74

61

Intentos estériles. Nadie puede echarle en cara que no innovara para tratar de revertir el signo de un partido que amaneció torcido. Puso en liza diferentes variantes (dos bases o dos ‘treses’ de forma simultánea) en busca de la remontada, aunque con poco éxito. Concedió una oportunidad de inicio a Blazic, pero el esloveno no respondió. Demasiados minutos para un Prigioni fuera de forma.

La visita a la isla fue una película de terror. Se le indigestó por completo al Baskonia un nuevo desplazamiento a Las Palmas, donde se vio atropellado al inicio por el Gran Canaria y no encontró una rendija para la remontada tras el intermedio pese a que dispuso de un buen número de oportunidades para meterse de lleno en la pelea. Tan abajo se vio el cuadro vitoriano y tanta ventaja concedió a su rocoso rival que la búsqueda del triunfo se convirtió en un ejercicio de fe casi mesiánico. No contrajo además ningún tipo de merecimiento un visitante que ofreció una de las peores versiones de la temporada y, por tanto, deberá seguir remando por la vitola de cabeza de serie de cara a la Copa en las tres jornadas que restan para la clausura de la primera vuelta.

Estaba avisado el Baskonia acerca de lo que podía suceder si no protagonizaba un comienzo poderoso, pero ese propósito acabó en agua de borrajas. Con el pesado lastre de un cuarto inicial pavoroso que dejó casi vista para sentencia la contienda, el conjunto alavés quedó herido de muerte e incapacitado para voltear el marcador. Para cuando se desperezó y entró en calor a base de impulsos individuales liderados por Beaubois, ya fue muy tarde. El Gran Canaria nunca perdió la tranquilidad y vivió de las rentas. Ni siquiera se inmutó cuando su rival se colocó a seis puntos (46-40). Fue el de los vitorianos un ejercicio de impotencia tras un partido de encefalograma plano en el que los estiletes ofensivos no pudieron sacar las castañas del fuego. Sin capacidad para correr y maniatado por la tela de araña amarilla, se esfumaron con demasiada facilidad las opciones de sumar un triunfo que alimentara la confianza antes del trascendental pulso ante el Maccabi y evitara los sudores fríos de cara al asalto a una de las cuatro primeras posiciones.

El Baskonia comprobó rápidamente la dureza del Gran Canaria Arena, una cancha últimamente hostil para sus intereses y en la que acumula más de cuatro años de abstinencia. Una infernal puesta en escena tiñó la velada de color amarillo. Nunca se ha visto tan sometido y desbordado en la presente campaña un grupo irreconocible que puso en liza un puñado de defensas fraternales y anotó una solitaria canasta en el primer cuarto por mediación de Budinger. Ver para creer en un equipo que si algo tiene es pólvora en las manos para aceptar cualquier intercambio de golpes. Fueron minutos aterradores e impropios de un teórico aspirante a todo en medio de un desbarajuste incomprensible.

Quedó reducido a cenizas en los albores del duelo un Baskonia menos generoso en el esfuerzo y más remolón a la hora de cumplimentar los deberes domésticos. Pésima selección de tiro ante el perfecto planteamiento defensivo de Casimiro, tibieza desesperante para capturar rebotes en su propio aro, pasividad más absoluta ante el oficio de un veterano como McCalebb, nulo acierto desde la larga distancia, un inagotable rosario de pérdidas... El estropicio causado por el Gran Canaria fue de dimensiones siderales (26-6) pese a que Sito Alonso innovó con diferentes quintetos. El técnico madrileño rebuscó en el banquillo sin encontrar la pócima de una reacción imposible ante el desmedido terreno concedido.

La intensidad insular contrastó con la candidez de un Baskonia descosido en todas las facetas y que purgó su impotencia para ser fiel al exitoso patrón que le viene abanderando durante este ejercicio. Únicamente Budinger escapó a la mediocridad generalizada en ciertos tramos y dejó algún destello para la esperanza con una iniciativa jamás apreciada hasta la fecha. La reprimenda de Sito Alonso debió ser de órdago tras el intermedio, ya que volvieron la sensatez y la cordura tras veinte minutos aciagos. Un parcial de 3-13 metió a los vitorianos en la pelea e hizo renacer las esperanzas con una buena producción ofensiva de Beaubois y Shengelia. Incluso dispuso el Baskonia de un puñado de ataques para recortar más la desventaja, pero el equipo azulgrana volvió nuevamente a las andadas hasta acabar desfigurado por un anfitrión al que ni siquiera le temblaron las piernas para hacer realidad su objetivo. En definitiva, un chasco monumental.

Infernal puesta en escena. El Baskonia estaba avisado acerca de lo que podía suceder si no arrancaba con los cinco sentidos puestos, pero se vio atropellado en un primer cuarto terrorífico donde flaqueó en defensa y anotó una solitaria canasta por mediación de Budinger.

Ni acierto ni ritmo. Al margen de oponer una intensidad por momentos fraternal, el conjunto vitoriano se quedó en unos guarismos impropios de su calidad y pegada en ataque. Su lectura ofensiva fue nefasta y tampoco pudo correr ante la tela de araña tejida por Casimiro.

Remontada estéril. La desventaja se vio recortada en varias ocasiones a solo seis puntos, pero ni por esas hubo algo de luz en la velada.

Tras contagiarse de la mediocridad colectiva al inicio, lideró el estéril intento de remontada tras el descanso con canastas de mérito. Dio el susto al sufrir un golpe en el tobillo.