vitoria - Hubo que maldecir el martes en el Megasport de Moscú ese término maldito acuñado en los últimos meses para explicar el enésimo desfallecimiento del Baskonia en un partido grande cuando ya estaba a punto de divisar la línea de meta. El infausto casi retumba ya con demasiada fuerza en el entorno azulgrana desde la pasada temporada cuando, afortunadamente, comenzó de nuevo la ascensión hacia la élite continental de la mano de Velimir Perasovic en el banquillo tras una interminable travesía por el desierto. La zancada del CSKA, con dos estrellas de hielo en nómina como Teodosic o De Colo que constituyen un auténtico seguro de vida, fue más poderosa en esos metros finales que siempre distinguen a los buenos de los mejores. Ni siquiera hubo que apelar a la foto finish para dilucidar la identidad del ganador tras un desfallecimiento en el peor momento.

El Baskonia amagó, pero finalmente no golpeó. En un día propicio para rebelarse contra un destino que parecía escrito de antemano y hacer saltar la banca, la frustración se apoderó de su afición en el último suspiro. Se combinó el sentimiento entremezclado del orgullo por dar la cara ante el casi inabordable CSKA y, por otro, la rabia de dejar escapar un tren que quizá ya no vuelva a presentarse más en la estación. Resulta elogiable desde cualquier punto de vista competir en escenarios tan intimidatorios como el moscovita, aunque también toca hacer autocrítica y descifrar las razones que sistemáticamente le privan de abandonar el ruedo por la puerta grande y, de paso, asaltar los codiciados títulos.

Fue la del CSKA otra derrota muy digna para añadir a la colección que terminó por agrandar esa especie de leyenda negra. La de los sistemáticos varapalos encajados en los minutos finales de los partidos en los que ya se cuece algo gordo. Cuando acaricia con la yema de los dedos la gloria, siempre le ocurre alguna fatalidad a un Baskonia huérfano del oficio y temples necesarios para enterrar a gigantes con síntomas de vulnerabilidad. Esos de los que gozó durante la gloriosa pasada década y le han abandonado hoy en día. Ya sea por la ausencia de guías espirituales capaces de brindar cordura, la falta de experiencia que no debería corresponderse con el caché de sus sucesivas glamurosas plantillas o los puntuales golpes de mala suerte, lo cierto es que el Baskonia acumula demasiado tiempo, como vulgarmente se dice en estos casos, ahogándose en la orilla. Sus titánicos esfuerzos carecen de recompensa. Acostumbra a irse con las manos vacías a casa tras poner contra las cuerdas a sus poderosos adversarios.

Esta fatídica secuencia se inició en la penúltima edición copera celebrada en A Coruña. Con empate a 78 en el marcador, surgió un héroe recurrente en las filas del Real Madrid para congelar el ánimo azulgrana. Sergi Llull firmó ocho puntos de una tacada para colocar el 80-86 definitivo que frustró el pase a la gran final del Coliseum. El balear también se disfrazó de verdugo este curso en la Copa celebrada en el Buesa, testigo de otro desencanto mayúsculo ante los blancos cuando el viento soplaba a favor. Los de Sito Alonso disfrutaban de una cómoda ventaja en el minuto 37 (87-79), pero llegó otro inoportuno apagón con aquella caótica gestión final que supuso una alfombra roja para la resurrección del gigante merengue. Siete puntos consecutivos del genio nacido en Mahón y el triple errado por Larkin precedieron una prórroga en la que el Baskonia, exhausto y consumido por el esfuerzo, hincó la rodilla (99-103).

Fueron dos decepciones nada comparables, sin embargo, con lo vivido en el Mercedes-Benz Arena de Berlín en mayo del año pasado. Con un billete para la gran final de la Euroliga en juego, el Baskonia recibió otro mazazo en la semifinal que le enfrentaba con el Fenerbahce. A tan solo un minuto para la conclusión, los vitorianos se encontraban ante un escenario idílico (71-67). Pues bien, ese jugoso botín no pudo ser administrado de forma correcta ante un puñado de indecisiones. Cuatro acciones tiraron entonces por la borda el encomiable trabajo anterior. Un triple lateral de Datome, el temblor de muñeca padecido por Adams desde la línea de personal, otra canasta posterior sellada por Sloukas y, para colmo de males, la discutible elección del base estadounidense a la hora de apostar por un triple -con una canasta doble hubiese bastado- precipitaron una prórroga con aroma a derrota. El cuadro turco, indultado por los errores alaveses, terminaría imponiendo su fortaleza en esos cinco minutos de añadido (77-88).

