Vitoria - El denominado grupo de la muerte de la Euroliga está que arde y transcurre de forma sorprendente con varios equipos modestos cotizando al alza y un puñado de favoritos en serios apuros. Nadie hubiese sospechado algo así cuando quedó configurado el lote más envenenado y complejo que se recuerda desde el último cambio de formato emprendido por Jordi Bertomeu para la segunda fase continental con el aumento del número de partidos a catorce.

A punto de alcanzarse el ecuador del Top 16, ya hay varias cosas meridianamente claras. Solo se ha descolgado el Zalgiris, incapaz de remontar el vuelo pese a la promoción de Jasikevicius como primer entrenador, y dos conjuntos que, a priori, estaban predestinados a ejercer como simples comparsas -casos del Baskonia y del Bamberg, que se miden entre sí este jueves- se han rebelado ante el dinero y las estrellas rutilantes de los cinco favoritos (CSKA, Olympiacos, Khimki y los dos grandes de la ACB).

En el caso del conjunto vitoriano, su situación es idílica por el magnífico papel cumplimentado hasta ahora y por el calendario tan propicio que le aguarda en las próximas jornadas para tratar de abrir hueco sobre sus perseguidores. Por tanto, mejor hacer los deberes cuanto antes para evitar complicaciones. Y es que tres de sus cuatro próximos compromisos se celebrarán ante rivales asequibles y al calor de su público, donde se encuentran depositadas gran parte de sus esperanzas para dar el golpe de efecto con el que sueña todo el baskonismo.

Bamberg, Zalgiris y Khimki -la visita al Olympiacos estará intercalada entre los partidos ante lituanos y rusos- aparecen a corto plazo en el horizonte azulgrana. Una ocasión única para asestar un zarpazo casi definitivo y conseguir el ansiado salto de calidad que deje prácticamente certificada la vitola de cuartofinalista de la Euroliga, algo que el Baskonia selló por última vez en la campaña 2012-13 con Zan Tabak en el banquillo. Dentro de la dificultad suprema que entraña cualquier partido a estas alturas de la competición, existen fundados motivos para el optimismo.

La solidez del equipo de Perasovic como anfitrión está fuera de toda duda. Tan solo el Iberostar Tenerife y el Olympiacos han profanado el templo vitoriano en esta temporada. Entre este irrebatible dato y también la certeza de que sus tres próximos adversarios bajan muchos enteros como visitantes, no sería descabellado que el Laboral Kutxa llegue en unas condiciones inmejorables a las últimas jornadas del Top 16. En la segunda vuelta únicamente aguardan tres encuentros a domicilio: dos de ellos de la máxima dificultad en El Pireo y en Moscú ante un CSKA herido en su orgullo, además de la visita final a un Brose Baskets que podría no jugarse nada.

Tal es su confianza que el Baskonia no renuncia incluso a pelear por una de las dos primeras posiciones que le garantizaría la ventaja de campo en el cruce previo a la Final a Cuatro. En el grupo E, de donde saldría su último obstáculo antes de la reunión más elitista del Viejo Continente, ya ha metido la directa el Fenerbahce para amarrar la primera posición. El Lokomotiv Kuban parte como favorito para ser segundo, mientras que la igualdad entre los restantes equipos se presume máxima hasta el final. Con excepción del combinado turco en manos de Zeljko Obradovic, ninguno ejerce un efecto intimidatorio fuera de lo normal ni será un rival inalcanzable a la hora de tratar de inmiscuir la figura entre los cuatro mejores de Europa. Dado que todavía resta un mundo por jugarse, todas esas cábalas quedan muy lejos.