vitoria - El Buesa Arena acogerá mañana a dos protagonistas inmersos en rachas opuestas. El baloncesto nunca es una ciencia exacta, pero las dinámicas en las que se encuentran hoy en día Baskonia y Barcelona dejan poco margen a la duda acerca de quién debe ser considerado el favorito en la jornada de este miércoles. Mientras el cuadro vitoriano mantiene una cotización elevada y está ubicado en una situación inmejorable en la tabla gracias a una solvencia digna de elogio, su apurado rival se encuentra en horas bajas y demasiado rezagado para el astronómico presupuesto que maneja. Ni gana ni convence con un baloncesto de pocos quilates pese al enésimo derroche del verano para intentar configurar un proyecto faraónico que dejase atrás los sinsabores de ejercicios anteriores.

La lógica apunta a que el Baskonia debería dar buena cuenta de un ogro culé obligado a resucitar cuanto antes para calmar a un entorno cada vez más desencantado. Separados por tres victorias en la clasificación, al maratoniano alavés se le presenta una oportunidad de oro para hurgar en la herida catalana y abrir más tierra de por medio con respecto a un rival herido en su orgullo. El Barcelona podría quedar a una distancia considerable en caso de perder en la cancha de Zurbano. Pese a que la fase regular de la Euroliga resulta interminable y abre la puerta tanto a resurrecciones milagrosas como a hundimientos inesperados, el Baskonia deberá hacerse nuevamente fuerte en casa ante un visitante lejos de las expectativas y cuya errática trayectoria viene justificada, en parte, por su alarmante debilidad lejos del Palau.

Cuatro derrotas consecutivas -que se elevan a cinco en los últimos seis partidos de Euroliga- totalizan los discípulos de Giorgios Bartzokas a domicilio tras haber sucumbido sucesivamente ante el Olympiacos (59-52), el Galatasaray (78-64), el Efes (72-68) y el CSKA (92-76). En todas esas salidas, el Barcelona ha dado muestras de una incapacidad alarmante que sorprende a propios y extraños. Se trata de un grupo de lo más inestable y con una dependencia desmedida de Rice, reclutado este verano a golpe de talonario del Khimki para cubrir la vacante de Satoransky y el único blaugrana que se está salvando de la quema en la mediocre temporada firmada por un equipo impotente a la hora de discutir la supremacía del Real Madrid en los últimos años.

Apenas hay destellos reseñables de los nuevos fichajes como Claver o Koponen, las lesiones -algunas de larga duración como Lawal y Ribas- no han dado respiro, el paso de los años sigue golpeando a un Navarro más fuera que dentro de la cancha y el juego interior carece de respuestas contundentes. Un cóctel explosivo que deja al rival baskonista en una situación muy delicada.

Mientras quedan ya muy lejos las dos victorias cosechadas por los blaugranas lejos del Palau en la presente edición continental -las selladas en Kazan y Tel Aviv-, el otro dato que invita al optimismo es que el Baskonia es un conjunto prácticamente inabordable como anfitrión. Se ha impuesto en cinco de sus seis partidos en el Buesa, donde solo se estrelló ante ese un muro de hormigón llamado Olympiacos.

Las estadísticas, el estado de forma, las inercias y el factor cancha están con el cuadro dirigido por Sito Alonso, que además deberá aprovechar el subidón anímico derivado del posible debut de Prigioni, el gran foco de interés en los prolegómenos del duelo si bien está por ver si el técnico le hará jugar por espacio de algunos minutos. Ante su reciente llegada a la capital alavesa y el poco acoplamiento tanto a sus compañeros como a los esquemas, el timón azulgrana puede recaer tan solo en Larkin y Luz. Con todo, la prudencia será la mejor consejera para iniciar con buen pie una semana de órdago con doble enfrentamiento europeo. El viernes aguarda en el OAKA el Panathinaikos de Bourousis y James.

Baskonia (8-4). Encadena tres victorias consecutivas en la Euroliga y es uno de los conjuntos más solventes como anfitrión. Ha ganado esta temporada en el Buesa Arena cinco de los seis partidos disputados, viéndose derrotado tan solo por el Olympiacos. Con tres victorias de diferencia sobre el noveno clasificado, ocupa la cuarta posición de la clasificación igualado con el segundo y el tercero.

Barcelona (5-7). Llega al Buesa Arena en horas bajas y acuciado por una trayectoria errática que le ha llevado a caer en cinco de los últimos seis encuentros a nivel continental. Su debilidad lejos del Palau está detrás de sus apuros clasificatorios, como lo denotan sus graves cuatro derrotas consecutivas ante Olympiacos, Galatasaray, Efes y CSKA. Tiene todavía a tiro la octava posición, pero mucho deberá mejorar si quiere meterse en la pelea por uno de los cuatro primeros lugares que garantiza la ventaja de campo en la eliminatoria previa a la Final a Cuatro.