vitoria - Al margen de su propia aportación sobre el parqué, la incorporación de Pablo Prigioni a la disciplina del Baskonia tendrá también un importante efecto colateral en el combinado vitoriano. Con su llegada, el club contará con trece jugadores del primer equipo. Es decir, uno más de los que puede alinear en cada uno de sus compromisos oficiales. Esta circunstancia es completamente novedosa en una entidad como la de Zurbano, que tradicionalmente ha destacado siempre por disponer de equipos muy justos de elementos y no acometer gastos evitables. Sin embargo, a partir de ahora Sito Alonso dispondrá de un fondo de armario muy poco habitual pero que debe reportar consecuencias muy positivas.

Sin duda una de las principales razones que han llevado a los responsables del combinado del Buesa Arena a dar este paso adelante es el nuevo formato de la Euroliga que ha entrado en vigor este curso. El desgaste -como consecuencia del aumento de partidos y desplazamientos- al que está sometiendo a todos los equipos que participan en el torneo es enorme y los más poderosos económicamente disponen incluso de planteles de quince o dieciséis piezas. No alcanza para tanto el potencial azulgrana pero, al menos, sí para dar paso a una situación prácticamente inédita hasta el momento.

Porque si en algún momento había ocurrido algo similar ha sido como consecuencia de la llegada de algún temporero para cubrir la baja de un lesionado y la coincidencia de la vigencia de ambos contratos. En este caso, en cambio, se trata de una clara apuesta por dotar de una mayor amplitud a una plantilla que debe acometer desafíos muy importantes. Ya en el inicio del curso el grupo puesto a disposición de Sito Alonso se antojaba uno de los más profundos de la historia de la entidad, ya que únicamente el joven Sedekerskis carece de una experiencia importante en la alta competición. La incorporación de Prigioni aumenta todavía más esta percepción.

Ahora bien, disponer de trece jugadores acarrea también la obligación de gestionar con acierto el vestuario. Como contrapartida a la dosificación de los esfuerzos y al mayor descanso que permitirá surge el hecho inevitable de tener que dejar a un jugador sin la opción de jugar en cada encuentro. La normativa solo permite doce fichas por contienda y, si no se maneja bien el grupo, se puede correr el riesgo de perder al sacrificado.

No obstante, la diferente legislación que rige la ACB y la Euroliga llevará a que, muy probablemente, el descartado no sea siempre el mismo. Por lo que respecta a la competición continental no existe restricción alguna, por lo que el entrenador azulgrana podrá tomar su decisión con absoluta libertad. En el torneo doméstico, en cambio, es obligatoria que cada equipo disponga como mínimo de cuatro jugadores con la condición de cupo entre los citados para cada choque. Como consecuencia, Rafa Luz, Sedekerskis, Shengelia e Ilimane Diop no podrán ser en ningún caso los que se queden sin vestirse de corto. El sacrificado, por lo tanto, deberá salir de entre los otros nueve integrantes de la plantilla.

Existe la opción, en cualquier caso, de que el elegido vaya variando jornada a jornada en función de las necesidades del equipo y eso, sin duda, es una de las grandes ventajas de poder disponer de una plantilla amplia. Además, claro está, de la posibilidad de poder cubrir de inmediato una posible lesión y que, de otra manera, dejaría al grupo cojo. Algo que, desgraciadamente, ya ha sucedido al Baskonia esta campaña. Por otro lado, la amenaza de poder quedar fuera de la convocatoria llevará a todos los jugadores a tratar de elevar al máximo su nivel tanto en los entrenamientos como en los partidos lo que, evidentemente, redundará en beneficio del colectivo. Efectos colaterales positivos, en definitiva, de la llegada de Prigioni.