Vitoria - Para lo bueno y para lo malo, ambos son así. Francotiradores de primer nivel desde más allá de los 6,75 metros que sin embargo, quizá por falta de madurez o experiencia, acaban perdiendo el control de sus acciones cuando la lectura del partido exige otra selección de tiro. Quizá una penetración más cómoda a la bombilla, quizá un tiro de dos, quizá... Sin embargo, su opción natural ayer fue parapetarse de nuevo desde la línea de tres puntos y probar la heroica cuando Baskonia perdía de uno y apenas restaban 13 segundos en el marcador. Se decidió que fuera Mike James el protagonista de ese balón que quemaba -“era su tiro”, recordaría después sin ningún reproche su entrenador, Ibon Navarro- y el resultado sirvió de lección. Tanto para él como para compañeros de fatigas como Bertans, otro cañonero de lujo que ayer simultaneó lanzamientos estratosféricos con castañas impropias de su nivel. Se marchó el letón del Ulker Sports Arena con 14 puntos, un pobre balance en tiros de dos (1/10) y un aceptable 4/9 en triples que pudo haber mejorado de serenar su juego y calmado ese instinto natural que muchas veces, como ayer, le llevan a tomar muy malas decisiones de tiro. Otro tanto de esto mismo le ocurrió a James, un base en permanente estado de excitación al que también Ibon Navarro deberá moldear en el futuro aras de cambiar su volcánica mentalidad. Urgen mentes frías como el acero para momentos calientes como el de ayer, donde por dos veces tuvieron los vitorianos la victoria en su mano. Quizá faltó ahí un punto de experiencia.

Tanto Bertans como James son la prueba irrefutable de que el actual Laboral Kutxa es un equipo que vive del triple -ayer anotó 12 de 30, un 40%-, con los riesgos que ello conlleva y el peligro que su pasado más reciente confirma. Y es que cuando las cosas no salen en ataque, como ocurrió ayer o el día del Olympiacos, la consecuencia es que el equipo sufre, y mucho, en defensa. Sobre todo si del quinteto en cuestión desaparecen figuras como la de Colton Iverson, el fornido poste americano que cada jornada continúa reafirmándose como una de las sensaciones de la temporada.

Un coloso que ayer ayudó a contener las ordas turcas cuando su compañero de pintura, Begic, flaqueaba ante el poderío de Vesely, que en más de un momento intimidó al esloveno en las cercanías del aro con acciones espectaculares. Esa falta de dureza, unido a los desajustes defensivos y las malas, y precipitadas, selecciones de tiro fueron las que llevaron a mediados del tercer cuarto al adinerado Fenerbahce a estirar la diferencia hasta los quince puntos (63-48), un escenario que por momentos hizo temer lo peor. Sin embargo, ahí emergió de nuevo el carácter y la experiencia de San Emeterio, que con sus 3 de 5 en triples en este cuarto metió de nuevo al equipo en la pomada. Sorprendentemente después de esta actuación, Ibon Navarro no quiso concederle los minutos calientes del partido donde el Baskonia a punto estuvo de dar la campanada.

Mike James. Desde su llegada a Vitoria, el base del Baskonia es un asiduo de los partidos del Araski. En compañía del araberrista Jonathan Blount, suele acudir a Mendizorroza porque conoce desde hace tiempo a Rosetta Adzasu. Ambos comparten agente.