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Faltó oxígeno. El Baskonia ha recobrado toda la credibilidad como grupo que le faltaba y compite hasta en las situaciones más adversas. Solo el talento desbordante del ‘Chacho’ y Llull frenaron al heroico conjunto del croata, cuya inferior rotación se dejó sentir en varios tramos del partido ante la escasa pegada de Bertans y el ostracismo de Corbacho. Son detalles que, a la postre, marcan.
Letal Llull. El balear ajustició al Baskonia con ocho puntos consecutivos y alejó el sueño de la séptima Copa de la historia. Dos penetraciones, un tiro angulado y dos tiros libres hundieron en la miseria a un Baskonia que lo hizo prácticamente todo bien y, sin embargo, acabó sin recompensa.
Esfuerzo baldío. Poco o nada hubo que reprochar a un Laboral Kutxa que se agarró al partido en el segundo cuarto gracias a un parcial de 14-0 y llegó a dominar por siete puntos al inicio del último cuarto. No obstante, la desbordante clase del ‘Chacho’ y el recital de Llull impidieron a los de Perasovic redondear su solvente trabajo. Faltó, eso sí, algo de rotación.
a coruña - En el sueño de la séptima Copa de la historia se interpuso un demonio nacido en Mahón y llamado Sergio Llull, autor de ocho puntos consecutivos que cercenaron de cuajo un objetivo para el que peleó de forma denodada un Baskonia heroico. Con empate a 78 en el marcador, el balear decantó la balanza a favor de los blancos con una personalidad aplastante. La virtud que le ha permitido erigirse en un reclamo para la mismísima NBA. Pues bien, Llull acreditó un día más que es un fuera de serie capacitado para hacer lo que quiera sobre una cancha. Dos penetraciones de libro, un tiro angulado desde cinco metros y dos postreros tiros libres constituyeron la tabla de salvación para un Real Madrid que sufrió lo que no está en los escritos y al que un pletórico Laboral Kutxa llevó siempre al límite. Lástima esa irrupción de una de las muchas estrellas en manos de Laso, que tomó el relevo a un Chacho también determinante por su sabiduría al frente del timón.
El sobrio trabajo azulgrana acabó en la basura de manera injusta. De nada sirvió la dinamita de Adams, el monstruoso papel de Hanga o la enésima titánica actuación de Bourousis. En cuanto el partido se convirtió en una moneda al aire y requirió el paso al frente de alguien, apareció Llull y con la altanería del tipo nacido con un don y al que no le tiembla el pulso se vio quebrado el objetivo de un Laboral Kutxa tenaz e incansable al que poco hubo que reprochar. Acaso la escasa aparición de Bertans, un factor irrelevante que ha purgado en esta Copa su falta de rodaje. Por lo demás, el torneo ha servido para confirmar la mágica comunión entre el público y la grada. Fue emotivo asistir al homenaje del baskonismo a sus guerreros, obligados a abandonar el vestuario del Coliseum ante el llamamiento de un público deseoso de agradecer el esfuerzo de un conjunto admirable por muchas razones.
Y es que el billete para una nueva final se escapó por un detalle puntual que no podía controlar Perasovic ni nadie: el letal Llull. Ante un Baskonia cansado por sus menores recursos y con un fondo de armario limitado por el ostracismo de Corbacho, el balear se erigió en una pesadilla mortal de necesidad que vino a justificar la opulencia blanca. Por algo Florentino Pérez le extendió el pasado verano un cheque irrechazable para evitar los cantos de sirena de los Rockets.
No firmó precisamente el Baskonia un inicio soñado que alimentara la esperanza de victoria. Se vio abajo desde el salto inicial con ventajas de lo más inquietantes, entró en el ritmo más favorable para el Madrid y no atisbó la forma de hincarle el diente a una de las versiones más solventes del cuadro merengue de los últimos meses. Con la apuesta de Hernangómez en lugar de Lima, tiró incluso de fondo de armario Laso para intentar hacer la vida imposible a Bourousis, el faro azulgrana que por momentos se sintió perjudicado por el criterio arbitral ante un bosque de brazos y piernas negándole el camino hacia el aro.
En un momento de crisis y de máximas dudas (28-38), volvió al encuentro el Laboral Kutxa con un parcial demoledor de 14-0. Fueron minutos pletóricos en los que Adams entró en combustión, Causeur martilleó el aro merengue con su plasticidad habitual, el multiusos Hanga elevó la capacidad atlética y el griego comenzó a hacerse grande en la zona. La tempranera tercera falta de Ilimane constituyó en ese intervalo la única mala noticia de un Baskonia que volvió a mostrar una fe inquebrantable para resistir las embestidas de su gigantesco rival. La conexión entre el Chacho y Ayón deparó momentos de intranquilidad, aunque las restantes estrellas del técnico vitoriano estuvieron agazapadas hasta la salvaje irrupción final de Llull.
Tras el descanso, se mantuvo el ritmo frenético entre dos conjuntos con vocación para correr y alejados de la especulación. Perasovic cambió rápidamente su caballo al frente al timón ante la pasividad defensiva de Adams ante Llull, el héroe madridista. Las alternativas en el marcador fueron una tónica mientras el técnico croata se veía en la tesitura de enviar a sus mejores piezas al banquillo en busca del oxígeno imprescindible. El sueño estuvo a punto de hacerse realidad hasta que el menorquín se disfrazó de súper hombre.
Ha completado una Copa sobresaliente. El húngaro volvió a multiplicarse en la faceta atlética ante el mejor juego exterior del Viejo Continente. Un descubrimiento maravilloso.