vitoria - Tras el enésimo descalabro en la Euroliga acaecido en Estambul, el Baskonia retoma esta tarde el pulso a la competición doméstica en una cancha, a priori, propicia para facturar una victoria imperiosa y tratar de escalar alguna posición. Pese a que el momento de juego es crítico, el calendario le depara una salida de lo más amable para recobrar parte de la autoestima perdida. Y es que visita a un Tecnyconta Zaragoza cercano a los puestos de descenso que, sin embargo, ya estuvo a punto de amargarle la existencia en la ida en el Buesa Arena. En aquella ocasión, los vitorianos únicamente evitaron la tragedia en la prórroga ante un visitante que, al amparo de su afición en esta ocasión, podría vender incluso más cara su piel.
En realidad, lo que hace de este desplazamiento a tierras mañas una cita peliaguda es el desconcierto en el que se ha instalado permanentemente un Baskonia huérfano de identidad y cuya mochila es cada vez más pesada con un puñado de derrotas hirientes que alumbran un clima de desconfianza. El nuevo año se le está atragantando por completo al equipo vitoriano, cuyo desmoronamiento está adquiriendo tintes sonrojantes mientras los dedos apuntan ya con insistencia a la controvertida figura del técnico. Las voces críticas con la labor de Sito Alonso, de vuelta hoy a su ciudad natal, se acumulan mientras varios jugadores a años luz de lo esperado se marchan de rositas. Laprovittola, Budinger y, sobre todo, Bargnani se están manifestando día tras día como tres apuestas sospechosas del club azulgrana, que clama por el ansiado regreso de Shengelia en busca del equilibrio interior-exterior extraviado. Cada jornada que pasa, más alargada es la sombra del georgiano.
Con una laxitud defensiva sangrante que varios rivales de primer nivel se han encargado de castigar y sin excesivas soluciones en ataque más allá de los fogonazos de los exteriores, la debilidad del Baskonia es latente en todos los flancos. Y todo ello por no hablar del lenguaje corporal de una plantilla superada e impotente ante la más mínima adversidad. El peor escenario posible cuando la ACB y la Euroliga ya han enfilado su recta definitiva. En lugar de presentar sus credenciales y afinar el estado de forma, el cuadro vitoriano no deja de involucionar y dar pasos hacia atrás ante la incredulidad de la plana mayor y su masa social.
A nivel doméstico queda el consuelo de que la exigencia es menor y pueden resolverse prácticamente por pura inercia gran parte de los encuentros. El de Zaragoza es uno de ellos ante las limitaciones de un anfitrión más cerca del descenso que del play off por el título. Andreu Casadevall recupera para esta ocasión a Henk Norel en la pintura tras el esguince de tobillo que le ha apartado del grupo durante las últimas semanas.
norel, alta; bellas, duda Comprimidas al máximo las primeras posiciones -entre el primero y el quinto apenas hay una victoria de diferencia-, el Baskonia tiene a tiro la posibilidad de acabar la fase regular lo más arriba posible. Ante la inconsistencia del Barcelona o el posible bajón del Iberostar Tenerife, el objetivo reside en afrontar las series finales por el título desde la tercera o incluso la segunda posición. En cualquier caso, los precedentes no son demasiado alentadores, ya que los alaveses vienen de ganar de forma milagrosa al Obradoiro en el Buesa Arena.
El Tecnyconta, ya sin el gurú Willy Villar en los despachos y lastrado por un drástico descenso de presupuesto, está protagonizando una temporada muy discreta. En la última jornada fue atropellado (100-67) por el Valencia Basket y dejó entrever sus débiles costuras. Pese a la vuelta de Norel, un poste con buenos fundamentos técnicos pero con fama de ser de cristal y muy propenso a las lesiones, es un bloque justito en todas las posiciones. Su columna vertebral está integrada por Bellas, Gecevicius y Jelovac, aunque el base -ex del Gran Canaria- apenas se ha ejercitado a lo largo de la semana debido a una inflamación en un muslo y será duda hasta los minutos previos al salto inicial. Lo mismo sucede con el pívot Kraljevic, aquejado de un esguince de tobillo. Un adversario ciertamente asequible ante el que un nuevo tropiezo podría abrir definitivamente la caja de los truenos.