Han sido algunos de los episodios que se recuerdan con más rabia. Podía pensarse que el Baskonia había aprendido la lección, pero las pesadillas se reprodujeron en el primer asalto del play off ante el CSKA, un rival que no deja ni las migajas y penaliza como nadie cualquier síntoma de debilidad a la hora de cerrar un partido. El equipo vitoriano le dejó escapar vivo en el arranque de la serie al encajar un parcial de 10-0 desde el minuto 38. Ciento veinte segundos de sequía anotadora y concesiones atrás que Teodosic y De Colo no desaprovecharon. Más de uno pensó, con razón, que esta película ya la había visto en el pasado reciente. Queda todavía mucho por delante, pero ahí pudieron evaporarse gran parte de las esperanzas de acceder a la sexta Final Four de la historia. Erradicar estos fantasmas de la cabeza y voltear esta situación constituye desde hace tiempo la asignatura pendiente.

primer partido del ‘play off’ de euroliga. 18 de abril de 2017

El Baskonia superó sendas crisis al inicio del primer y tercer cuarto. Con una encomiable labor en todas las facetas del juego, se le subió a las barbas a los rusos y afrontó incluso los dos últimos minutos con una esperanzadora ventaja (88-90). Sin embargo, el CSKA clausuró el choque con un parcial de 10-0, motivado por la aparición de sus dos grandes estrellas (Teodosic y De Colo) y también las indecisiones azulgranas. Una pérdida de Larkin y una canasta debajo del aro errada por Shengelia frustraron el asalto al Megasport Arena.

jornada 28 de la liga acb. 9 de abril de 2017

El Baskonia recibió hace escasas fechas una dolorosa cornada en una jornada propicia para encaramarse al primer puesto de la fase regular. A falta de 47 segundos, los de Sito Alonso manejaban una renta de tres puntos (77-80) que, sin embargo, se marcharía por el sumidero de forma incomprensible. Una antideportiva de Budinger sobre Doncic constituyó el principio del fin. Tras anotar Carroll dos tiros libres, un triple de Randolph y un tiro sencillo errado por Hanga congelaron las esperanzas azulgranas de profanar el WiZink Center.

semifinal de la ‘final four’ de la euroliga. 13 de mayo de 2016

Aquel día se escaparía otra oportunidad de oro para plantarse en la gran final de la máxima competición continental. El Baskonia había cuajado una sensacional trayectoria continental, pero su penúltimo escollo en el camino hacia el título se las traía. El Fenerbahce se vio dominado durante gran parte del choque por los vitorianos, que encararon el último minuto cuatro arriba (71-67). Después de que Adams malograse la posesión definitiva, los de Perasovic se derrumbarían en una funesta prórroga resuelta por los turcos con un parcial de 5-16.

semifinal de la copa del rey. 18 de febrero de 2017

Todavía más daño haría aquella derrota en el Buesa Arena cuando, varios años después, el billete para una nueva final copera ya se saboreaba. Con ocho puntos arriba a falta de tres minutos (87-79), el miedo a ganar se apoderó de un Baskonia que vio cómo Llull convertía siete puntos consecutivos para igualar el partido. Larkin dispuso de un último balón para evitar la prórroga, pero su tiro fue repelido por el aro. Consumido por el esfuerzo y sin la chispa necesaria para doblegar a un Real Madrid más entero, ese tiempo añadido sería una tortura.

semifinal de la copa del rey. 20 de febrero de 2016

Sergi Llull, un héroe recurrente en la época dorada que está viviendo el Real Madrid, se cruzó en el camino de los alaveses hacia la final copera. Con ocho puntos consecutivos en poco más de un minuto, el balear deshizo la igualdad (78-78) que campaba en el marcador del Coliseum coruñés. A diferencia de Laso, Perasovic no encontró aliados en su plantilla para decantar la balanza de su lado. Tras competir de manera notable ante un rival superior, tocaba decir adiós a la inmejorable oportunidad de pelear por el séptimo entorchado de la historia.