vitoria - Hubo un tiempo en el que los grandes de Europa hacían acopio de centímetros, músculo y kilos en la zona para afrontar con las máximas garantías la lucha por el reinado continental. Como si fuera la pócima que asegurase el éxito final, se extendió la idea de que parecía imprescindible contar en la plantilla con algún espigado poste por encima de los 2,10 metros para imponer respeto entre los rivales. Eran piezas codiciadas y caras con el problema añadido de que escaseaban en el mercado y obviamente todos se peleaban por un mismo objetivo.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte algo ha cambiado y se está imponiendo un cambio de mentalidad respecto al perfil del pívot que debe completar un equipo. Algunos grandes de Europa han dado un brusco carpetazo a los prejuicios existentes sobre la estatura de los hombres de la pintura y anteponen ya la movilidad, la explosividad física o la intensidad como virtudes primordiales. Los ejemplos son innumerables con Dorsey (Barcelona), Birch (Olympiacos), Dunston (Efes), Udoh (Fenerbahce) o Hunter (Real Madrid) como exponentes de la deriva hacia un poste extremadamente físico. En su composición de plantilla, el Baskonia ha rechazado esta vez de pleno el desembarco de un jugador de estas características. Fichado Voigtmann, cuando se puso a tiro Bargnani se decantó por el talento en lugar del músculo.
Pero si hubo alguien que marcó el cambio de tendencia en los comienzos de esta década, ese no fue otro que Kyle Hines. En una escuadra como el CSKA repleta de estrellas, permanece algo eclipsado y su trabajo siempre es el más ingrato de todos. Lo suyo es brindar los vulgarmente conocidos en el baloncesto moderno como intangibles: dureza y ayudas en defensa gracias a un buen desplazamiento lateral, fuerza reboteadora y también contundentes bloqueos para que algunos compañeros, en este caso Teodosic y De Colo, plasmen su desbordante talento sobre la cancha.
Por algo este pequeño gigante de apenas 198 centímetros, con 30 años y 111 kilos de peso, fue arrebatado a golpe de talonario por los rusos al Olympiacos hace cuatro temporadas. El de Nueva Jersey, cuyas primeras experiencias europeas tuvieron lugar en el Veroli Basket italiano y el Brose Baskets alemán, venía de ser uno de los escuderos ideales de Spanoulis para la conquista de dos coronas consecutivas de la Euroliga (2012 y 2013) y el club del Ejército Rojo puso toda la carne en el asador para que emprendiera un nuevo desafío en su carrera. Propiedad de Misko Raznatovic y con contrato en vigor en Moscú hasta junio de 2017, ahora se ha convertido en uno de los termómetros más fiables del vigente monarca continental.
Voigtmann y Bargnani, bastante livianos, reacios a menudo al cuerpo a cuerpo y acostumbrados a moverse lejos del aro, pasarán este viernes una prueba de fuego ante el interior más atípico de la competición. Con una estatura raquítica pero un físico portentoso, Hines se deja sentir como casi nadie debajo de los aros e impone un respeto atroz en una Euroliga donde los pívots realmente dominantes empiezan a pasar a mejor vida. Una auténtica roca contra la que no es aconsejable chocar, tal y como han padecido en sus carnes otros hombres altos del Baskonia en el pasado reciente. Caso de haber contado con algún centímetro más, nadie duda de que habría protagonizado una trayectoria exitosa en alguna franquicia de la NBA.
En su cuarta temporada en Moscú, y ante los persistentes problemas físicos de Joel Freeland en su hombro, Hines se ha asentado como una pareja ideal para el versátil Vorontsevich en la zona de Itoudis. Su poderío físico resultó básico para que el CSKA pusiera fin en mayo de este año a sus reiterados y sonados fracasos en la Final Four. De Colo fue designado MVP en Berlín, pero el estadounidense también se ganó su merecido reconocimiento. Escogido como Mejor Defensor de la competición, es uno de esos obreros impagables y brinda el equilibrio imprescindible a un conjunto rebosante de calidad en sus puestos exteriores.