vitoria - Ha pasado excesivo tiempo desde que el Baskonia ocupó momentaneamente por última vez posición dentro del Top 8 en la Euroliga. Concretamente, la friolera de catorce meses. Toda una eternidad que este jueves puede llegar a su fin. En la pasada edición bajo la dirección de Sergio Scariolo, inició esta segunda fase con un triunfo en Málaga (79-93) el 2 de enero de 2014 que se las prometió muy felices. Craso error. Aquella exhibición liderada por Andrés Nocioni (20 puntos y 9 rebotes) fue el preludio de un sinfín de derrotas hirientes y numerosos ejercicios de impotencia consecutivos que cercenaron a las primeras de cambio la posibilidad de realizar algo grande.

No había materia prima ni calidad para sorprender a los grandes, pero una cosa era acatar esa inferioridad palpable ante los ojos de cualquiera y otra bien distinta -lo que sucedió, a la postre- arrastrarse por casi todos los recintos de la Euroliga sin un átomo de ambición y entusiasmo. Fue un lento y pesado peregrinaje que, pese a algún bello capítulo como el protagonizado en el OAKA, dejó un pésimo regusto por la bajada de brazos en cada comparecencia. Algo en lo que contribuyó de forma decisiva el técnico italiano, abanderado de un discurso victimista e incapaz de inocular el imprescindible hambre en el plantel quedando herido de muerte ante Josean Querejeta, que en verano cortaría por lo sano.

Esta vez todo está siendo diferente pese a las dudas que generaron los dos traspiés iniciales ante el Efes y el CSKA. Tras sortear la eliminación en la primera fase merced al providencial cambio de rumbo en el banquillo, el Baskonia se está mostrando altamente competitivo, cree firmemente en sus posibilidades pese a no disponer de nombres rutilantes en comparación con otros favoritos al reinado continental y amenaza con dar guerra hasta el último suspiro. No ha habido una velada en la que no haya obligado a exprimirse a todos sus adversarios y ello le concede mucho crédito a la hora de recuperar su lugar entre los ocho mejores de la competición cuando apenas restan cinco semanas para el desenlace del Top 16.

Agradecido por el triple de Ryan Toolson que le ha devuelto la vida, el Laboral Kutxa se halla ante las puertas de una jornada determinante para su porvenir. El asalto a la cuarta posición no puede ni debe demorarse porque, a priori, encara una salida asequible ante un Nizhny que totaliza ya seis derrotas en su pista en la presente Euroliga (Anadolu Efes, Zalgiris, Real Madrid, Fenerbahce, Olympiacos y Emporio Armani) y su rival directo tiene una misión casi imposible en Moscú. De consumarse la victoria en el CEC Nagorny y la derrota del Efes ante el todopoderoso CSKA, los alaveses retornarían de forma provisional a posiciones de Top 8 más de un año y tres meses después y allanarían el áspero camino hacia un éxito de muchísimo calado. En estos difíciles tiempos donde maneja un presupuesto limitado y está viendo cómo otros colosos del Viejo Continente siguen inmersos en una frenética espiral de fichajes, alcanzar los cuartos de final de la Euroliga supondría una magnífica e inesperada noticia.

Hacer cábalas a estas alturas resulta cuando menos arriesgado, pero soñar con la consecución de dicho objetivo no es ninguna utopía si uno observa el calendario infernal que le aguarda al Efes. Además de su visita al Universal Sports Hall, los cerveceros se medirán a domicilio al Olympiacos y Fenerbahce. Parece harto complicado que rasquen algo más que las dos victorias de casa ante el Nizhny y el Armani. De recaudar únicamente dicho botín y dado que el average particular con los turcos le es desfavorable, el Baskonia sabe que deberá sumar sí o sí tres triunfos en las cinco jornadas restantes. Algo que no es descabellado si se tiene en cuenta que los dos partidos de la máxima dificultad serán en el Buesa Arena (Olympiacos y Fenerbahce) y que las tres salidas se producirán ante tres conjuntos que sólo opondrán el orgullo (Nizhny, Armani y Unicaja).