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Pocos escenarios existen dentro del mundo del baloncesto más calientes y ruidosos que el Kombank Arena en el que compareció ayer el Baskonia. El pabellón del Estrella Roja, que albergará la Final Four de 2018, es un auténtico infierno en el que los visitantes se ven obligados a purgar sus pecados de manera casi irremisible. Las imágenes que ha ido ofreciendo a lo largo de los años permanecen fijadas en la memoria colectiva como claro ejemplo de lo que puede llegar a intimidar una afición y, cada curso que pasa, se superan. Sin embargo, anoche ese incandescente infierno se convirtió en un irreconocible remanso de paz y tranquilidad por obra y gracia del combinado de Sito Alonso. El Baskonia silenció el Kombank con una actuación repleta de consistencia y, por fin, pudo inaugurar su casillero de triunfos ante los serbios.
Un éxito trabajado paso a paso desde el arranque de la contienda. Un duelo en el que prácticamente siempre llevó la iniciativa y cortó de raiz cualquier tímido intento de rebelión local. Fue tan sólido que ni siquiera permitió a su oponente colocarse por delante en el marcador salvo con el 1-0 que abrió las hostilidades. Sin la posibilidad de vislumbrar un mínimo rayo de esperanza para creer en la remontada, a los fieron hinchas locales no les quedó otro remedio que irse transformando en mansos espectadores de la derrota de su equipo.
De entrada, Sito Alonso por un quinteto inicial novedoso con la presencia de Beaubois y -sobre todo- Tillie junto a los habituales Larkin, Hanga y Voigtmann. Y lo cierto es que dio sus frutos, puesto que el francés fue el más acertado en el primer acelerón del conjunto azulgrana. Gracias a él adquirió seis puntos de renta que le dieron la tranquilidad suficiente para poder mantener la apuesta por el plan trazado. Sin la voracidad ofensiva de ocasiones precedentes pero con una actividad defensiva sensiblemente mayor, convertía cada ataque del Estrella Roja en una tortura para el plantel balcánicom, que se topaba con enormes dificultades para encontrar el camino hasta el aro.
Ni siquiera la entrada en pista de la segunda unidad en el tramo final de este periodo alteró el ritmo vitoriano. Mención especial merece el recién llegado Chase Budinger, que pisó el parqué por vez primera a falta de 2.18 para la conclusión del cuarto y completó una actuación más que notable teniendo en cuenta que se trataba de la primera toma de contacto con sus compañeros. El americano demostró que puede aportar en diferentes aspectos del juego y se ganó una buena ración de minutos en su estreno.
Apoyado en él y en Larkin -acertado en la dirección- y Voigtmann, el Baskonia fue capaz de pegar otro pequeño arreón durante el segundo cuarto para alcanzar el descanso con nueve esperanzadores puntos de renta (28-37). Y, más importante todavía, ofreciendo la sensación de tener el duelo perfectamente controlado ante un rival incapaz de encontrar argumentos para darle la vuelta a la tortilla.
El paso por los vestuarios permitió a Radonjic levantar un poco los ánimos de sus discípulos y el regreso a la pista del Estrella Roja estuvo acompañado de un intento de reacción más sustentado en el corazón que en la convicción de que fuera posible. A cinco puntos (48-53) llegó a acercarse en el marcador pero la tímida rebelión fue sofocada de inmediato con un 0-6 de parcial que dejó las cosas otra vez en su sitio (48-59 a falta de los diez minutos finales).
En este cuarto final volvió a repetirse la historia del precedente. Con ambos conjuntos más acertados en la destrucción que ante el aro rival, se mantuvieron las distancias hasta que cinco puntos consecutivos locales llevaron el marcador hasta el 61-66. En otro momento podría haber sido una situación inquietante pero ayer el Baskonia no estaba dispuesto a consentir insurgencias y tiró de oficio para silenciar definitivamente el Kombank Arena.
Llevó la iniciativa. El Baskonia consiguió ayer llevar la iniciativa prácticamente a lo largo de todo el encuentro, tanto sobre el parqué como desde el banquillo. Sito Alonso le ganó la partida a su colega Radonjic -que también fue candidato a entrenar al cuadro vitoriano- y acertó con los movimientos de las piezas. Gran trabajo defensivo del conjunto pese a los problemas con las faltas de algunos jugadores.
El estadounidense dirigió con acierto el juego del equipo y cuando hizo falta su aportación anotadora no dudó tampoco en asumir la responsabilidad de buscar la canasta.