la revancha.
The Truth se retira como el 15º mejor anotador de la historia de la NBA y habiendo disputado diez All Stars. Nunca entró en el mejor quinteto de una temporada, pero sus quince cursos vistiendo de verde le otorgan un lugar en el Olimpo de los Celtics.