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Notable dirección. El técnico azulgrana condujo de forma magistral al equipo hacia una victoria de prestigio que abre definitivamente la puerta hacia el ‘Top 8’. Dio esta vez una buena ración de confianza a elementos de la segunda fila que parecían perdidos para la causa (Luz y Blazic) y apostó en el tramo final por dos ‘cuatros’ para contener la enérgica reacción del Fenerbahce.
El Baskonia conquistó ayer a lo grande Estambul, una tierra solo al alcance de unos privilegiados en la que un ejército de valientes se partió la cara en busca de un éxito gigantesco. Fue la sonada recompensa para un colectivo solidario que rememoró por momentos al de la primera parte de la temporada. En la caldera del Fenerbahce Ulker Sports Arena, el conjunto vitoriano dio un paso de gigante en la Euroliga más apasionante de la historia y ya tiene prácticamente los dos pies en el Top 8. Y todo ello fruto de la constancia, seriedad y sobriedad de un conjunto que, salvo en los seis minutos iniciales, siempre llevó la delantera en el marcador -durante algunos tramos, de manera concluyente- y empequeñeció hasta límites insospechados a uno de los ricos del Viejo Continente, cuyas sensibles ausencias (Sloukas y Udoh) se dejaron sentir más de la cuenta.
Tras un inestable último tramo de competición en el que las sombras se cernían sobre un plantel en horas bajas, reapareció ayer el Baskonia rocoso, poliédrico y voraz que ha tuteado esta temporada a casi todos los colosos continentales. Se agigantó en una pista bulliciosa y, pese a un leve desmoronamiento en el epílogo que hizo temer lo peor, contuvo las embestidas de un Fenerbahce siempre a remolque. Con todo, el sufrimiento fue atroz hasta prácticamente el bocinazo final después de que Bennett, el menos indicado en las filas locales, malograra un triple frontal que podría haber propiciado la prórroga. A renglón seguido, un palmeo de Tillie clausuró el partido tras un contragolpe bien llevado por Beaubois. Con anterioridad, cinco puntos consecutivos del exterior francés en un momento de máxima tensión (70-71) convirtieron la cancha otomana en un velatorio.
Con una magnífica versión de algunos secundarios, el Baskonia remó hasta la extenuación para arrancar una victoria de un valor incalculable. Posiblemente llegue tarde este subidón para optar a la ventaja de campo en el play off de cuartos de final, pero el quinto puesto de la fase regular se encuentra ya a tiro de piedra. La jornada se vio endulzada además por la providencial aparición de algunos elementos de la segunda unidad que parecían testimoniales en el engranaje liderado por Sito Alonso. Nadie contaba, por ejemplo, con los grandísimos minutos de Rafa Luz, el elemento inesperado que proporcionó un salto de calidad a la tropa alavesa. De vuelta al primer plano debido al esguince de tobillo de Laprovittola, el hispano-brasileño firmó un papel conmovedor en cuanto a liderazgo, compromiso defensivo y clarividencia. También quedó confirmado a orillas del Bósforo que Blazic, al que se le invalidó por milésimas un triple asombroso desde cancha propia al final del tercer cuarto, está de vuelta.
Y es que surgió la mejor versión azulgrana del presente año en el Fenerbahce Ulker Sports Arena. El Baskonia no se arrugó en un escenario hostil, aceptó gustosamente el cuerpo a cuerpo ante un rival extremadamente físico pero muy desacertado y dio la cara de forma magistral. Ante el día aciago de Dixon -el mejor aliado ayer- o los problemas de faltas de Vesely, tan solo el elegante Bogdanovic y la aparición de ese perro de presa llamado Mahmutoglu originaron un pequeño desconcierto en el Baskonia. El balcánico llevó por la calle de la amargura a sus diferentes defensores, pero su exhibición quedó a la postre en un segundo plano.
El cuadro vitoriano mostró por fin el rigor y solidez que tanto se echaban de menos. Nunca permitió que este Fenerbahce de muchos quilates se le subiera a las barbas y también castigó algunas decisiones controvertidas de Obradovic. Por ejemplo, Larkin aprovechó en el segundo cuarto su desigual emparejamiento con Ugurlu para tirotear el aro local. En definitiva, un golpe de autoridad que refuerza la autoestima y deja entrever la recuperación anímica de un colectivo otra vez estable y con signos reconocibles. Quedan todavía cinco finales en la Euroliga, pero nadie duda de que el Baskonia estará entre los elegidos para tratar de hacer realidad una nueva Final a Cuatro. Precisamente en Estambul, la ciudad en la que ayer asestó un puñetazo en la mesa.
Perseverancia, defensa y carácter. En el mejor escenario posible y ante uno de los ‘gallitos’ de la Euroliga, el Baskonia recuperó del todo su credibilidad con una victoria de prestigio que alumbra el billete hacia el ‘Top 8’.
Secundarios de lujo. El de ayer fue ante todo un triunfo coral, pero jugadores de la segunda unidad que parecían olvidados dieron un paso al frente. Además de Jaka Blazic, de nuevo a un alto nivel, surgió la figura inconmensurable de Rafa Luz para tumbar al Fenerbahce.
Sangre fría. El conjunto turco endureció al máximo la defensa y pudo haber forzado la prórroga con un triple de Bennett, pero el Baskonia nunca le perdió la cara al encuentro.
Su trabajo fue impagable para que el Baskonia afrontara el epílogo con un cómodo colchón. Un bastión en defensa y desequilibrante con liderazgo y personalidad a partes iguales.