Las acciones del Baskonia vuelven a cotizar a un precio elevado en la Euroliga. La orquesta alavesa vuelve a estar afinada y suena de maravilla con los consiguientes réditos a nivel clasificatorio. Tras enlanzar la cuarta victoria consecutiva, definitivamente han quedado atrás la crisis de identidad y las dudas de los últimos meses. Vuelve una época de vacas gordas justo en un tramo crítico de la temporada donde se ponen en juego objetivos muy ambiciosos. Está nuevamente en disposición de soñar con las cotas más insospechadas un Baskonia de nuevo en modo apisonadora y que convirtió a un abúlico Brose Baskets en un juguete roto. El techo hasta la jornada de ayer parecía la quinta posición, pero el Fenerbahce emite síntomas de vulnerabilidad y ya cobra incluso fuerza la posibilidad de cosechar la ventaja de campo en el cruce previo a la Final a Cuatro.
Ni el más acérrimo de los seguidores azulgranas podía haber imaginado hace semanas un escenario tan idílico como el que aguarda a la formación alavesa en las tres últimas jornadas de la fase regular. Su paseo militar en Bamberg, combinado con el favor impensable del Maccabi en la cancha de Estambul con una canasta sobre la bocina de Landesberg, mete de lleno a los hombres de Sito Alonso en la pelea por el ansiado cuarto cajón. Un objetivo que haría realidad el sueño de otra incursión en la gran fiesta del baloncesto europeo de facturar tres victorias en el Buesa Arena en la eliminatoria de cuartos de final. Todavía queda muy lejos y la áspera cita de mañana ante el Panathinaikos aclarará las dudas, pero ya es lícito ilusionarse con un botín de un valor incalculable. Así de bien pintan las cosas para un Baskonia que hoy certificará matemáticamente el pasaporte para el Top 8 si el Darussafaka sucumbe ante el CSKA.
Entre los méritos de un visitante con el cuchillo en la boca y la apatía de un anfitrión con la cabeza en otro lado, tuvo lugar un simulacro de partido en tierras teutonas. Para cuando algunos rezagados accedieron al recinto, ya estaba en el zurrón un triunfo entre dos equipos con desigual necesidad. La voraz ambición del Baskonia contrastó con la tibieza de un Brose sin la menor intención de enfundarse los guantes de boxeo. Tan descomunal fue el derechazo inicial contra su mentón que no se levantó de la lona. En un visto y no visto, reventó la velada un cuadro azulgrana que decidió acometer por la vía rápida la defunción de un fantasma. Inmerso en un álgido estado de confianza tras las últimas victorias, la sólida inercia colectiva se llevó por delante a un inofensivo rival que se mostró impotente a la hora de frenar el vendaval de los pletóricos hombres en manos de Sito Alonso.
un trío estelar Dos triples iniciales a cargo de Larkin constituyeron la tarjeta de presentación y el preludio de la lluvia torrencial que descargaría más tarde sobre el Brose Arena. El base estadounidense -que encogió el corazón a más de uno con el percance sufrido en el tobillo en el tercer cuarto- golpeó con virulencia de inicio, pero se vio secundado a la perfección por otras piezas de un plantel con sangre en los ojos y con la solidaridad por bandera. El magnífico juego en el poste bajo a cargo de Shengelia, arrebatador con sus reversos y su energía bajo los aros, y la sobriedad del multiusos Budinger, cuyo crecimiento es imparable en los últimos tiempos, ayudaron a ensanchar una diferencia que adquirió tintes escandalosos para el anfitrión. Entre la segunda unidad, merece una mención especial el incandescente Rafa Luz, asentado nuevamente como el segundo base con un compromiso defensivo encomiable y que ha arrinconado a Laprovittola. El argentino apenas disputó cuatro minutos de la basura.
Con muchos de sus titulares reservados por Trinchieri en el banquillo, el Brose Baskets dimitió rápido y ni siquiera hizo cosquillas. Huérfano del veneno de sus mejores estiletes en el perímetro (Causeur y Miller), apenas McNeal puso unos tibios palos en las ruedas de un Baskonia que transitó a toda velocidad y no levantó el pie del acelerador. A base de un ritmo infernal y con una superioridad física abrumadora tanto en los duelos individuales como en la pelea por el rebote, el Baskonia rubricó otras de esas victorias que alimentan la autoestima de cualquier colectivo. La mejor forma de afrontar mañana otra final ante el Panathinaikos en una velada donde puede estar en juego el nada desdeñable botín de la ventaja de campo para el cruce de cuartos.
Inicio abrumador. El Baskonia acometió por la vía rápida la defunción del Brose con tres jugadores enchufadísimos y un excelente trabajo defensivo. La pegada exterior de un desatado Larkin, el magnífico juego en el poste bajo de Shengelia y la sobriedad de Budinger colocaron en órbita a los visitantes.
Ritmo infernal. Con una abrumadora superioridad física, una ambición sin límites en cada acción y también sin levantar el pie del acelerador ante un rival abúlico y desganado como el alemán, el conjunto de Sito Alonso firmó una de las victorias más plácidas de la temporada.
Su vuelta ha colocado al Baskonia en otra dimensión. Su juego en el poste bajo multiplica las alternativas tácticas. Calidad a raudales y reversos que rompieron la cintura a sus pares.