vitoria - El pasado mercado estival se convirtió en uno de los fichajes de mayor impacto en la Euroliga. Conscientes de su frustración tras un trienio negro en la NBA y de su intención de regresar a este lado del Atlántico, muchos grandes se pelearon por sus servicios. A Jan Vesely, como a otros muchos profesionales de la canasta, quien le sedujo a última hora fue Zeljko Obradovic a la hora de que estampara su firma con el Fenerbahce. Necesitado de un nuevo padre deportivo que cogiera el testigo de Dusko Vujosevic -el técnico que le catapultó a la fama durante su exitosa etapa en el Partizan- y recondujera su carrera a sus 24 años, el gigante checo volvió a ponerse a las órdenes de una mítica figura de la vieja escuela balcánica con el fin de recuperar el tiempo perdido.

Convertido en una de las puntas de lanza del conjunto turco, la decisión de unir su destino al ocho veces ganador de la Euroliga ha resultado un acierto incuestionable. Los vuelos, mates y tapones de Vesely, un portento atlético elegido en primera ronda del draft de 2011 por los Wizards, permiten evocar ya a aquel soberbio jugador que hizo rugir en infinidad de ocasiones a la marabunta del Pionir y que, entre otros, tenía maravillado a Alfredo Salazar. Y es que en la temporada 2009-10 lideró a un humilde como el cuadro afincado en Belgrado hacia la Final a Cuatro de París.

Por entonces era un alero muy delgado que no había completado su proceso de formación y necesitaba fortalecer su cuerpo. Por juventud, calidad y unas condiciones físicas únicas, era carne de NBA. Y, tras ser escogido con el número 6 por la franquicia de Washington, Vesely hizo realidad el sueño de cualquier adolescente. En cambio, su periplo estadounidense constituyó un fiasco. Como sucede con muchos europeos que cruzan el charco, el talento nacido en Ostrava no sólo calentó banquillo durante sus 162 partidos sino que incluso vio cómo Ray Allen, siendo integrante de los Celtics, le acusaba de no saber jugar a baloncesto tras pisar su tobillo y sufrir un esguince.

Nacido en una familia de deportistas, la ausencia de un equipo de voleibol de élite -el deporte que practicaba su madre- en su localidad natal facilitó su decisión de seguir los pasos de su padre. Conocida también es su afición al fútbol y su fervor por el Chelsea, donde milita su compatriota Peter Cech. Reciclado a interior por Obradovic, pocos jugadores como él son capaces de alternar las posiciones de tres, cuatro y cinco. Junto a Nemanja Bjelica, el checo de 211 centímetros conforma una atípica pareja bajo los aros que causa estragos por su movilidad, agilidad y dinamismo. Adolecen de kilos y músculo, pero su bagaje en cuanto a puntos y especialmente rebotes es sensiblemente superior al del pívot más dominante que pueda haber en la Euroliga.