vitoria - Se cierra un 2016 a todas luces satisfactorio para un Baskonia que volvió a saborear unas mieles extraviadas en todos los frentes. Tras varios años de decepciones y una larga travesía por el desierto en la que el club entró en una deriva preocupante, llegó el ansiado punto de inflexión que aguardaba como agua de mayo una afición desencantada. Renacido con la llegada de Perasovic y el providencial fichaje de Bourousis, regresó al primer plano un equipo extremadamente competitivo que, si bien se quedó a las puertas de un título -ya han pasado cerca de seis años desde aquel memorable dos más uno de San Emeterio que posibilitó la tercera ACB de la historia-, pudo reconciliarse con ese célebre carácter perdido en algún lugar durante unas aciagas temporadas anteriores.
El balance a nivel deportivo no pudo ser más satisfactorio, ya que el equipo volvió a estar en la pelea en todos los frentes y acarició la gloria con la yema de los dedos. El Baskonia volvió a ser el viejo Baskonia de antaño: un grupo peleón, intenso, comprometido, hambriento y, por supuesto, dotado de calidad. En caso contrario, no se explican sus destacadas conquistas. Dirigido por dos bases peculiares con sus pros y contras (Adams y James), se reconcilió con creces con una grada que, ante todo, siempre aguarda un espíritu de lucha.
Tres ejercicios después, el conjunto vitoriano recuperó su espacio en las semifinales de la ACB, donde llegaría muy justo de gasolina y sería abatido por un Barcelona más fresco física y mentalmente. También alcanzó la antesala de la final en la Copa celebrada en A Coruña, pero la magia del madridista Sergi Llull le privó de optar al título. Sin embargo, donde rompió moldes y destapó el tarro de las esencias fue en un torneo de caza mayor como la Euroliga. Gracias a una trayectoria de ensueño y tras sortear toda clase de obstáculos como un Top 16 ciertamente infernal donde coincidió con todos los gigantes del Viejo Continente y dejar en la cuneta en el cruce de cuartos al Panathinaikos, el Baskonia accedió ocho años después a la gran fiesta del baloncesto continental.
Nadie le regaló nada para inmiscuir su figura en la magna cita de Berlín, donde optó por sexta vez en su historia al reinado continental tras las pequeñas decepciones acaecidas en el 2001 y el cuatrienio comprendido entre 2005 y 2008. Los vitorianos dieron la cara en la semifinal ante el Fenerbahce y estuvieron a punto de dar la sorpresa. Darius Adams dispuso de un tiro ganador en los últimos segundos, pero su suspensión se estrelló contra el aro y en la consiguiente prórroga se esfumaron las esperanzas azulgranas.
Ese jarro de agua no fue óbice para que la afición baskonista reconociera el esfuerzo de un equipo que, de la mano de Perasovic, recuperó las grandes señas de identidad que le hicieron en su día temible en todas las canchas europeas. Si hubo un hombre que le ayudó a conseguir un salto de calidad, ese no fue otro que Ioannis Bourousis. El barbudo gigante nacido en Karditsa tiranizó la zona en la ACB y la Euroliga. Omnipresente en todas las facetas, lideró con puño de hierro a un Baskonia que alcanzó cotas insospechadas. No es que el mérito de que el maratoniano azulgrana recuperase el prestigio perdido le perteneciera exclusivamente a él, pero sí fue el detonante del cambio de cara experimentado por los alaveses. Fue el líder, dentro y fuera de la cancha, que precisa todo conjunto para ser competitivo.
La ascendencia del griego fue más allá de unos números simplemente extraordinarios. Llevó la voz cantante en el vestuario, donde moderó el carácter visceral de dos purasangres incontenibles como Adams y James, y asumió los galones propios de una estrella a la que todos siguen a pies juntillas. En definitiva, el jugador de mayor impacto en el Baskonia desde la marcha del gran Tiago Splitter en el verano de 2010. Lástima que su reinado no sirviera para conducir algún título a las vitrinas de un Buesa Arena al que puso en pie casi todas las noches.
adiós a laboral kutxa Tras un exitoso curso deportivo, Josean Querejeta se vio obligado a iniciar en verano otro proyecto de cero. El presidente ya ha dado muestras de una asombrosa capacidad para reinventar a los equipos y las bajas de, entre otros, Bourousis, Adams o James fueron subsanadas de manera notable. Y es que el equipo vitoriano está dando continuidad a su excelso papel del ejercicio pasado gracias a un notable rendimiento en todos los frentes.
Por lo demás, el año 2016 también será recordado por ser el último de la relación entre el club y Laboral Kutxa. La entidad de ahorros, que ha manchado durante siete años la elástica azulgrana, sucedió en 2009 a Taulell. La emblemática marca de cerámicas había estado durante 22 años como fiel acompañante de la andadura del Baskonia y como marca principal en sus mayores gestas que le condujeron a la élite del baloncesto nacional y europeo.