Vitoria- El fantasma del reciente batacazo ante el Tenerife sobrevoló ayer el Buesa Arena durante casi tres cuartos. El tiempo que necesitó el Baskonia para imponer la lógica y refrendar su condición de favorito. Tras sufrir en exceso ante la seriedad de un Sevilla encomiable pese a su terrible parte de guerra, el Baskonia despertó a tiempo del letargo y descargó el diluvio universal sobre un rival agotado que no pudo resistir ya en los minutos finales el infernal ritmo azulgrana.

Y es que un partido que parecía encaminado a un desenlace incierto quedó reventado a tiros en un visto y no visto por el conjunto vitoriano, que adquirió la imprescindible velocidad de crucero en el epílogo para destrozar la resistencia sevillana y acercar un poco más el objetivo copero. Tras ceder ante los chicharreros y el Bilbao Basket, la formación dirigida por Perasovic recuperó ayer el pulso en el torneo doméstico en un duelo con dos caras: una oscura durante tres cuartos y otra convincente más tarde cuando al Sevilla le flaquearon las fuerzas.

El inquietante empate (51-51) que reinaba en el marcador precedió una tormenta en forma de triples, contragolpes y canastas fáciles del torbellino local. Se puso el mono de trabajo en el momento justo un Laboral Kutxa que pareció apidarse durante muchas fases de un visitante carcomido por las bajas -Luis Casimiro alivió en parte las penas recuperando a última hora al veterano Berni Rodríguez- y le costó desplegar sus célebres virtudes. Cuando lo hizo, eso sí, borró por completo del mapa a un Sevilla exhausto por el esfuerzo anterior y con una rotación limitada.

El monólogo azulgrana en el último cuarto tuvo varios nombres propios. En la dirección, James ganó por goleada a un parsimonioso Adams y dio con la tecla a la hora de imponer un ritmo diabólico, Blazic encendió el horno defensivo con su impagable efervescencia y por dentro Bourousis volvió a hacer lo que quiso en otra de las hegemónicas actuaciones de esta temporada. El griego, que tiene rendida a la grada, tiranizó la zona sin apenas despeinarse. Junto al volador Hanga, fue el que sostuvo los débiles cimientos azulgranas en las fases más tenebrosas del encuentro.

Sin embargo, no fue oro todo lo que relució en otro, a la postre, rotundo triunfo, pero el Laboral Kutxa siempre dio la sensación de tener todo bajo control. Sabedor de su superioridad numérica y de que un simple demarraje sería suficiente para domar a un visitante en difíciles circunstancias, maduró la tarde hasta que encontró su momento. Coció a fuego lento a un Sevilla que resistió con entereza durante 27 largos minutos pero acabó con la lengua fuera en el tramo caliente. Demasiada diferencia entre dos conjuntos antagónicos y con objetivos muy dispares como para asistir a otro inesperado desvanecimiento en el Buesa Arena.

Se echó de menos una mayor tensión y dureza en un Baskonia demasiado laxo que dio excesivas facilidades a un modesto de la ACB. Fue el vitoriano un equipo que cayó en la autocompladencia y apenas se arremangó atrás con una versión muy distante de lo que desea Perasovic. Pese a la sensible ausencia de su principal francotirador (Bamforth), el Sevilla se hinchó a anotar en transición aprovechando la exasperante lentitud azulgrana a la hora de correr hacia atrás. También se agarró al partido gracias a los réditos de su rebote ofensivo, el pick and roll de Balvin y la inteligencia de un renacido Nachbar, que destapó las enormes grietas defensivas de Shengelia. No obstante, a los sevillanos se les hizo eterna la contienda y vieron fundidos sus plomos en cuanto sonó el despertador para un Baskonia que no dejó títere con cabeza. Octava victoria del curso y la Copa prácticamente en el zurrón en espera de certificar matemáticamente el segundo objetivo fijado por la presidencia en el doble compromiso de esta semana ante el Gipuzkoa Basket y el Fuenlabrada.