Berlín - El electrónico del Mercedes Benz Arena marcaba 2.17 para el final del partido y el Laboral Kutxa, tras dos tiros libres anotados por Kim Tillie, se situaba con cinco puntos de renta (65-70) ante un Fenerbahce que daba sensación de haber quemado ya todas sus naves. Prácticamente degustaba el Baskonia el pase a la final, la acariciaba con la punta de los dedos. Pero a partir de ese momento se produjo o doloroso apagón en la ofensiva vitoriana. La clarividencia brilló por su ausencia, se echaron de menos las buenas decisiones y el balón comenzó a quemar en exceso. Apenas dos puntos, mediante tiros libres de Ioannis Bourousis y Darius Adams, consiguió en esos 137 segundos el equipo de Velimir Perasovic. Empate a 72 tras parcial 7-2 final de los otomanos y el partido se fue a una prórroga que ya no tuvo historia. El Baskonia circulaba ya a oscuras por la cancha y ni siquiera fue rival para el equipo de Zeljko Obradovic en esos cinco minutos extraordinarios en los que solo fue capaz de conseguir otros tantos puntos ante la avalancha amarilla. Hasta los 16 puntos se fue el Fenerbahce en esa prórroga aprovechando el hundimiento de un Laboral Kutxa que sufrió una desconexión justo cuando ya rozaba la gloria.
demoledor 23-7 El parcial sumando la prórroga y los dos últimos minutos del último cuarto fue demoledor. Un 23-7 que echó por tierra la opción de jugar la final que se había ganado con tanto esfuerzo durante todos los minutos anteriores. Todo se juntó en ese tramo final ya de infausto recuerdo. Malas decisiones propias, errores inesperados y una serie de decisiones arbitrales en las que no hubo duda alguna de beneficiar al poderoso. El Fenerbahce dobló en tiros libres al Baskonia (24 por 12), pero lo verdaderamente escandaloso llegó en ese final en el que Zeljko Obradovic campó a sus anchas sin sancionar y, sobre todo, cuando dieron por buena una canasta de Udoh que fue claramente fuera de tiempo. Las protestas de Perasovic se perdieron en el aire ante la imposibilidad por reglamento de acudir al instant replay.
malas defensas Más allá de lo ajeno, el Laboral Kutxa también falló en lo propio. Cuando normalmente siempre se ha manejado bien en este tipo de finales apretados y también en el manejo de las prórrogas, ayer se quedó sin ideas. Y los protagonistas fueron, precisamente, los dos jugadores que más alegrías han dado a este equipo y que ayer le condujeron prácticamente hasta la victoria: Adams y Bourousis.
Tras los tiros libres de Tillie que pusieron el 65-70, Sloukas consiguió una canasta rápida para recortar a tres puntos la diferencia. Con una paciencia enorme, en el siguiente ataque se buscó a Bourousis y el pívot griego forzó la falta de Bogdanovic. Nadie mejor que el referente de este equipo para ir al tiro libre. El primero, dentro (67-71). El segundo, al hierro, pero ahí apareció Tillie para recuperar el rebote.
A 1.33, James lanzó el triple que hubiese cerrado el partido. Fallo. Pero seguido de un error de Sloukas en otro lanzamiento desde la línea de 6,75. Fue Adams quien asumió entonces el mando, cometiendo una pérdida en el bote que pesó como una losa. Eso sí, con solo un minuto por jugarse la ventaja seguía siendo de cuatro puntos para los vitorianos.
Incapaz de encontrar el camino hacia el aro rival, al equipo de Perasovic también le falló el sostén de la defensa en ese minuto definitivo. Un triple de Datome apretaba el marcador al máximo (70-71) con 48 segundos por delante. Forzaba en la siguiente acción Adams, otro de los mejores tiradores del equipo, la falta de Udoh. Como antes Bourousis, el base se dejaba un punto vital por el camino.
En la vuelta de nuevo a la defensa con 35 segundos por jugarse, el Baskonia cedió dos puntos a Sloukas demasiado rápido. Tiempo muerto y la decisión de Obradovic de defender hasta el final la posesión completa. La carta más arriesgada, ya que el Fenerbahce lo fiaba todo a la prórroga. Se la jugó el Laboral Kutxa al uno contra uno de Adams, como suele ser costumbre. Decir ahora que cualquier otra opción hubiera sido mejor, sobre todo teniendo en cuenta que el rival no podía hacer faltas, no sirve de nada. El base se jugó el triple ante Kalinic y se topó con el aro. Con sainete arbitral mediante, el duelo se fue una prórroga a la que los vitorianos ya no se presentaron. El apagón había resultado ya tristemente mortal.