vitoria - Nadie tiene un corazón más grande que este renacido Baskonia, rebosante de fe, casta, carácter y amor propio para edificar imposibles. Frente al Anadolu Efes vivió un calvario, debió remar a contracorriente más tiempo del que hubiese deseado y estuvo contra las cuerdas durante treinta minutos, pero por enésima vez se agarró con uñas y dientes a otra velada apoteósica que abre de par en par las puertas hacia el Top 16. Otro gigante continental cayó ayer en un Buesa Arena incandescente que vivió con profundo amargor la inferioridad local en varias fases y, en cambio, saltó de sus asientos en el último cuarto al ver cómo los gladiadores de Perasovic se rebelaban contra un destino que parecía escrito. El vitoriano fue otro ejercicio de supervivencia en la situación más adversa y ante un antiguo inquilino de su vestuario en estado de gracia.
Capitaneado por el mariscal Bourousis, destapó su espíritu indestructible el Laboral Kutxa para hincar el diente al coloso otomano. Poco importó que Heurtel, héroe y villano tanto por su heroico repertorio ofensivo como por sus deleznables gestos a la grada, se disfrazase de salvador en las filas visitantes o que un letal palmeo sobre la bocina de Brown prolongase otros cinco minutos la incertidumbre. La dureza mental de los alaveses salió nuevamente a la palestra. También contribuyó de forma decisiva la valiente apuesta de Perasovic, que simultaneó la presencia de cuatro pequeños para abrir el campo. Recobrada la puntería que se echó de menos en la primera parte, renacido un Causeur desaparecido en combate y con dos cancerberos defensivos (Hanga y Blazic) contagiando su indomable espíritu al resto, el Baskonia se rearmó de manera admirable.
Con las uñas en carne viva hubo que sufrir, eso sí, hasta el bocinazo final. El Efes dispuso de un último balón ganador y se la jugó a una carta. Pudo forzar un segundo tiempo suplementario, pero quiso salir de la pista de Zurbano por la puerta grande. Sin embargo, el forzado triple de Osman se quedó corto y el rebote de Bourousis, otra vez amo y señor en la pintura, puso fin a la agonía. Aunque la primera fase de la Euroliga no ha alcanzado todavía su ecuador, la formación vitoriana ya ha presentado sus credenciales para acceder al Top 16 sin apenas sobresaltos. Un escenario idílico para un colectivo con una coraza indestructible y cuya bonanza actual era impensable antes de que el curso empezara a rodar.
Antes de la remontada en el epílogo, la velada discurrió por unos cauces ásperos. El ritmo cansino y monótono no benefició en ningún momento al Baskonia, que apenas pudo prodigarse al contragolpe y se estrelló contra su alarmante falta de puntería en el ataque posicional. La desbordante chispa de jornadas precedentes apenas hizo acto de presencia ante los pesados grilletes turcos. También emergió en varios tramos la versión más desconcertante de Adams y James, que rememoraron sus veladas más fatídicas de la pasada temporada e hicieron un flaco favor con sus brotes de individualismo. Las brutales embestidas de Heurtel y Granger pusieron a los otomanos en órbita (40-51).
Capitaneado por el díscolo francés, tan extraordinario jugador como inmaduro, el Efes realizó un partido práctico y sin florituras. No vino a exhibirse pese al talento de su plantel, sino a minimizar las virtudes azulgranas. Pese a su raquítico 1 de 15 desde la línea del 6,75 al descanso, el Baskonia mantuvo vivas sus constantes vitales y encontró en la pizarra de Perasovic un factor clave para la remontada. El preparador croata sacrificó la altura y los kilos para ganar en movilidad y rapidez. Los réditos no se hicieron esperar y la victoria debió llegar en el tiempo reglamentario. Únicamente un despiste en la marca sobre Brown le privó de conseguir su propósito. Sin embargo, a la segunda no perdonó mientras el Buesa estallaba de júbilo. Otra demostración de orgullo que tardará mucho tiempo en ser olvidada y paso de gigante para seguir codeándose con los mejores durante los primeros meses de 2016.
Amor propio y carácter. Si algo tiene este Baskonia es fe en sus propias posibilidades y un corazón enorme que le permite sortear las situaciones más adversas. Ayer se vio en una situación límite ante el Anadolu Efes, pero fue capaz de edificar otro imposible.
Heurtel contra el mundo. El base francés, que dedicó algunos gestos incomprensibles a la que fue su afición, estuvo demasiado solo en el bando turco en los momentos de la verdad. En cambio, el Laboral Kutxa diversificó mucho más su peligro y contó con varios puñales.
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Pizarra mágica. El croata apostó por cuatro ‘pequeños’ en el tramo final colocando a Hanga de falso ‘cuatro’ y el Baskonia se convirtió en un conjunto imprevisible que llevó por la calle de la amargura al Efes. El equipo nunca se cae y hasta en las circunstancias más adversas acaba siendo competitivo con un orgullo a prueba de bombas. Un mérito que le corresponde exclusivamente a él.
Sufrió ante los poderosos pívots turcos en varios fases, pero se echó el equipo a la espalda en el cuarto final y la prórroga. Otra magistral lección de liderazgo en esta temporada.