sevilla - El Baskonia fue una sombra de sí mismo ayer en San Pablo. En la guarida de uno de los modestos de la ACB, obtuvo un desmedido saco de puntos en contra y regaló la tercera posición de la ACB con todo merecimiento en una matinal de brazos caídos que no formaba parte de ningún guión previo. Tiroteada desde todos los frentes por el Baloncesto Sevilla, un equipo muy mejorado con respecto a la ida y al que tendió una alfombra roja para hacer lo que quisiera, la tropa alavesa traicionó esa personalidad intransferible que ha paseado con orgullo hasta ahora por todas las canchas europeas. Un correctivo impensable por la fiabilidad acreditada esta temporada ante rivales modestos y esta vez sin atenuantes posibles por la facilidad con que el anfitrión sevillano manejó una matinal aciaga.
No hubo noticias del grupo aguerrido, enérgico y carnívoro que muerde atrás. El intercambio de canastas resultó fatal para sus intereses. Siempre a remolque y varios pasos por detrás de un rival con la autoestima por las nubes desde el salto inicial, el Laboral Kutxa olvidó en el vestuario las célebres virtudes que le han permitido encaramarse a la zona noble de la ACB y la Euroliga. Cuando no baja al barro y campa por la pista con el frac de la autocomplacencia, su estabilidad se resiente. Perasovic ha inoculado unas señas inconfundibles que en tierras andaluzas pasaron desapercibidas. No fue desidia, pero sí la sensación de una suficiencia perniciosa. Muchos pensaron que un simple toque de corneta bastaría para domar la irreverencia de un Sevilla ultraofensivo, pero el decorado se mantuvo inalterable hasta el pitido final.
Entre el colmillo afilado de un anfitrión desatado y el abandono de un visitante sin uñas, se gestó un castigo justo. Una especie de cura de humildad para recordar que el Baskonia se vuelve terrenal y vulnerable si los boinas verdes de Peras sufren un bajón de tensión. De esa tibieza generalizada extrajeron petróleo un pistolero encolerizado (Bamforth) y un poste pujante como Balvin. El estadounidense fue un cuchillo en el perímetro que dejó en evidencia a Causeur y Blazic. El poste checo, heredero de Porzingis en la capital hispalense, trituró en primera instancia a Ilimane y más tarde castigó la inoperancia de un desconocido Bourousis. Se permitió el lujo de hacer siete mates retratando las débiles costuras del juego interior azulgrana. Al homenaje de los hombres de Casimiro también se sumaron el veterano Nachbar -Bertans ni le vio- o Hakanson, la figura que controló el tempo de la matinal ante unos desdibujados Adams y James.
Tras unas mínimas ventajas en el primer cuarto, el Baskonia asistió impertérrito al festival ofensivo de un rival rebosante de confianza. Vacío de fuerzas y huérfano de la garra que forma parte de su DNI, el cuadro vitoriano se vio esquilmado desde todos los lugares. No funcionó el balance defensivo a la hora de correr hacia atrás, el control del rebote defensivo resultó defectuoso y, para colmo de males, el pick and roll central del Sevilla -siempre con Balvin como ejecutor- se tradujo en una catarata de canastas en contra. Ver para creer teniendo en cuenta las exhibiciones rubricadas esta campaña por un colectivo, ante todo, tenaz, perseverante en la idea de tejer un muro de hormigón atrás y convertido en una china en el zapato de cualquier oponente por su irreductible espíritu defensivo.
Solo el amor propio de Hanga, un guerrero incansable que se dejó la piel en el empeño de resucitar a un Laboral Kutxa desconocido, afloró entre tanta ternura. El dominio hispalense adquirió por momentos tintes insospechados (66-54), pero con todo emergió un rayo de esperanza para salvar los muebles. Un triple de Bertans y un dos más uno de un acelerado Adams instalaron la incertidumbre en San Pablo antes de que el enésimo error ilustrara la desorientación alavesa. Con Bourousis como espectador de lujo, Balvin capturó el rebote ofensivo tras un error de Bamforth y castigó la apatía azulgrana con el séptimo mate de la matinal. Ciertamente inaudito.