vitoria - De auténtico buque insignia y guía espiritual que capitaneó en mayo de este año la sonada clasificación del Baskonia para la Final a Cuatro de Berlín a secundario de lujo en un Panathinaikos con numerosas amenazas en un completísimo juego interior. Con 33 primaveras recién cumplidas, Ioannis Bourousis tuvo el pasado verano el privilegio de poder elegir lo mejor para su futuro. Se lo rifaba prácticamente todo el mundo, incluso la mismísima NBA, y estaba en sus manos la posibilidad de ser cola de león en un transatlántico de su país o cabeza de ratón en Vitoria.
Alegando su deseo de estar cerca de los suyos en Atenas -donde también ejerce como empresario al regentar un restaurante- y tentado por una suculenta oferta por dos temporadas, el pívot griego optó por la opción más sentimental. Pese a los esfuerzos del Baskonia, declinó finalmente su continuidad en el Buesa Arena, el lugar donde completó una temporada de ensueño y su baloncesto alcanzó un nivel jamás apreciado en su dilatada carrera a nivel de clubes y selección.
Tras un ejercicio antológico que le permitió conquistar toda clase de reconocimientos individuales, Bourousis se ha humanizado en el Panathinaikos. Era previsible que no pudiera dar continuidad a su mágico papel en un equipo donde se sentía capitán general. Bastante pasado de kilos desde la pretemporada, le costó un mundo coger el tono físico ideal mientras tampoco era ajeno a la mala dinámica colectiva de un equipo que ha vivido momentos de verdadera zozobra hasta la destitución de Argyris Pedoulakis y el aterrizaje de Xavi Pascual. Ni en cuanto a liderazgo ni en cuanto a su discreta estadística, está exhibiendo con la elástica verde el dominio tan aplastante como en su época dorada de Vitoria.
Incluso es el tercer pívot de la poderosa rotación interior helena, eclipsado por dos jugadores muy móviles como Demetris Nichols y Chris Singleton. El técnico de Gavá tiene mucho y bueno donde elegir, ya que al veterano Antonis Fotsis acaba de sumarse el atlético Kenny Gabriel, recambio del lesionado James Gist. Huérfano de tanto protagonismo y fuera del foco principal, los promedios de Bourousis no son para echar cohetes: unos escuálidos 8,6 puntos, 5 rebotes y 0,9 asistencias en 17 minutos de juego.
Mientras acostumbraba a alcanzar con naturalidad las dobles figuras a las órdenes de Perasovic, su dictadura se ha visto resentida en un pujante Panathinaikos que va de menos y más. Posiblemente tampoco necesite Pascual su versión más explosiva ante las solventes alternativas que maneja en la pintura.
Antes de que recibiera sobre la bocina la llamada de Josean Querejeta en el verano de 2015 para ocupar la vacante del cuestionado O.D. Anosike y de paso desoir los cantos de sirena procedentes del baloncesto chino, se sabía de Bou que era un pívot con pedigrí, dotado de oficio y curtido en mil batallas dentro del Viejo Continente. Sin embargo, ni en las previsiones más optimistas pudo pensar alguien que se convertiría en un interior tan determinante e influyente bajo la tutela de Perasovic.
detonante del cambio A lo largo de muchos meses, el barbudo gigante nacido en Karditsa tiranizó la zona en la ACB y la Euroliga. Omnipresente en todas las facetas, lideró con puño de hierro a un Baskonia que alcanzó cotas insospechadas. No es que el mérito de que el maratoniano azulgrana recuperase el prestigio y su grandeza perdida fuera de las fronteras le perteneciera exclusivamente a él, pero sí fue el detonante del cambio de cara experimentado por los alaveses. Fue el líder, dentro y fuera de la cancha, que precisa todo equipo para ser competitivo.
La ascendencia del griego fue más allá de unos números simplemente extraordinarios. Llevó la voz cantante en el vestuario, donde moderó el carácter visceral de dos purasangres incontenibles como Adams y James, y asumió los galones propios de una estrella a la que todos siguen a pies juntillas. En definitiva, el jugador de mayor impacto en el Baskonia desde la marcha del gran Tiago Splitter allá por 2010. Lástima que su reinado no sirviera para conducir algún título a las vitrinas de un Buesa Arena al que puso en pie casi todas las noches.
Paseando por Vitoria un extravagante cuatro por cuatro de color pistacho de la marca Mercedes, Bourousis se ha ganado el cariño eterno de los aficionados azulgranas, los mismos que en más de una ocasión recriminaron sus discutibles modales o con los que protagonizó varios encontronazos verbales cuando militaba en el Olympiacos o el Real Madrid. Por eso, seguro que más de uno le perdonará hoy si comete la afrenta de volver por sus fueros ante el equipo con el que disfrutó como nunca del baloncesto.
Estadística. Promedia 8,6 puntos, 5 rebotes y 0,9 asistencias en 17 minutos de media. No ha conseguido dobles figuras en ningún partido continental.
Papel de reserva. Únicamente ha sido titular en dos ocasiones desde el arranque de la Euroliga. Tal y como sucedía en el Baskonia, ejerce el papel de revulsivo saliendo desde el banquillo.
Malos porcentajes. No está siendo tan dominante como en su etapa en el Buesa Arena. De hecho, promedia un 45% en tiros de dos (27 de 60) y un 28% en triples (7 de 25).