VITORIA - La primera victoria a domicilio de la temporada en la ACB no puede demorarse ni un día más. Hoy es la fecha señalada para, de una vez por todas, romper el mal fario que retiene todavía al Baskonia en una posición discreta en la tabla clasificatoria. Tras nueve derrotas consecutivas, ha llegado la hora de inaugurar el casillero en el siempre bullicioso Nou Congost de Manresa, a priori uno de los lugares propicios para quebrar una nefasta racha, liberarse mentalmente y acabar con una pesadilla que se prolonga desde hace demasiado tiempo.

Con la visita a la ruidosa pista del Bagés, donde ya ha sufrido más de un sobresalto y debería erradicarse cualquier síntoma de relajación, el Laboral Kutxa inicia una fase amable del calendario que debe conducirle en primera instancia a consolidar su ubición dentro del play off y, más a largo plazo, poner en aprietos a algunos rivales que le preceden como el Valencia, el Joventut o incluso el Bilbao Basket. Aunque es un objetivo harto complejo habida cuenta del amplio terreno concedido, todavía queda margen de tiempo para finalizar la fase regular en un lugar más favorable que propicie un benigno enfrentamiento inicial en las series finales por el título.

Los alaveses aterrizan en tierras catalanas en las mejores condiciones posibles: su moral se halla por las nubes tras el laborioso éxito ante el Unicaja que prolonga sus esperanzas continentales, su juego describe una marcada línea ascendente, su pegada en ataque es demoledora para desfigurar el rostro a cualquiera, tiene un estilo definido para minar la moral del adversario y la plantilla se encuentra en buenas condiciones físicas con excepción del renqueante Mirza Begic, reservado ante los andaluces por su golpe en la rodilla pero que en principio debería vestirse esta tarde de corto tras integrar ayer la expedición con destino a Manresa.

La nueva piedra de toque catalana, inmersa en la cruenta pelea por la salvación con el Gipuzkoa Basket, el Andorra, el Sevilla y el Fuenlabrada, parece propicia para, esta vez sí, dejar atrás los fantasmas que persiguen a la formación vitoriana en los desplazamientos. Pese a estar dirigido desde el banquillo por uno de los técnicos más reputados del panorama estatal, la Bruixa d’Or transita por la ACB con los apuros derivados de sus estrecheces económicas y su modesta capacidad adquisitiva. Pedro Martínez, al que algunos ya colocan al frente del Valencia Basket de cara al próximo ejercicio, no va sobrado de talento en ninguna demarcación y atesora una plantilla más bien justita a la que trata de extraer hasta el último jugo de rendimiento.

Las estadísticas confirman que su mayor amenaza es el croata Zeljko Sakic, con promedios de 11 puntos y 5 rebotes por partido. En espera de que el exazulgrana Giuseppe Poeta vaya cogiendo el tono físico ideal tras su reaparición de la pasada semana en Miribilla, también se nutre la Bruixa d’Or del oficio del incombustible Roger Grimau, la fuerza de Isaac Fotu -un interior neozelandés cedido por el CAI- y los fogonazos en la dirección a cargo de Davin White. Argumentos a todas luces insuficientes si se comparan con el incuestionable potencial de un pujante Baskonia que llama a la puerta de objetivos ambiciosos y no puede permitirse otra recaída lejos del Buesa Arena en la guarida de un humilde de la Liga Endesa.