Cuando el Baskonia presentó su plantilla para afrontar el presente ejercicio hace ya unos cuantos meses, tres eran los nombres propios que destacaban por encima del resto. Andrea Bargnani, Shane Larkin y Rodrigue Beaubois. El fiasco del italiano es, desgraciadamente, de sobra conocido, el estadounidense ha cumplido con las expectativas y el tercer integrante de este particular triunvirato se ha convertido en las últimas semanas en el principal foco de preocupación en la escuadra azulgrana. Porque el escolta francés parece haber caído en un enorme agujero negro que provoca que su juego continúe dentro del abismo para desesperación de los seguidores baskonistas.

El encuentro de ayer frente al Estudiantes es, sin duda, una buena muestra de ello. Tras ser uno de los señalados en la dolorosa derrota del jueves ante el Panathinaikos, Sito Alonso le ofreció la ocasión de redimirse incluyéndolo en el quinteto inicial en la pista colegial. Una oportunidad para comenzar a reencontrarse consigo mismo.

Nada más lejos de la realidad. En los casi cinco minutos que estuvo en pista hasta que el técnico le devolvió al banquillo, Beaubois volvió a ser un espectro de sí mismo. Con su habitual aire ausente, encadenó un error tras otro en ambas partes del campo. Ni siquiera fue capaz, al menos, de aportar algo al equipo recurriendo a su lanzamiento exterior. Una vez más se encontró con el punto de mira desviado y ninguno de sus tres tiros de campo acabó en la canasta. Como quiera que la intensidad defensiva no es precisamente una de sus virtudes, poco positivo podía ofrecer en la pista.

Así lo entendió también Sito Alonso, que lo mandó al banco mediado el primer cuarto y lo mantuvo ahí castigado hasta que faltaban 2.28 para la conclusión del tercero y cuando el duelo parecía encarrilado. Lejos de aprovechar esta segunda oportunidad para redimirse, el galo mantuvo la misma línea negativa del principio. Algo que pareció contagiar al resto del equipo, que vio cómo el partido volvía a complicársele por momentos.

De esta manera a Sito no le quedó más remedio que recomponer el quinteto recurriendo a las piezas que sí habían funcionado y, en consecuencia, sentar a un Beaubois que acabó completando casi diez minutos y medio de juego anodino. Un tiempo en el que rubricó una estadística que, inevitablemente, provoca que se enciendan las alarmas. Porque ante un adversario como el Estudiantes que hace mucho que desapareció de la zona noble, el francés firmó un 0/3 en tiros de campo, dos faltas personales y una asistencia como única nota positiva para completar una valoración global de -4 y un balance +/- de -22.

Evidentemente unos números a años luz de los que se esperan del que debería ser una de las referencias de este Baskonia. Para poder aspirara objetivos importantes, sin duda el conjunto azulgrana necesita recuperar la mejor versión del galo, ahora mismo totalmente desaparecida.