berlín - Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y, desafortunadamente, el Baskonia confirmó en la noche de ayer esta teoría. Porque, al igual que le había sucedido en sus tres últimas comparecencias en una Final Four, el plantel de Velimir Perasovic volvió a quedarse a las puertas de la gran final. Lo intentó por todos los medios posibles pero el Fenerbahce de Zeljko Obradovic le cerró el camino. Después de ocho largos años de ausencia de la cita más elitista del mundo de la canasta en el Viejo Continente, el Laboral Kutxa acudía a Berlín con un objetivo bien definido entre ceja y ceja. Nada de afrontar la cita como la ocasión de disfrutar de los muchos encantos turísticos de la capital germana sin mayores pretensiones. Ni mucho menos. La idea era poner la guinda a la excelente temporada que ha protagonizado y dar un nuevo golpe sobre la mesa para, como mínimo, estar en condiciones de luchar por el título en la final de mañana domingo. Pero se convirtió en misión imposible.

Si en sus dos primeras incursiones entre la flor y nata del baloncesto europeo la escuadra de Zurbano llegó hasta la última estación del viaje, desde hace más de una década (2005 en concreto) está condenado a bajarse en el apeadero previo. En el año 2001, en la primera edición de la Euroliga y todavía bajo el formato de play off, el entonces TAU llegó a forzar el quinto partido de la serie final ante el descomunal Kinder de Bolonia que adiestraba Ettore Messina y contaba con Ginóbili o Rigaudeau, por citar solo alguno, entre sus estrellas. Por desgracia, la moneda cayó del lado italiano en el último suspiro. Cuatro años después, el equipo vitoriano volvió a rozar el título con la yema de los dedos tras derrocar al todopoderosos CSKA de Moscú en su propio feudo y ante miles de incrédulos rusos. Tras esa exhibición en semifinales, el Maccabi acabó con las ilusiones azulgranas en la gran final.

En las tres ediciones siguientes de la Final Four (Praga 2006, Atenas 2007 y Madrid 2008), los sueños vitorianos se desvanecieron desgraciadamente a las primeras de cambio. Este curso parecía la ocasión ideal para revertir esta tendencia teniendo en cuenta la gran cantidad de misiones imposibles que ha protagonizado. Porque cuando ya parece que el Laboral Kutxa ha tocado techo, firma una gesta con la que nadie contaba y se apunta al manido más difícil todavía circense para dejar una nueva víctima en el camino. Como ese asesino silencioso que actúa sin que nadie le vea aproximarse y no tiene la más mínima consideración con sus víctimas, el aniquilador azulgrana ha esparcido cadáveres por las cunetas aniquilados de un golpe certero y letal. El Fenerbahce, sin embargo, logró zafarse de la emboscada y volvió a condenar a los alaveses a la maldición del partido por el tercer puesto.