vitoria - Enrique Doval López de Munain (Vitoria, 55 años) es profesor de secundaria en el Colegio San Viator y tiene además el titulo de Entrenador Superior de Baloncesto. Fue delegado del Baskonia en la temporada 77/78 y durante más de una década entrenador de varios equipos del centro.

¿Cómo, cuándo y de dónde le viene su afición por el baloncesto?

-Una enfermedad en mi infancia, poliomielitis en la pierna izquierda, me impedía jugar en plan serio al basket aunque sí disfrutaba de pachangas y torneos en el Estadio con mis amigos. Sin embargo esto no fue óbice para ser desde muy pequeño un gran aficionado y entusiasmado por el basket del colegio San Viator donde he estudiado y donde actualmente ejerzo de profesor.

¿En que momento se dio cuenta de que algo que podía ser un pasatiempo, una actividad extraescolar, podía convertirse en algo más importante?

-Empecé como delegado de un equipo infantil que tomó Juan Pinedo una vez puso el punto y final a aquel exitoso equipo de los Garayalde, Cengotita, Salinas... Este equipo en edad juvenil (ahora categoría cadete) quedó subcampeón de España de los juegos escolares y quinto en el Campeonato de España juvenil federado. Y eso que era de primer año. En el equipo destacaban Alberto Ortega, Fernando Díaz, Víctor Garayalde? Esa época me sirvió para además de aumentar mi afición y conocimientos de baloncesto, para iniciar una fuerte y duradera amistad con Juan Pinedo, a quien considero mi principal maestro. Fui asistiendo a los cursos de todos los niveles hasta que en 1982 obtuve el título de Entrenador Superior de Baloncesto. Debido a mi curriculum con equipos inferiores y a mi preparación, la directiva del Club San Viator me encomendó hacerme cargo del equipo de Tercera División y posteriormente del de Segunda.

De San Viator pasó al Baskonia mediada la década de los 70. ¿Qué significo ese salto al equipo azulgrana?

-Al final de la temporada 76/77, Pepe Laso dejó el Baskonia como entrenador y nombraron sustituto a Juan Pinedo. Había acabado la Liga y faltaba la Copa. Juan empezó en el torneo copero a ejercer de primer entrenador y me llevó de delegado de equipo. El salto a un equipo de Primera División con aquellos 18 años que tenía entonces fue una experiencia increíble e inolvidable. Continué durante la temporada siguiente y entonces me di cuenta de que el baloncesto se había convertido en una parte muy importante de mi vida. Esa misma temporada ya empecé a entrenar en San Viator a un equipo infantil compaginándolo con mi labor de delegado baskonista. Pero al acabar esa temporada, José Luis Sánchez Erauskin, Santxon, dimitió de presidente y Juan Pinedo y yo salimos del club.

¿Cuáles eran sus funciones entonces?

-Era el delegado del equipo y en aquella época tenía que hacer de todo, desde organizar los viajes y los hoteles hasta vendar a los jugadores, llevar las estadísticas de los partidos, concretar las reuniones...

¿Qué se encontró en la máxima categoría?

-En aquella época había una gran desigualdad en la Liga. Real Madrid, Barcelona y Joventut luchaban por el título y el resto jugaba para salvar la categoría y siempre con apuros económicos.

¿Cómo era aquel Baskonia?

-Un equipo con mezcla de veteranía y juventud. Destacaban Josean Querejeta, Kepa Segurola y Carlos Luquero. El americano Doyle era muy bueno técnicamente pero le faltaba físico y espíritu de lucha.

¿El mejor recuerdo?

-Cuando conseguimos salvar la categoría y el estar a pie de pista en todos los campos y partidos. No se ve igual el baloncesto desde el banquillo que desde la grada, eso lo puedo garantizar. También viví el cambio de la V de Vasconia por la B posterior en el nombre del equipo, y el ambiente político y reivindicativo que se creaba en el pabellón durante los partidos. Entonces estábamos en plena Transición hacia la democracia...

A nivel de juego ¿qué jugadores destacaría de aquellos años en la Liga?

-Me sorprendió e impactó, por ejemplo, Carlos Luquero, que si hubiera gozado de las normas actuales como la del triple hubiera roto las estadísticas. También me quedo con Alberto Ortega, que siendo júnior ya destacaba entre los veteranos. Del resto de equipos resulta imposible no recordar a Cougran o Corbalán en el Real Madrid, Epi y Sibilio en el Barça, o Santillana y Zoran Slavnic en el Joventut.

¿Cómo afrontaba el Baskonia medirse a los clubes más grandes ante los que habitualmente se caía por grandes diferencias?

-Ante esos equipos ibas a intentar competir pero sin muchas esperanzas. Esa temporada perdimos en Mendizorroza con el Barcelona de un punto tras una polémica decisión arbitral. Pero para hacerse una idea, cuando jugábamos contra el Real Madrid en su cancha, viajábamos el mismo día llegando dos horas antes al partido. ¿Como ahora, no? (risas).

¿Y el ambiente del viejo Mendi?

-Era muy bueno cuando jugábamos contra los grandes. El resto de los partidos, pues medias entradas... Aquella temporada el objetivo del club era llegar a los mil socios así que compara con lo de ahora.

Tal como comenta, compaginó su cargo de delegado en el Baskonia entrenando al equipo infantil del San Viator, un colegio que vivía su edad dorada en el baloncesto con equipos que fueron creciendo juntos desde minibasket hasta la Segunda División Nacional ¿Cómo vivió aquella época?

