Vitoria - Estaban a punto de cumplirse las 23.00 horas del jueves 13 de noviembre del año pasado cuando el Baskonia, a través de su team manager, Félix Fernández, confirmó que se hacía cargo del equipo tras la fulminante destitución de Marco Crespi. Minutos antes, el entrenador varesino -discutido por las altas esferas y en el punto de mira desde el inicio de la temporada- había terminado por cavar su tumba tras una hiriente derrota (66-86) ante el Estrella Roja que comprometía hasta límites insospechados la clasificación hacia el Top 16. Al no arrojarse en aquel momento luz sobre el rumbo que tomaría el banquillo para el futuro mediante todo tipo de evasivas, todo hacía indicar que Ibon Navarro asumiría de forma temporal las riendas azulgranas en espera de que Josean Querejeta cristalizara las negociaciones con algún primer espada que estuviese libre.

Pues bien, la competición transcurre a ritmo de vértigo y el Laboral Kutxa cumple hoy los cien primeros días bajo la batuta del joven vitoriano, al que las estrecheces económicas del club y también la negativa de otros colegas han permitido hacer realidad el sueño de dirigir al conjunto de su ciudad. Oportunidades de este calibre no aparecen todos los días en la vida y, a sus 38 años, Navarro se ha subido convencido a un tren con el fin de iniciar una prolífica carrera en los banquillos. Pese a no haber recibido ningún espaldarazo en público por parte del presidente en todo este tiempo y verse reafirmado en el cargo tan solo con el aterrizaje de un ayudante (Jota Cuspinera) a las pocas semanas de su promoción, su trabajo debe valorarse positivamente desde todos los puntos de vista.

Pocos discuten ya la idoneidad del drástico cambio de rumbo emprendido para el banquillo que ha ayudado a obrar la reacción tanto en la ACB como en la Euroliga. Pocos, por no decir nadie, conocen mejor que Navarro la nueva realidad de un club que ya no puede vivir la época de vacas gordas de antaño. Posiblemente haya sido el primero en exteriorizar un mensaje claro, barnizado de realismo y modestia, que se ha echado de menos por parte de la cúpula de Zurbano. Mejor trasladar el discurso sincero de que los títulos o el billete para la Final Four son una quimera que vender falsas expectativas como han hecho los rectores de la entidad. Con serias limitaciones económicas, el Baskonia no puede mirar hoy en día de tú a tú a todos los colosos continentales, pero sí está en condiciones de seguir liderando el pelotón de los humanos con un baloncesto dinámico y alegre que enganche de nuevo a un aficionado desencantado por la deriva de los últimos tiempos. Y de esto último el culpable ha sido Navarro.

Entrenador y psicólogo Con él al mando, el equipo ha ganado quince de veintisiete partidos, pero por encima de todo describe una clara línea ascendente y vuelve a lucir ese gen competitivo del que no estaba haciendo gala. Ayudado por la acertada reconstrucción navideña y una plantilla dotada de innumerables recursos, especialmente ofensivos, el vitoriano ha conseguido inocular otra mentalidad y levantar el ánimo de un grupo cuya confianza estaba por los suelos.

El Baskonia se distingue ahora por saber a lo que juega y es fiel a un patrón de lo más atractivo que le lleva a superar la centena de puntos en muchos partidos. Algunos integrantes, léase los galos Causeur y Tillie, se han revalorizado gracias a él, sin los métodos castrenses del clásico sargento de hierro pero con las imprescindibles dotes de psicólogo para mejorar el estado anímico de jugadores que, posiblemente, agradezcan más una palmada en la espalda que un chillido de recriminación. Durante su etapa como ayudante, Navarro ha convivido con entrenadores de distinto perfil (Ivanovic, Spahija, Perasovic, Olmos o Scariolo) que le han ayudado a curtirse y construir una personalidad marcada.

Como cualquier otro técnico, su continuidad más allá del próximo mes de junio estará supeditada a los resultados deportivos y el feeling personal de un Josean Querejeta que en el pasado ya ha tomado más de una decisión impopular. El Baskonia, demasiado retrasado a estas alturas en la fase regular, debe superar sí o sí el primer cruce del play off por el título. De cumplir este objetivo, habrá sentado las bases para ganarse la confianza del máximo dirigente azulgrana e iniciar con buenas perspectivas un próximo proyecto en el que, eso sí, serán imprescindibles algunos retoques con el fin de dar un salto de calidad en todos los frentes. Si no recibe el voto de confianza para trabajar en Vitoria, ya permanece atento a su situación algún club de prestigio en el que dejó una grata impresión cuando desempeñaba la función de segundo entrenador.

ACB (9-6). Victorias ante el Gipuzkoa (79-62), Iberostar (84-74), Fuenlabrada (77-71), Sevilla (100-60), Estudiantes (94-59), Rio Natura (85-77), Barcelona (103-94), Gran Canaria (109-70) y Manresa (64-71). Derrotas frente al Joventut (83-82), Valencia (85-70), Murcia (93-88), CAI (105-94), Madrid (75-74) y Unicaja (76-74) .

Euroliga (6-6). Ha ganado a Olympiacos (89-70), Galatasaray (82-89), Valencia (93-89), Nizhny (81-74), Armani (102-83) y Unicaja (79-74). Derrotas con Neptunas (80-79), E. Roja (90-82), Efes (67-72), CSKA (99-90), Olympiacos (76-64) y Fenerbahce (91-90).