Es imposible. Ningún equipo de los quince que ha intentado levantar un 2-0 ha vivido para contarlo desde que la Euroliga tiene play off al mejor de cinco. Lo más lejos que alguien ha llegado ha sido a forzar el choque definitivo. Además quedó demostrado en Moscú que Baskonia no puede/sabe/le dejan ganar un partido apretado a este CSKA en este punto de la película. Pero. La historia no juega y los encuentros de la semana pasada ya están en los libros. Sí que sirve la estadística para ponernos en perspectiva de la dimensión que tiene el reto al que se enfrenta Baskonia. Hasta les invito a excluir al CSKA y su infinito potencial de la ecuación. A nivel profesional, en un mundillo de detalles, de análisis de cada variable, de lesiones que se producen por resbalón, resulta muy complicado ganar tres encuentros seguidos cuando ya no tienes red. Si el rival que tiene la renta de 2-0 a favor fuera el Manresa, la empresa sería igualmente de una complejidad extrema. Hay muchos equipos que ganan 3-0 sus eliminatorias, pero no sirve el punto. Es como ganar 4-0 en fútbol y tener que salir a ganar 4-0. Es lo mismo pero no tiene nada que ver. La única manera que tiene Baskonia de encarar esto es Cholismo como concepto deconstruido hasta llegar al espíritu de Rafa Nadal. Para no volverse loco ante la montaña que tienes delante la única vía es encararlo como partido a partido y luego cada uno salto a salto, disputa a disputa, choque a choque... Por volver a ejemplos futbolísticos, siempre se suele decir que el 2-0 es el resultado más peligroso porque puede crear una sensación de tranquilidad que signifique el principio del fin. Aquí es un poco igual. No es ganar tres. Es ganar uno que empiece a girar el momento anímico y que intercambie el flujo de dudas y certezas. Baskonia tiene que generar una atmósfera inflamada aún a riesgo de que se pueda llevar por delante a un equipo que ha mostrado su volatilidad en muchos momentos donde la pelota quema. La semifinal de Copa del Rey es un buen ejemplo. El primer éxito de Baskonia será llegar a los últimos cinco minutos en condición de tirar el partido, que se lo roben o lo que sea. Si no puede ganar que por lo menos algunos jugadores llamados a ser importantes la temporada que viene vivan más de esos segundos, imposibles de equiparar ni con años de entrenamiento. La tercera pata del manual del creyente es analizar los dos primeros partidos. El marcador, pero en el fondo el Baskonia ha tenido sus opciones en ambos, especialmente en el segundo. Lo que se ha visto en la cancha habla de mucha más igualdad que la losa del 2-0. Lo que pasa es que en estas eliminatorias da igual ganar de uno que de cincuenta. Es al deporte el una persona, un voto de la democracia en la que vale lo mismo la papeleta de Álvaro Ojeda que cualquier otra. En ochenta minutos del baloncesto el equipo vitoriano ha anotado diez puntos menos, ha cogido cinco rebotes, ha dado nueve asistencias y ha marcado nueve triples más que su rival. También ha regalado una decena más de balones. Dicen que el CSKA ya tiene su vuelo de vuelta preparado para mañana al mediodía. Supongo que es lo que cualquier organización seria haría para agilizar su logística. Más que un acto de chulería o arrogancia seguro que es algo pragmático. Imagino que es más fácil cancelar un viaje a Moscú que organizarlo, por mucho club más rico de Europa que seas. Pero en un universo con atletas que son capaces de utilizar durante un partido de élite una camiseta diferente a la de sus otros nueve compañeros de campo, seguro que se puede utilizar para motivar más a los chavales. Si yo fuera Sito, imprimiría un billete con el plan de vuelo del CSKA y lo pondría en el vestuario. En la taquilla de Bargnani concretamente. Si no motiva a nadie que tenga otra utilidad.