-La verdad es que en aquellos tiempos el dominio del baloncesto alavés era del San Viator, incluso a nivel de Euskadi. En la temporada 79/80, con el equipo juvenil (actual cadetes) quedamos campeones de Euskadi y fuimos séptimos en la fase final Nacional celebrada en Alicante. Más tarde dirigí junto a Alberto Díaz, que era otro entrenador del centro, al equipo juvenil donde estaban Pablo Laso, Gorka Rodríguez y otros tantos que luego acabaron jugando en el equipo de Segunda. Con el juvenil quedamos campeones de dos sectores clasificatorios y séptimos en el Campeonato de España que se celebró en Menorca.

¿Qué suponía para el resto de chavales del colegio ver cómo desde el patio de Sanvi había jugadores que acababan jugando en el Baskonia o en otros clubes semiprofesionales?

-La admiración y reconocimiento de los alumnos hacia sus compañeros que jugaban al basket era increíble. Acudían en masa a los partidos importantes y clasificatorios y animaban a tope. Solíamos jugar ese tipo de partidos en Landazuri, donde el ruido y la animación eran infernales.

¿Qué destacaría del paso de San Viator por la Segunda División?

-Era una competición complicada y dura. Había equipos con grandes expectativas de subir como el histórico Peñas de Huesca. El equipo era bastante apañado y contamos con Alberto Ortega media temporada hasta que se tuvo que ir a la mili. Y recuerdo viajar muchísimo, kilómetros y kilómetros en autobús. También nos llegamos a enfrentar a jugadores ilustres y veteranos también como Peio Cambronero, Alocén y un joven Indio Díaz. Nuestro objetivo era foguear a los jugadores que salían de los equipos inferiores del Colegio.

Después de esta experiencia en el baloncesto nacional decidió dejar el banquillo colegial, ¿por qué?

-Bueno, continué ligado a los equipos del colegio hasta que me retiré para dedicarme a mis estudios y trabajar como profesor.

Respecto al trabajo que actualmente se lleva a cabo en los clubes y colegios desde el plano de la formación, ¿cualquier época pasada fue mejor?

-Cualquier época pasada no es ni mejor ni peor, simplemente es diferente. Lo que más me llama la atención en este sentido, por ejemplo, es el increíble ritmo de los partidos y el gran físico de los jugadores. Antes el juego era más pausado y los jugadores grandes eran menos fuertes y ágiles que los de ahora. Pero respondiendo a su pregunta sobre la implicación en la formación, creo que faltan personas con el entusiasmo y dedicación que había en mi época. Soy consciente de que son otros tiempos pero hay una gran falta de motivación e incluso de formación en los jóvenes entrenadores. Falta intensidad en los entrenos, hacen ejercicios complicados a minis y se pasan más tiempo explicándolos que ejercitándolos. Mi teoría es que más vale enseñar cuatro fundamentos bien que no muchos a medias. En nuestra época, todos los entrenadores alaveses hacíamos nuestro baloncesto partiendo de unos conceptos defensivos claros y muy trabajados. Con más disciplina en el ataque y más juego de equipo. Ahora se ven chavales técnicamente muy buenos pero muy limitados en defensa y táctica y estrategia de equipo. El concepto del equipo por encima de la individualidad debería ser lo principal en los equipos de formación.

¿Y los padres, qué papel juegan o debería jugar en este proceso de aprendizaje?

-De mejora continua. Mire, llaman a nuestro hijo a una tecnificación, selección o a un equipo del Baskonia y ya nos pensamos que va para figura del baloncesto, y lo único que hacemos es frustrarnos y frustrar a nuestros hijos consiguiendo que incluso abandonen el baloncesto. Ahora que lo observo desde las gradas me doy cuenta de lo malo que es crearse falsas expectativas e impedir que nuestros hijos jueguen para divertirse y desarrollarse físicamente y como personas. En definitiva, que disfruten con este maravilloso deporte que es el baloncesto.

¿Qué opinión le merece que los dos equipos masculinos y referentes de Vitoria estén dirigidos por técnicos nacidos en Vitoria como Ibon Navarro y Txus Brizuela?

-Me parece muy bien, pero está claro que debido a la profesionalización del baloncesto cada vez es más difícil llegar y sobretodo mantenerse.

Sin olvidar las carreras de otros técnicos como Pablo Laso, Roberto Iñiguez de Heredia y, anteriormente, las de Iñaki Iriarte o Pinedo, ¿se puede considerar que el baloncesto alavés ha sido más propenso a tener buenos entrenadores que jugadores?

-Creo que quitando a Navarro todos los entrenadores con nombre de Vitoria venimos del mismo tronco común. Añua y Pepe Laso crearon escuela con Juan Pinedo e Iñaki Iriarte y el resto como yo, Luis Albéniz, Manu Moreno, José Javier Gómez (Vogli), Alberto Díaz, Pablo Laso, Roberto Iñiguez y alguno más que me dejo seguro aprendimos de los anteriormente citados. Me acuerdo que Pepe Laso nos solía convocar a los entrenadores de cantera a unas reuniones los domingos a la tarde donde nos explicaba los nuevos avances técnicos y tácticos que él adquiría en sus viajes a USA y de su amigo y seleccionador Díaz Miguel. También Juan Pinedo compartía con los entrenadores del colegio sus experiencias como seleccionador juvenil. Y luego nosotros, dentro de nuestras posibilidades, poníamos en práctica lo aprendido allí. La verdad era que trabajábamos muchísimo con nuestros equipos y los jugadores se sacrificaban al máximo. Y todos por amor al arte, ya que entonces no se cobraba nada.