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Esfuerzo justo. No era fácil afrontar el partido de ayer con tan poco margen de tiempo, pero ello no es óbice para que el Baskonia estuviera durante muchos minutos a merced del rigor bético y le costara sacudirse los pesados grilletes de un modesto bien plantado sobre el Buesa. Se olvidó de un Rafa Luz poco atinado y echó mano de Laprovittola en un momento crítico del último cuarto.
Cansancio y errores. Se notaron tanto la falta de chispa como el escaso margen de tiempo para preparar una matinal engorrosa, pero el Baskonia estuvo por debajo de su nivel.
Desajustes defensivos. El Real Betis extrajo petróleo de la superioridad física de Kane y Malhabasic en los puestos de ‘uno’ y ‘cinco’. Larkin e Ilimane sufrieron lo indecible en defensa ante los dos últimos fichajes del conjunto sevillano.
Larkin, decisivo. Al margen del estelar papel de Budinger y la providencial irrupción de Laprovittola en el último cuarto, fue otra vez el de siempre quien sacó las castañas del fuego con dos valientes penetraciones a canasta en el tramo decisivo.
Vitoria - Pese a ser una sombra borrosa de sí mismo, ir por detrás en el marcador hasta bien entrado el tercer cuarto y racanear más de lo debido en todas las facetas, el Baskonia superó finalmente con angustia una nueva etapa de la fase regular. Entre el escaso margen de tiempo para afrontar convenientemente el choque, el interminable ramillete de errores y la férrea disciplina táctica del Real Betis, el conjunto vitoriano activó a tiempo sus resortes con el fin de sortear un nuevo obstáculo liguero y seguir encaramado a la zona noble. Eso sí, poco más que el resultado dejará para el futuro un encuentro en el que los locales transitaron entre arenas movedizas. Las derivadas de su previsible autocomplacencia y también de la dignidad exhibida por los sevillanos, resignados a verse zarandeado en un escenario donde podían haber sufrido una escabechina.
Con los cinco sentidos depositados en la Euroliga, ya en su recta final y donde quedan por vivir desafíos apasionantes, algunos trámites a nivel doméstico resultan demasiados engorrosos para este Baskonia sometido a un desgaste sobrehumano. Mucho más si aparecen visitantes poco atractivos con menos de 24 horas de diferencia tras un desplazamiento continental. Por ello, emergió una matinal de servicios mínimos que no pasará a la historia y de la que hubo que rescatar básicamente el resultado, la constancia de un Budinger asentado como un pilar silencioso pero indispensable hoy en día para el engranaje azulgrana o el intento de reivindicación de Laprovittola. Hasta en días donde anida la sensación de que compite con el freno de mano puesto, halla la formación alavesa argumentos válidos a los que agarrarse para sofocar los intentos de rebelión protagonizados por sus rivales.
Bastaron un par de aguijonazos de Larkin en sendas penetraciones a canasta, los miedos de un visitante angustiado por su errática trayectoria reciente y las dosis imprescindible de oficio para que el Buesa Arena no asistiera a una sorpresa monumental. Todo el esfuerzo andaluz se marchó por el sumidero en cuanto un anfitrión poco reconocible y empeñado en dar vida a un modesto con sus continuas pérdidas impuso la lógica.
kane y malhabasic, los incordios Sin tiempo material para afrontar la matinal desde su llegada procedente de Estambul y tras un partido donde no tenía nada que ganar, el Baskonia escapó de la peligrosa emboscada que le preparó un viejo conocido como Zan Tabak. El técnico croata, con la soga al cuello y cuya continuidad pende de un hilo, le hizo sentirse inseguro e incómodo a lo largo de los cuarenta minutos. Aprovechando la pesadez y falta de chispa, le sacó de su patrón de juego con un inteligente trabajo de pizarra y redujo su álgido manantial anotador con diferentes planteamientos zonales. La riada de pérdidas y las defensas fraternales no hicieron sino alimentar la esperanza de un Real Betis que extrajo petróleo de la superioridad física de Kane sobre Larkin al frente del timón y el dominio interior de Malhabasic sobre Ilimane. Pese a sus propias deficiencias y los méritos sevillanos, el cuadro alavés atesora un sinfín de recursos y fondo de armario para sostenerse en pie ante esta clase de humildes adversarios.
Tras despertar a tiempo de su letargo y revolucionar el juego durante una segunda parte más viva, Sito Alonso encontró soluciones para variar el signo de la matinal. La sobriedad del multidisciplinar Budinger, las transiciones culminadas por Hanga y la providencial irrupción de Laprovittola en el último cuarto reinstalaron la lógica. Con todo, debió ser una vez más el de siempre quien sacara las castañas del fuego. No hay nada más sensato que poner el balón en manos de Larkin cuando se trata de apuntillar a un rival exhausto física y mentalmente. Dos eléctricas acciones del estadounidense fulminaron a un Real Betis al que se le fue apagando la luz al comienzo del último cuarto con un carrusel de rebotes concedidos bajo su propio aro. No desaprovechó esas concesiones un Baskonia que, a falta de virtuosismo y una buena versión de jugadores sumidos en un bache preocupante (Beaubois y Voigtmann), apretó las tuercas cuando más lo demandaba un partido de guante blanco. Pese a que se le indigestó durante muchos minutos al Baskonia el desembarco del modesto sevillano, casi siempre aparece los brotes de calidad mínimos que sofocan cualquier conato de incendio.
En la sombra y eclipsado por otros, se está asentando como un pilar indispensable para Sito. Gran variedad de recursos en ataque y otra actuación multidisciplinar que sostuvo al Baskonia.