El Baskonia vivió ayer una trágica noche en Milán que tardará mucho tiempo en olvidar. Más allá de que conservó a duras penas el average ante el Armani, la única noticia positiva que rescató fue, a muchos kilómetros de distancia, la victoria del Olympiacos ante el Efes que le mantiene todavía vivo en la pelea por el Top 8 de la Euroliga. Todo lo demás fueron desgracias descorazonadoras y golpes bajos que amenazan con condicionar lo que resta de temporada. Tras quince pletóricos minutos iniciales, la tropa alavesa se difuminó por completo en el Mediolanum Forum y consintió la resurrección de un anfitrión italiano que estaba contra las cuerdas. Se adentró en un agujero negro y, desbordado por la inmensa clase de Gentile, terminó atropellado y rebasado en todos los frentes.

Con todo, la derrota en tierras lombardas no será lo peor que traerá hoy en el equipaje de vuelta de tierras lombardas. Davis Bertans fue un visto y no visto con una desgraciada lesión en el minuto 3 en la misma rodilla que ya le ha llevado por la calle de la amargura durante su carrera deportiva. De forma fortuita, un mal gesto a la hora de realizar una penetración acabó con la articulación seriamente lastimada. Las primeras noticias fueron desalentadoras: rotura del cruzado y, si se confirma, más de medio año de baja. Con el letón fuera de combate y Hansbrough recién salido de una lesión, se le vino encima el mundo al Laboral Kutxa.

Al estrepitoso hundimiento no se le pueden buscar excusas de ningún tipo. Ni el cansancio ni la falta de efectivos ni nada por el estilo pueden justificar una caída en barrena como la protagonizada por el Baskonia, tibio, apocado, sin respuestas y un juguete roto en manos de los excelsos anotadores locales encabezados por Gentile y, en menor medida, Brooks. Fue incapaz de administrar su cómoda renta (26-41), perdió el rigor en todas las facetas, se olvidó de defender y encajó una ristra incesante de golpes. Invitó a que le lloviera un diluvio universal en forma de triples, contragolpes y canastas bajo los tableros del fornido jamaicano Samuels. Un auténtico descenso a los infiernos para el que no hubo antídotos.

Las embestidas transalpinas fueron mortales de necesidad y salió a flote la debilidad mental de un colectivo que desperdició una ocasión inmejorable para dar un paso de gigante hacia la cúspide continental. Como sucedió hace semanas ante el Nizhny, el Baskonia se vio arrastrado por la inercia negativa de carecer de un plan B. Cuando el partido requería algo de temple y sangre fría para domar a un rival vulnerable, el conjunto alavés volvió a escoger la opción del desenfreno, las elevadas revoluciones y el gatillo fácil. Para colmo de males, la abrumadora desventaja física azulgrana en los emparejamientos ante Gentile y Hackett hizo el resto.

La velada no pudo tener un inicio más traumático. Cuando sólo habían transcurrido tres minutos, la rodilla derecha de Bertans quedó seriamente dañada en una penetración viéndose obligado a abandonar la pista del Mediolanum Forum entre ostensibles gestos de dolor. El Baskonia se repuso, eso sí, de forma magnífica al terrible mazazo que supuso la pérdida del letón y, lejos de acusar la ausencia de una pieza tan vital de su engranaje, metió la directa hacia la victoria con unos minutos superlativos en los dos aros.

Se disparó el conjunto vitoriano hasta un prometedor 26-41 con una facilidad impensable. En ese cuarto de hora, enhebró un baloncesto de alta costura que desmontó a un tierno Armani, un conglomerado de excelentes individuales pero sin un átomo de sangre. Se sintió en un salsa un Laboral Kutxa que marcó la pauta con la eficiencia que le caracteriza a base de solvencia reboteadora, transiciones rápidas, puntería exterior, dureza atrás y la hegemonía interior de Begic. Fue, a la postre, un triste espejismo. Un contragolpe sencillo desperdiciado por Causeur y un parcial de 11-0 constituyeron el principio del fin. El cuadro italiano, renacido de la mano de Gentile, se convirtió en un ciclón hasta meterse de lleno en la pelea por los cuartos de final.

Caída en picado. El Baskonia firmó quince pletóricos minutos iniciales (26-41), pero se derrumbó sin paliativos a partir de ese momento. Fue incapaz de administrar su cómoda ventaja y perdió el rigor en los dos aros.

Talentoso Gentile. El exterior italiano justificó las razones de su inminente desembarco en los Rockets de la NBA. Causeur, mucho más pequeño y sin argumentos, vivió un calvario para frenarle en corto. En realidad, la defensa azulgrana fue un coladero tras el intermedio.

Cansancio y pocos efectivos. Con Bertans fuera de combate y Hansbrough recién salido de una lesión, el Laboral Kutxa perdió con nitidez la batalla física ante un talentoso anfitrión italiano.

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Caída en picado. Le costó más de la cuenta pedir un tiempo muerto cuando el Baskonia sufrió el desvanecimiento en la recta final del segundo cuarto con un parcial desfavorable de 11-0. Otro partido que se marcha por el sumidero ante la falta de sangre fría para administrar una buena renta en el marcador, en este caso 15 puntos, y una absoluta falta de reacción para detener el desplome.

Engordó su estadística en los minutos de la basura. Venía de atravesar un importante bache anímico y de juego, pero esta vez dio señales de vida en varias fases del encuentro.