Lo ganó, lo perdió y lo volvió a ganar. El Baskonia encontró ayer a miles de kilómetros de distancia un tesoro en la gélida Kazan, donde vivió una montaña de emociones para acabar finalmente con el pecho henchido y su autoestima si cabe más reforzada. Tras un partido repleto de vaivenes en el que ambos protagonistas se perdonaron la vida mutuamente durante varias fases, el cuadro vitoriano pescó uno de sus triunfos que pueden valer su peso en oro dentro unos meses cuando se enfile el camino hacia la Final a Cuatro de Estambul. Y su situación de privilegio se vio refrendada a orillas del Volga por un héroe indiscutible empeñado por fin en enseñar su madera de líder.
Tornike Shengelia, tan maltratado por las lesiones desde su llegada a Vitoria y cuestionado entre otras cosas por su falta de carácter, reclamó la palabra en un momento crítico para propiciar el subidón final. A más de uno le habría temblado el pulso, pero el georgiano mostró unos nervios de acero a la hora de convertir los tiros libres del triunfo a falta de 1,9 segundos para el epílogo. Con anterioridad, Toko también había mostrado una fiabilidad asombrosa desde la personal que mantuvo vivas las constantes vitales de un Baskonia desbordado en labores de contención.
Con un porcentaje casi inmaculado en una especialidad que le ha llevado esta temporada por la calle de la amargura, Shengelia sofocó el intento de rebelión protagonizado por las dos grandes pesadillas del Unics. Colom y Langford, un killer demoledor, estuvieron a punto de enviar a la lona al cuadro vitoriano, agarrado con tesón a un partido completamente loco que pudo caer de cualquier lado. La puntería del andorrano desde el perímetro, eso sí pésimamente defendido por Larkin, provocó sofocones, igual que la maestría del estadounidense para convertir canastas de todos los colores pese a los distintos defensores que le encomendó Sito Alonso.
El suspense se apoderó del Basket Hall Kazan en un desenlace interminable. Más de dos horas fueron necesarias para dilucidar el ganador, aunque lo mejor quedó reservado para el final tras un duelo de constantes alternativas en los que el Baskonia aprovechó la salida a cancha de Banic para neutralizar el dominio inicial de los rusos y posteriormente se hinchó a recuperar balones en defensa cada vez que subió líneas y presionó en toda la pista. El problema residió en que paseó esta actitud con cuentagotas y la calidad del Unics posibilitó la voltereta tras el intermedio.
En menos de diez segundos, se contabilizaron ocho puntos en medio de una cascada de tiempos muertos que prolongaron la incertidumbre. Primero golpeó de forma magistral Larkin (88-90) con un triple frontal propio de la estrella más rutilante. Cuando el Baskonia se sentía ganador, llegó una respuesta igual de contundente por parte del mayor pistolero de la Euroliga. Langford, completamente solo tras recibir varios bloqueos, ejecutó una jugada de tiralíneas desde el 6,75 que volvía a poner a los rusos por delante (91-90).
Quedaba todavía una última bala en la recámara y el balón cayó en las manos del azulgrana más inesperado. Cuando todo hacía indicar que la responsabilidad recaería en Larkin o Beaubois, Shengelia recibió a muchos metros del aro y se lanzó raudo hacia la canasta. Le interceptó de manera ilegal Antipov y los árbitros señalaron la consiguiente falta. Con una sangre fría pasmosa, el georgiano convirtió los dos. Con todo, restaba margen para el sufrimiento, pero el intento a la desesperada de Langford ni siquiera rozó el aro.
Explosión de júbilo y paso de gigante hacia los cuartos de final de la Euroliga con la octava victoria de la temporada. Asentado por méritos propios en la zona noble y con una munición indudable en la reserva (Bargnani, Sedekerskis y el recién llegado Prigioni), el Baskonia no quiere poner freno a su ambición en la edición más glamurosa de la historia. Pocos, por no decir nadie, veían en él a un sólido aspirante cuando se dio el pistoletazo de salida. A corto plazo debe confirmar estas óptimas sensaciones en la recta final del año ante Barcelona, Panathinaikos y Maccabi.
La personalidad de Toko. El georgiano fue el indiscutible héroe en Kazan. No solo mostró una actitud digna de elogio para propiciar infinidad de pérdidas de los rusos, sino que mostró madera de líder para anotar ocho puntos decisivos desde el tiro libre en el último cuarto.
Dos pesadillas locales. Entre un desatado Colom y Langford, el mejor ‘pistolero’ de la Euroliga, anotaron 51 puntos. Más de la mitad de los logrados por el Unics, que aprovechó la mala defensa azulgrana en el perímetro.
Final de infarto. Lo ganó el Baskonia con un triple de Larkin, pareció perderlo con otro de Langford y finalmente se llevó el gato al agua gracias a la sangre fría del georgiano.