vitoria - Pocos jugadores causan más admiración a nivel doméstico que el incombustible Andy Panko, un trotamundos del baloncesto muy arraigado a Euskadi tras completar cinco temporadas doradas en Donosti y otra etapa más corta en Bilbao. En el Buesa Arena ha sido aplaudido en más una ocasión fruto de una trayectoria intachable. En la muñeca y la clase inagotable del veterano nacido en Harrisburg (Pennsylvania) se hallan depositadas buena parte de las esperanzas de salvación de un Fuenlabrada que esta noche recibe al Baskonia como colista de la competición en el siempre bullicioso Fernando Martín. Con casi 19 puntos de media por partido, no cabe duda de que será el hombre a reducir por Ibon Navarro para no perder de vista la cuarta posición al final de la fase regular. Sus piernas, como las de un veinteañero, le permiten impartir lecciones a una edad impropia.

¿Cuál es el secreto para que a sus 37 años sea el máximo anotador y también el más valorado de toda la ACB?

-Trabajo y más trabajo. Además, hay un factor capital que es la ayuda de mi mujer. Pero lo más importante son todas las horas que le dedico al baloncesto. Soy un chico aburrido y normal que hace una vida sana. Soy un hombre de familia y estoy en casa con mis hijos. No bebo alcohol, no fumo ni tampoco salgo a la calle por las noches. Me encanta este juego y nada más. No hay más secretos.

El componente físico cobra cada vez más importancia en el baloncesto, pero afortunadamente el talento todavía posee cabida. ¿Es la lectura que se extrae de su éxito a nivel individual?

-Soy un veterano con la cabeza en su sitio. No hay muchos jugadores como yo en la Liga Endesa y la Euroliga. Lleva 17 años jugando al más alto nivel y tanto mi cuerpo como ni cabeza se encuentran perfectamente. Cada día me gusta más el baloncesto y cada día me gusta más competir ante los chicos jóvenes. No hay nada raro en mi rendimiento, sino que es un tema de corazón y mentalidad. No cojo mucho peso y hago ejercicio en casa. Todo se reduce a la disciplina.

Usted parece como los buenos vinos que mejora con el paso de los años. ¿Así lo siente?

-Eso es algo que por supuesto le debo a mi mujer, que posee un máster en nutrición. Como todos los días en mi casa gracias a sus cocidos y no frecuento los restaurantes de fuera como otros jugadores. Si quiero alargar mi carrera algunos años más, hay que saber cuidar el cuerpo y llevar una buena dieta. A cierta edad, no puedes descuidar ningún detalle para no quedar en vergüenza.

Ejerció durante muchas temporadas como ‘tres’ hasta que le reconvirtieron a ala-pívot. ¿Cómo ha resultado ese proceso?

-Fácil, fácil... Ahora no sólo en España sino también en Europa existe la costumbre de que a los entrenadores les gusta un cuatro abierto que abra el campo. Además, todos los equipos grandes necesitan un alero alto como en su día eran Carlos Jiménez, Nocioni... Ahora están Kuzminskas o Maciulis, que son jugadores fuertes. En mi caso, puedo alternarme en ambas posiciones. Tengo buena mano desde fuera y acostumbro a penetrar bien ante jugadores más lentos. La verdad es que me da igual una u otra posición.

A muchos les sorprende que esté actuando en Fuenlabrada y no en algún conjunto de más nivel. ¿Cuál es la razón?

-Si estoy aquí en Madrid no es porque ya no aguante dos partidos a la semana. Es más, me gustaría compatibilizar la ACB y la Euroliga. Cuando vas cumpliendo años, lo que más te gusta es jugar cada vez más partidos. No necesito entrenar todos los días para mantenerme en forma. Soy un jugador que coge el ritmo con muchos encuentros. Cuando me toca jugar sólo una vez a la semana, me cuesta mucho. Todos los días hay que entrenar fuerte y, siendo sincero, no me gusta tanto. Entiendo que soy un profesional, pero si pudiese elegir por descontado preferiría competir en un club de Euroliga.

Está viviendo una temporada muy convulsa en el Fuenlabrada. ¿Ve la salvación cerca o lejos?

-Ahora nos vienen los cinco partidos de nuestras vidas. Ha sido un año muy difícil. La plantilla ha sufrido numerosos cambios y llevamos tres entrenadores en menos de un año. Es la primera vez en mi carrera profesional que me sucede algo así. Con tanta variación, es complicado encontrar una estabilidad. Hay que creer en este proyecto, pero nos va a costar mucho sudor conseguir la permanencia. Somos profesionales y debemos seguir trabajando. No podemos pensar más allá del partido ante el Laboral Kutxa.

En Vitoria también está siendo una campaña ‘movidita’ y con varias reconstrucciones sobre la marcha. ¿Cómo ve al Baskonia?

-La verdad es que al principio le vi flojo con muchos jugadores nuevos a los que debía acoplar. Recuerdo perfectamente que durante los últimos años siempre ha sido un equipo con carácter. Tenía una mezcla perfecta de juventud y veteranía. Al principio de la campaña no funcionó y no me gustaba como conjunto con Crespi, varios jugadores americanos y otros fuera de España, pero ahora está siendo más fiel a sí mismo. Siempre he admirado al Baskonia porque es un club con un carácter especial. Cuenta con dos bases que son los jugadores que más tiran y anotan, algo atípico en la ACB. Esto no es habitual en España, sino en otros países como Turquía, Rusia o Italia. Entiendo esta filosofía, pero no se si le ayudará a conseguir éxitos. Para mí, sigue siendo un grande. Me gustan mucho los sistemas de Ibon Navarro. Es un entrenador joven, pero de primer nivel y con ideas novedosas. Será un partido muy difícil para nosotros.

Ha desarrollado casi toda su carrera en el País Vasco. ¿Le queda la espina clavada de no haber jugado nunca en Vitoria?

-Por descontado, sí. Hace muchos años cuando estaba en Donosti ya dije en varias ocasiones que me gustaría jugar una vez en el Caja Laboral o el TAU. Me encanta Euskadi, sus características, el fuerte carácter de la gente y la forma en que se vive allí.

¿Ha estado alguna vez cerca de vestir la elástica azulgrana?

-No lo sé, aunque es posible hace tres o cuatro años. Eso es un tema de mis agentes. Es un club de Euroliga, conozco a Josean Querejeta, Alfredo Salazar y a gente que trabaja allí. Al final nunca se ha concretado el interés mutuo de ambas partes.

En el Buesa Arena ha sido aplaudido en más de una ocasión. ¿Es algo que le reconforta?

-Sí, claro que sí. Es un orgullo para mí que me respeten como jugador. Yo soy un chico normal, trabajador y con carácter. Posiblemente, son virtudes que el público de Vitoria quiere para cualquier fichaje nuevo que llega al Baskonia.

La última es obvia. ¿Cuándo pretende cortarse la coleta?

-No lo sé ni me marco una fecha. Voy año a año. Lo único que tengo claro es que quiero seguir jugando la temporada que viene. Física y mentalmente me encuentro perfectamente. No tengo ningún problema. Me gusta afrontar el desafío de competir todos los días contra los chicos jóvenes y ante los mejores equipos. De momento, lo estoy consiguiendo. Veré tranquilamente qué me depara el futuro tras esta temporada, pero creo que todavía me queda cuerda para continuar un tiempo más. Me retiraré cuando ya no disfrute jugando al baloncesto y ese no es mi caso. Todavía no estoy preparado para quitarme de en medio.