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Nuevas preocupaciones. El técnico croata no gana para disgustos y ayer sufrió la enésima pérdida en una cuerda exterior ya de por sí bajo mínimos. Pese a esta avalancha de problemas, el Baskonia volvió a poner de manifiesto que se crece ante la adversidad. Está explotando el filón de los dos bases y ha recuperado la mejor versión de Bertans, que como ‘tres’ sube muchos enteros su nivel.
Tirano Adams. El estadounidense prolongó su excelente estado de forma con una actuación descomunal en el cuarto inicial. Sumó 25 puntos gracias a canastas de todos los colores y allanó el camino hacia un rotundo éxito en la cancha de la revelación liguera, cuyo acierto triplista no fue suficiente para meterse en el encuentro.
Inmune a las desgracias. La solidez del Baskonia volvió a quedar acreditada en el sur de Madrid, donde perdió a un nuevo soldado en el segundo cuarto (Blazic) pero fue capaz de sobreponerse con una gran entereza. La tropa vitoriana no acusó la resaca de su sonado éxito continental y recuperó la solvencia a domicilio en la ACB.
fuenlabrada - Dicen que un equipo es un estado de ánimo y ahora mismo habría que escarbar muy hondo para encontrar a otro equipo con más seguridad en sí mismo, tan altanero y pegador que este embaucador Baskonia. Poco importó ayer que un nuevo soldado (Blazic) viera lastimado su tobillo en el segundo cuarto y se quedara por el camino dejando más mermada de efectivos una cuerda exterior ya de por sí bajo mínimos. A cada contratiempo que sufre, el conjunto vitoriano se levanta con más fuerza. No se antojaba fácil la empresa de aterrizar en Fuenlabrada y dar la réplica a la revelación liguera de la actual temporada a los pocos días de rubricar un éxito tan mayúsculo como el billete para la Final Four. Pues bien, Perasovic y su séquito pasaron por la ratonera del Fernando Martín como un auténtico ciclón dejando atrás los sinsabores de las dos últimas campañas.
Con la autoestima por las nubes, sumergido en un pletórico estado anímico que le lleva a ver el aro como una piscina y consciente de que en este instante es una máquina perfectamente engrasada con el fin de cumplir cualquier desafío, el Baskonia zanjó con una autoridad pasmosa su desplazamiento al sur de Madrid. No hubo resaca por los fastos continentales ni sufrió cualquier clase de agobio gracias a un festín arrollador que allana el camino hacia la cuarta posición de la fase regular. En una matinal presidida por defensas fraternales y disputada a pecho descubierto que arrancó con un cuarto de hora de retraso debido a un problema en una canasta, aprovechó la descomunal pegada inicial de un desbocado Adams para imponer su jerarquía y conservar con suficiencia su colchón de seguridad.
El base americano, convertido hoy en día en el hombre de moda en el Viejo Continente y cuya cotización sube unos cuantos euros más cada jornada que transcurre, convirtió la pista fuenlabreña en el jardín de su casa. Se gustó con una exhibición portentosa que incluyó canastas de todos los colores, acabando esos diez primeros minutos con 25 puntos. Penetraciones, reversos, contragolpes, lanzamientos abiertos... Una auténtica barbaridad que provocó murmullos de admiración y enterró prácticamente a un anfitrión huérfano de antídotos para tan colosal exhibición. El duelo de muñecas calientes con el renacido Popovic dejó, por momentos, en un segundo plano otros hechos relevantes. Como la enésima lesión de Blazic que le obligó a ver la segunda mitad desde el banquillo vestido de calle.
Merced a su colmillo afilado, el Baskonia quebró su adversa racha a domicilio en la ACB, donde no ganaba desde mediados de febrero. Un triunfo vital que mantiene a raya al Gran Canaria, al que puede dejar definitivamente atrás si el viernes profana el Palau ante un exhausto Barcelona. Dejó bien claro la tropa vitoriana que ante los contratiempos responde con entereza y personalidad sustentado en su volcánico ritmo anotador. Pese a que la orfandad de sus mejores cancerberos defensivos redundó en excesivos puntos en contra en su casillero, nunca vio discutido uno de los triunfos más plácidos lejos del Buesa Arena, una asignatura pendiente desde su paseo militar en Santiago en vísperas de afrontar la Copa.
Enfrente emergió un Fuenlabrada demasiado osado que pagó cara la apuesta de su técnico por aceptar un salvaje cuerpo a cuerpo, algo que, a la postre, resultó pernicioso para sus intereses. Empeñarse en intercambiar canastas y no huir del vértigo contra un sólido aspirante a la Euroliga constituye un suicidio. Porque nadie atesora en este instante más dinamita pegada e instinto asesino que el Baskonia, al que las lesiones en el perímetro no dejan otro remedio que recurrir al filón de los dos bases -James también tomó el relevo con contundencia a su compatriota en la segunda mitad- y devolver a Bertans a su posición natural del tres. En la batalla por ver quién golpeaba más duro y fuerte, el conjunto alavés se llevó el gato al agua por goleada.
Con excepción de las pequeñas dudas del segundo cuarto, presididas por la máxima eficacia de los locales desde la larga distancia -siete triples-, el Laboral Kutxa se sobrepuso una vez más a la falta de efectivos. Con dos timoneles completamente enchufados que asumieron todo el protagonismo ofensivo, la anotación algo más silenciosa de Bertans y las dobles figuras de Bourousis, buscado con menos ahínco que en otras jornadas, convirtió una cita trampa del calendario en casi un trámite.
Su primer cuarto quedará para el recuerdo como una de las exhibiciones más salvajes en la historia de la ACB. Con 41 puntos, convirtió la pista fuenlabreña en el jardín de su casa.