El director general de la Euroliga, Jordi Bertomeu, bromeaba ayer respecto a lo mucho que ha echado de menos esta competición, y en concreto sus Final Four, al Baskonia. Un sentimiento más que comprensible porque, dejando al margen lo que aporta en el terreno estrictamente deportivo, el Laboral Kutxa es sinónimo de apuesta segura en el aspecto social. Lo ha sido en todas las ediciones anteriores y lleva camino de serlo también en esta de Berlín 2016. Porque la afición azulgrana es, sin duda, el sexto hombre del combinado de Velimir Perasovic y desde el primer momento se está dejando notar en la capital alemana, a la que aportan su especial colorido y bulliciosa forma de ser.

Como, inevitablemente, también se han dejado notar los gigantes traídos desde Vitoria para animar y dar color a las calles. Tras partir desde su casa a las seis de la mañana del martes y casi cuarenta y ocho horas de carretera, por fin llegaron a su destino y a primera hora de la mañana se desperezaron junto al Mercedes Benz Arena para conquistar su nuevo territorio. Uno más en su larga trayectoria que no se limita solo a las festividades locales. “Pasamos la noche un poco antes de la frontera y ahora estaremos por toda la ciudad”, explicaba Ángel, el conductor -junto a su compañero Pablo- del camión encargado de transportar estas auténticas moles de más de cincuenta kilos que ocho dantzaris pasearán a turnos por las calles de Berlín hasta el domingo.

Una vez tomada posesión del pabellón, los gigantes se convirtieron, ya por la tarde, en uno de los grandes focos de atención de la Baskonia Etxea, situada justo al lado de la Alexanderplatz. Los aficionados de otros equipos, turistas no vinculados al baloncesto y los propios berlineses que pasaban por allí no podían apartar la mirada de estas inconfundibles figuras mientras que los representantes institucionales daban el pistoletazo de salida oficial a los actos de esta pequeña embajada alavesa.

Antes de eso, los seguidores baskonistas -los que se habían desplazado desde el miércoles y quienes se fueron incorporando a lo largo de la jornada de ayer jueves ya fuese en los vuelos que llegaron procedentes de Vitoria o desde diversos aeropuertos del orbe tratando de abaratar los costes del desplazamiento- aprovecharon para llevar a cabo una primera toma de contacto con el ambiente berlinés. Todo ello, bajo un inesperado sol de justicia. “Hemos estado recorriendo lo que queda de muro dando un paseo y ahora vamos a la puerta de Brandeburgo. Pero, sobre todo, a sentarnos en una terraza a la sombra con una buena cerveza, que no hemos traído crema solar y hay que hidratarse”, bromeaba Aitor mientras echaba el ojo a una buena ubicación junto a su amigo Patxi.

No muy lejos de allí, un grupo de veteranos disfrutaba de un particular picnic. “No queremos perder mucho tiempo de ver cosas hoy que no hay partidos, así que al mediodía toca bocata y para cenar ya buscaremos un sitio donde nos pongan un buen codillo”, avisaban entre risas. En definitiva, el regreso a la Final Four de una afición gigante volcada con un equipo no menos gigante.