Berlín - Últimas horas en Berlín, últimos momentos para el recuerdo. Superado, en parte y a duras penas, el varapalo de la derrota del viernes ante el Fenerbahce, toda la expedición baskonista apuró ayer domingo su estancia en Berlín antes de disputar por la tarde el partido por el tercer puesto para hacer algo de turismo, visitar los enclaves típicos de la capital alemana y, sobre todo, agradecer públicamente a la afición todo lo que estos días ésta le ha entregado al equipo a pesar del mazazo ante los turcos. Quizá uno de los más llamativos en este sentido fue el francés Kim Tillie, que horas antes de regresar al Mercedes Benz Arena para medirse al Lokomotiv Kuban lanzaba: “Tenemos que hacer un buen partido para los aficionados porque son enormes y porque también nos va a servir para coger confianza para el resto de la temporada, donde tenemos objetivos importantes”. Erró. Sus intenciones, como las de Hanga -“Tenemos que ganar por nuestra afición, que es importantísima”, dijo-, cayeron en saco roto, sin embargo no hubo nada que reprochar. Ni lo hizo Peras ni por supuesto la afición, que de nuevo estuvo pletórica a pesar de la derrota ante el conjunto ruso.

sin sorpresas Aunque el equipo trató de tirar de orgullo para lograr el premio de consolación, ni las piernas ni la cabeza terminaban por congeniar, así que el desenlace final no sorprendió a nadie. Como respuesta ante el nuevo bajonazo, el sector baskonista se encargó de levantar nuevamente la moral de la tropa, conscientes del tremendo esfuerzo llevado a cabo por un grupo de jugadores que a lo largo de la presente Euroliga se han ganado a pulso el apelativo de guerreros. Y así animaron sin descanso hasta el final en lo que quizá ya es algo habitual para el público vitoriano pero que para los rivales, en cambio, continúa siendo una agradable sorpresa.