Vitoria - Las esperanzas renacen cuando todo parecía perdido. Paseo militar para agarrarse a un objetivo todavía factible. Hace una semana se divisaba la Copa del Rey como una lejana quimera tras la fea cornada encajada en Murcia y ahora emerge un rayo de esperanza tras una jornada redonda donde los resultados han salido a pedir de boca. Fallaron contra todo pronóstico todos los rivales directos en la encarnizada carrera por integrar el cartel del Gran Canaria Arena en febrero del 2015 y la ecuación perfecta se completó con un triunfo plácido e incontestable ante el Baloncesto Sevilla, uno de esos visitantes idóneos para alimentar la autoestima de cualquier equipo necesitado de alegrías redentoras como el actual Baskonia. Desatado y con el colmillo afilado con el fin de autobrindarse un baño de confianza, el conjunto vitoriano se dio un festín en la primera cita post-Heurtel, de largo la más asequible de las que le tiene reservado un calendario frenético durante las próximas semanas.
El discutido base francés acaba de emigrar a Estambul, pero su sombra estuvo presente en el Buesa Arena ante la centelleante electricidad insuflada por los dos estadounidenses a los que ha recurrido el club vitoriano para una transición compleja. James y Adams, dos clones incontenibles, evidenciaron ser un peligroso arma de doble filo con ese baloncesto rebosante de anarquía con el que no comulgan muchos entrenadores amantes del rigor táctico y la disciplina. Imprevisibles y también algo individualistas, especialmente el flamante fichaje en su estreno ante la parroquia azulgrana, ayer acreditaron su veneno mortífero ante la peor defensa de la ACB. En una jornada donde el viento sopló a favor, ambos yankees propiciaron buenas dosis de espectáculo. La duda estriba en saber cómo responderán en las citas ásperas cuando el rival de turno plantee las pertinentes trampas tácticas.
Por lo demás, ni dio margen para sufrir una inocentada ni se le atragantaron los fastos navideños a un Laboral Kutxa que ajustó la mirilla telescópica para abatir con solvencia a cañonazo limpio, a base de contragolpes y un juego dinámico a un fantasma. Fue un monólogo del minuto 1 al 40 que sirvió para satisfacer un doble objetivo: la consecución de un triunfo indispensable que mantiene vivas las constantes vitales coperas y, sobre todo, la ostensible mejora del average general que puede terminar decantando la balanza hacia uno u otro lado en caso de empates. En cualquier caso, ninguna cábala tendrá sentido si los alaveses sucumben mañana en el Príncipe Felipe de Zaragoza, la madre de todas las batallas para evitar el escarnio de contemplar por televisión el torneo más atractivo de la temporada. La enésima oportunidad para ahuyentar los fantasmas a domicilio y añadir la primera muesca al triste expediente lejos de casa.
Minutos para todos Revivido por los inesperados errores ajenos, el Baskonia decidió acometer por la vía rápida la defunción sevillana. Ni siquiera necesitó entrar a sudar para dejar resuelta la velada y delimitar el territorio. Shengelia fue el primero en abrir el fuego a discreción y aprovechar la pasividad del frágil visitante, que justificó las razones de su precario estado clasificatorio. El georgiano cayó pronto en el anonimato tras su paso por el banquillo, pero entonces comenzó el festival triplista que ensanchó el marcador. A la fiesta se fueron sumando progresivamente todos los peones de Ibon Navarro. La idílica coyuntura precedió la dosificación de esfuerzos ante el carrusel de partidos que se avecinan.
El técnico vitoriano, que premió en el epílogo a Mamadou Diop con sus primeros minutos del ejercicio, buscó con suerte desigual la rehabilitación de las piezas más controvertidas. La inseguridad de Vujacic volvió a salir a la luz con una mala carta de tiro. El esloveno quedó eclipsado hasta en la jornada señalada para que recobrara la confianza extraviada. Parece un escolta perdido para la causa ahora que llegan los grandes desafíos. Con posesiones vertiginosas y una velocidad endiablada, algo que llevan en sus genes los dos directores norteamericanos, el Baskonia regaló espectáculo a sus aficionados. Mucho tiempo después, alcanzó incluso el centenar de puntos tras dos tiros libres de James. Ante un rival con los brazos caídos y que dejó de luchar a las primeras de cambio, quedó rubricado un atracón como en los mejores tiempos que comprime todavía más el centro de la tabla e inunda de esperanzas el inminente desplazamiento a tierras mañas.