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Confianza a Ilimane. Tras la pájara vivida hace un mes que costó feas derrotas en ACB y Euroliga, el Baskonia ha recuperado las grandes sensaciones del inicio de la temporada subiendo de forma notable el tono defensivo. Ante la enésima ausencia de Andrea Bargnani, la apuesta por el senegalés en el cinco titular resultó clave para colocar bien alto el listón de la intensidad.
vitoria - El cartel del partido parecía sumamente atractivo antes del salto inicial y la teoría apuntaba a una noche de cuchillos afilados ante la amenazadora llegada del único verdugo del CSKA en la presente Euroliga, pero el Baskonia se encargó de dinamitar cualquier tipo de lógica. A la chita callando pero con una cadencia constante y una fiabilidad máxima como local que invita al optimismo, el conjunto vitoriano vivió otra noche mágica y se mantiene en la zona noble. Con otra demostración defensiva digna de alabar, empequeñeció a un penoso Darussafaka sin que le hiciera falta esta vez recurrir a su desbordante talento. Si el grupo de estilistas en manos de Sito Alonso acierta a dar continuidad en los próximos meses a esta sobriedad en labores de contención, nadie puede poner límites al techo del equipo en la máxima competición. Pocos rivales le toserán si esgrime este nivel de intensidad.
Mientras otros ogros del Viejo Continente muestras síntomas de debilidad y comienzan a quedarse rezagados en esta maratón de la fase regular, el Baskonia continúa facturando victorias a un ritmo vertiginoso. La última víctima azulgrana fue un Darussafaka de lo más lánguido, sumamente espeso para leer la pegajosa defensa local y carente de un mínimo de clarividencia para instalar la zozobra en algún instante. Le devoró de principio a fin un anfitrión vitoriano repleto de determinación y sobrado de hambre. Ni en los sueños más optimistas podía haber imaginado alguien un paseo militar como el rubricado por un Baskonia decidido a sentenciar la velada por la vía rápida y a no levantar el pie del acelerador pese a la comodidad del marcador.
Bargnani causó baja a última hora, pero nadie añoró a un pívot de porcelana que no se distingue precisamente por su capacidad de sacrificio. El cuadro vitoriano vulgarizó hasta límites insospechados a Darussafaka, que se estrelló contra un muro de hormigón. Con un presupuesto faraónico para fichar en verano lo que se propuso, ni siquiera opuso algo de alma y vergüenza torera para sostenerse en pie un mísero cuarto. De no mediar el maquillaje de Anderson en los minutos de la basura, sus guarismos ofensivos habrían sido todavía más raquíticos.
ilimane, un molino de viento La apuesta por Diop en el cinco titular reportó óptimos dividendos a Sito Alonso, obligado a conceder la alternativa a un joven que destila intensidad por todos sus poros y cuya colosal envergadura cerró el camino del aro a todos los jugadores visitantes. La del senegalés fue una exhibición portentosa que no se vio premiada con creces por la estadística. Con Bargnani fuera de foco de forma misteriosa, el azulgrana más joven reivindicó su sitio en la pintura ahuyentando a todos los pívots rivales con tapones de todos los colores, cambiando infinidad de tiros y contagiando su raza a los compañeros.
Ningún motivo dejó el Darussafaka en el Buesa Arena para sentirse un aspirante de pleno derecho a la Final Four. Ni siquiera al Top 8 por lo visto en la cancha de Zurbano, donde todas las supuestas estrellas de Blatt se vieron difuminadas por el salvaje despliegue físico alavés. El Baskonia cuajó una actuación defensiva ciertamente imperial, pero los despropósitos en el tiro de Wanamaker, Clyburn y compañía también pusieron su granito de arena para que la tropa de Sito sumara un plácido triunfo con más suficiencia y contundencia de la esperada.
Pese a su falta de acierto desde el perímetro o la ausencia de un banquillo tan profundo como en otras ocasiones, el Baskonia bailó por momentos a uno de los nuevos ricos del Viejo Continente. Y lo hizo a contracorriente y sin sus armas habituales. Poco importó esta vez la falta de contragolpes o la escasa puntería de sus tiradores ante la tiranía de Larkin en la dirección, los destellos de calidad de Beaubois, la efervescencia del incansable Hanga o el dominio interior de Shengelia y Voigtmann, arrolladores entre el final del primer cuarto y el inicio del segundo para que la formación azulgrana abriera el boquete definitivo. Sobró una segunda mitad que apenas sirvió para prolongar la agonía del Darussafaka mientras el técnico madrileño oxigenaba a sus pesos pesados. Los lujos que solo se permiten los grandes.
Inabordable atrás. El Baskonia dio continuidad ante los turcos a su magnífico despliegue defensivo de los últimos partidos. No le hizo falta esta vez prodigarse en exceso a la carrera o tener un día atinado desde el 6,75 para someter a un Darussafaka desfigurado por la intensidad azulgrana. Las teóricas estrellas de David Blatt pasaron desapercibidas en el Buesa Arena.
Ilimane muestra el camino. Ante la baja de Bargnani, el senegalés quiso enseñar a todos que está preparado para ser esa muralla predestinada a cambiar tiros y realizar un espectacular trabajo de intendencia. Sus compañeros se contagiaron de su espíritu y el Baskonia rompió el partido en el primer cuarto.
No le hizo falta estrenar su casillero para erigirse en un valladar defensivo y mostrar el camino de la victoria a sus compañeros. Un gigante que resultó un muro para sus pares.