Vitoria - Acumulaba varias jornadas el Baskonia siendo piadoso con sus rivales y dejando alguna duda en el ambiente con esa laxitud defensiva que tanto detesta Perasovic, pero el maratoniano alavés recuperó ayer su célebre instinto asesino para desfigurar el rostro de la revelación liguera. Al atracón navideño brindado por los hombres del croata a su público no le faltó de nada y los paladares quedaron saciados en una plácida sesión que contentó al personal. Ante el clamor popular, incluso no se resistió en esta ocasión el centenar de puntos en el electrónico tras una canasta sobre la bocina de Adams.
De regalo añadido, quedó rubricado también el pasaporte casi matemático para la Copa del Rey en una tarde de guante blanco que, entre otras cosas, permitió contemplar el colmillo afilado de Shengelia, el ansia de comerse el mundo por parte de Ilimane Diop, titular por primera vez esta temporada, y la altanería de Bourousis, para quien estos trámites son pan comido. Tres faros que brillaron con luz propia dentro de la insaciable maquinaria de Perasovic, obligada ahora a endurecerse y morder nuevamente atrás coincidiendo con el comienzo del Top 16.
El Fuenlabrada aterrizó en el Buesa Arena dispuesto a hacer valer su excelente trayectoria y dar continuidad a su sueño copero, pero no le duró ni un suspiro a un Laboral Kutxa empeñado en acometer su defunción por la vía rápida. Escarmentado por lo sucedido en el reciente derbi de Illumbe, quiso zanjar las dudas de raíz la formación de Perasovic en un comienzo arrollador. Abierta la brecha en el marcador e intimidado un visitante apocado y con las uñas poco afiladas, sobraron prácticamente tres cuartos finales repletos de altibajos en los que el Baskonia quiso llenar su barriga de canastas pero, en cambio, se hizo el remolón a la hora de apretar las tuercas atrás. En días como ayer donde se trata básicamente de economizar esfuerzos, determinadas licencias están permitidas. Y es que a la vuelta de la esquina llega un duelo trascendental ante el Zalgiris que puede marcar el devenir en lo que resta de Euroliga.
Únicamente cuando levantó el pie del acelerador y se acomodó atrás el anfitrión encontró algo de aliento el cuadro del sur de Madrid, desbordado por las fulgurantes transiciones locales. Cuando encuentra su ritmo, puede lanzarse a la carrera y agradece las facilidades de un rival tibio, no hay forma humana de detener a la locomotora azulgrana. Lástima que, de cara a las cruentas batallas que aguardan en próximas fechas, el vitoriano sea todavía un grupo corto de efectivos y en el que se hace de rogar la contribución de varios hombres de la segunda fila. Planinic y Corbacho, éste lastrado por su ansiedad, siguen fuera de onda, mientras que Tillie también vive sus horas más bajas en este ejercicio.
Con Ilimane Diop como sorprendente invitado en el cinco inicial, el Baskonia se propuso reventar el partido en un santiamén con un protagonismo estelar de Shengelia. El georgiano fue un martillo inclemente con un Fuenlabrada que se asemejó a una pesada tortuga a la hora de ejecutar el balance defensivo. Se hincharon a anotar al contragolpe los velocistas de Perasovic, que vivió un sobresalto con una aparatosa caída de Hanga a la postre sin consecuencias. El senegalés, que desplazó a Planinic del primer plano, se reivindicó en un notable tercer cuarto con el que busca llamar a las puertas de un mayor protagonismo.
No todo fue oro, sin embargo, todo lo que relució en un Laboral Kutxa bipolar que también enseñó su cara más desconcertante atisbada en el último mes de competición. El segundo cuarto reprodujo los fantasmas de los últimos partidos con otra célebre desconexión que no pasó a mayores por los incesantes regalos de los madrileños desde la línea de personal. Un pequeño borrón que resultó anecdótico ante el embaucador despliegue ofensivo de un plantel que sigue siendo fiel a un patrón conocido por todos al dedillo y con el que promete dar guerra en la segunda fase de la Euroliga. En Kaunas, eso sí, la exigencia será otra cosa.