barcelona - Si dentro de unos años algún aficionado se encuentra con el partido disputado ayer en el momento de ordenar su videoteca, perfectamente podría cometer el error de incluirlo dentro de una temporada que no le corresponde. Porque, desgraciadamente, el Baskonia regresó en Barcelona al pasado. Concretamente a su pasado más negro. Ese que parecía definitivamente desterrado con la enorme resurrección del presente ejercicio y que había manchado peligrosamente su expediente durante los últimos años. El Laboral Kutxa ni siquiera compareció ayer en el Palau Blaugrana. Sí lo hizo físicamente pero desde luego al cuerpo no le acompañó la mente. Esa estaba en otro lugar. Vaya usted a saber cuál. Fuera el que fuera, resulta difícilmente admisible una puesta en escena así cuando está en juego nada menos que el posible acceso a la final de la ACB.

El equipo optó por no presentarse a la batalla y confiar quizás en que el adversario le regalase la victoria. Como cae por su propio peso, una absoluta quimera. El esfuerzo constante y la garra que han sido dos de las principales señas de identidad de este Baskonia desde que se inició la competición no aparecieron por ningún lado y, con semejante escenario, el Barcelona ni siquiera necesitó mínimamente el acelerador para infligir una derrota sonrojante al cuadro vitoriano. Y más allá de la ya de por sí durísima derrota y la situación en la que queda este play off de semifinales, lo más preocupante son las heridas y los interrogantes que se abren de nuevo.

El duelo había arrancado con sorpresas por parte de Velimir Perasovic, que introdujo una doble variación respecto a lo que estaba siendo habitual en los últimos compromisos. De esta manera, el recién llegado Roll estrenó titularidad para escoltar a Adams desde el puesto de dos y desplazar a Hanga a su posición natural de tres. Además, en la zona fue Ilimane Diop el elegido para actuar desde el inicio en lugar de Planinic. Con esta novedosa fisonomía, el Baskonia dio el primer paso y se adelantó en el marcador gracias a un triple de Roll después de haber movido con criterio la pelota. Fue, sin embargo, solo un señuelo para las esperanzas azulgranas, que no tardaron en comenzar a desinflarse.

Porque con el discurrir de los minutos todo ese buen tino inicial se fue al garete. Empezando por el acierto en el tiro. Pese a conseguir posiciones cómodas de lanzamiento los jugadores del Laboral Kutxa demostraron una y otra vez que su punto de mira estaba claramente desajustado y el aro se empeñó en escupir sus lanzamientos de manera reiterada. Y como suele sucederle a este equipo cuando no goza de puntería, trasladó sus errores a todas las demás facetas de su juego. Como consecuencia, los pases con un mínimo de intención comenzaron a brillar por su ausencia y el juego vitoriano se convirtió en un peligroso correcalles del que el Barcelona no tardó en sacar un jugoso rendimiento. Sobre todo, porque todos esos errores estuvieron acompañados desde el primer balón al aire de una absoluta falta de trabajo, intensidad y actitud defensiva.

Así, cuando tras unos primeros instantes de titubeos el Barça respondió al triple inicial de Roll con un parcial de 13-2 prácticamente el partido quedó finiquitado. Y eso que restaban más de treinta minutos de juego por delante. Pero las sensaciones eran más que evidentes y el paso del tiempo no hizo más que confirmarlas. Durante el segundo cuarto la ventaja local se fue estirando hasta los quince puntos (43-28) y cuando el paso por los vestuarios se contemplaba como la única mínima opción de redención baskonista, el equipo volvió a dispararse en el pie y encajó otro demoledor 12-5.

A partir de ese instante el Laboral Kutxa tiró definitivamente la toalla -solo Hanga mostró un mínimo de orgullo para seguir peleando- y se dedicó a dejar pasar los minutos mientras el Barcelona disfrutaba del regalo sin hacer demasiada sangre. Afortunadamente, estos es un play off y el equipo puede regresar al futuro, a su presente de este curso, en el siguiente partido.

Pésimo acierto. El Baskonia presentó una carta de tiro lamentable a lo largo de todo el encuentro y esa falta de acierto le llevó a trasladar todos sus muchos errores al resto de facetas del juego.

Superado en el rebote. El Barcelona fue amo y señor de las zonas y gracias a su superioridad en el rebote pudo jugar como quiso.

Sin referencias. Los habituales líderes naturales del Laboral Kutxa, Bourousis y Adams, tuvieron un día absolutamente negro y dejaron al equipo huérfano.

Escasa actitud. El esfuerzo, la lucha y la garra que han caracterizado a este equipo todo el curso ayer brillaron por su ausencia.

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Incapaz de darle la vuelta. Cuando el Baskonia desapareció de la pista a las primeras de cambio, desde el banquillo tampoco llegó ningún movimiento que permitiera soñar siquiera con darle la vuelta a la situación. Trató de sorprender con el quinteto inicial pero a partir de ahí poco más. Minutos de castigo a referencias como Bourousis y Corbacho continúa sin jugar.

El jugador húngaro fue el único del equipo que mostró la actitud necesaria. Luchó en todo momento pese a la debacle y su rendimiento estuvo cerca de sus números habituales.