vitoria - Ha sido el último en reincorporarse a la pretemporada y es, posiblemente, del que se espera el paso al frente más contundente de cara a una temporada que arrancará oficialmente en poco más de dos semanas. Tornike Shengelia ya se entrena desde el lunes a las órdenes de Perasovic. Tras un verano en el que su continuidad ha estado en tela de juicio ante los elevados dígitos de su contrato y tenía todos los boletos para ser el sacrificado de haberse concretado el aterrizaje de Víctor Claver, el georgiano debe ser el primer consciente de que se le fichó para ofrecer mucho más y su etapa en Vitoria ha dejado hasta ahora más sombras que luces. El propósito de enmienda tendría que anidar en su interior después de que el pasado curso se viera aquejado por los típicos problemas que presiden el retorno de cualquier jugador al Viejo Continente procedente de la NBA.
Dos años de inactividad al otro lado del Atlántico, primero en los Nets y más tarde en los Bulls, dejaron secuelas perfectamente visibles en su primer ano de militancia azulgrana. Lesiones de diversa índole, falta de confianza y algún que otro error de bulto, como el puñetazo a Dejan Todorovic en aquella reyerta de Miribilla -unas tristes escenas que dieron la vuelta al mundo y le hicieron perderse cinco partidos-, se confabularon para que su mejor versión se resistiera a lo largo de ocho meses de excesivos altos y bajos. Perdonados ya esos pecados, no hay excusas para que haga borrón y cuenta nueva en una campaña donde su concurso se antoja si cabe más importante.
Convertido en un fichaje estratégico de Querejeta para seguir la estela de traspasos millonarios concretados en el pasado y en el epicentro del acuerdo de colaboración suscrito en su día por el Baskonia con la Federación de su país, Shengelia encara una segunda temporada de redención. Por unas u otras razones, viene de dejar muy frío y sensaciones contradictorias tanto a todos los estamentos del club como a la masa social azulgrana, que habían depositado enormes esperanzas en un jugador con el suficiente conocimiento de la competición -producto de su etapa en Valencia- como para no necesitar periodos de acoplamiento.
Sus destellos de calidad resultaron, a todas luces, insuficientes en un ejercicio que arrancó con el pie torcido por un severo esguince de tobillo sufrido con su selección en el Preeuropeo. Dicha lesión no constituyó la mejor tarjeta de presentación para un cuatro demasiado intermitente y con desconexiones preocupantes durante los partidos. Huérfano de unas primorosas condiciones atléticas para jugar por encima del aro o rebotear con una mínima consistencia y carente también de un solvente tiro exterior, la principal virtud que abandera hoy en día a los jugadores que ocupan su misma demarcación, el versátil georgiano apenas apareció en los momentos y lugares importantes.
Sin embargo, el interesante Europeo rubricado con su selección -eliminada sobre la bocina por Lituania en octavos de final- reabre las esperanzas sobre un jugador con contrato en vigor hasta junio de 2017. Uno de los grandes cometidos de Perasovic residirá en explotar su versatilidad y movilidad en ataque. El georgiano, obligado a mejorar su lectura del juego, tiene muchos puntos en sus manos y es de los hombres altos con más facilidad para correr el contragolpe. Sin los mismos galones que ostenta con Georgia, estará obligado a brindar soluciones en un Baskonia altamente dependiente de dos bases imprevisibles. De no hacerlo, será difícil que el equipo vitoriano concrete el ansiado salto de calidad y materialice sus objetivos.