vitoria - El éxito de cualquier colectivo siempre reside en la conjunción de cada una de las fuerzas, la idea de que todos aporten su granito de arena y brillen por su ausencia las temibles deserciones que justifiquen los desequilibrios. Es uno de los mandamientos que quiere llevar a la práctica Ibon Navarro desde que lleva las riendas del Baskonia. Como suele enfatizar en cada aparición pública, el técnico vitoriano aspira a sacar el máximo provecho a todos los integrantes de su plantel. Si durante la época más dorada bastaban los fogonazos individuales de las estrellas para salir indemne de cualquiera emboscada, tanto se viene resintiendo el talento en los últimos años que el actual Laboral Kutxa precisa de la suma de todos para no comprometer su estabilidad en la ACB y la Euroliga.

Esta filosofía está grabada a fuego en la cabeza de Navarro, cuyo equitativo reparto de minutos tiene una base sólida y no es fruto de la improvisación. Recuperar a los jugadores más perdidos para la causa durante la triste etapa de Marco Crespi y mantener los galones de los primeros espada se ha convertido en una especie de obsesión del nuevo cuerpo técnico, convencido de que se podía sacar más jugo a jugadores inmersos en una grave pérdida de confianza. Han sido los casos de Fabien Causeur y Kim Tillie, renacidos con la promoción del vitoriano y que han elevado sus prestaciones de forma exponencial.

La transfusión sanguínea del escolta francés es digna de elogio. Tras Thomas Heurtel es, de hecho, el segundo que más tiempo permanece sobre la cancha con cerca de 30 minutos de media. Con otra determinación y hambre ante el aro rival, está eclipsando por completo a un Sasha Vujacic venido a menos tras sus centelleantes primeros pasos. El esloveno es, además de los hermanos Diop, quien menos presencia tiene a las órdenes de Navarro, que no ha dudado incluso en innovar diferentes fórmulas en el perímetro -la apuesta por dos bases o dos treses- antes que recurrir a todo un bicampeón de la NBA huérfano de acierto e instinto asesino.

En la posición de alero, resulta llamativo que Bertans y San Emeterio dispongan prácticamente de idéntico minutaje. Lo positivo para el letón es que su rol puede crecer actuando como falso cuatro en momentos puntuales cuando se trata de abrir el campo y aprovechar su muñeca. El cántabro también ocupó dicha demarcación en el epílogo del áspero duelo ante el Fuenlabrada, aunque no se antoja un recurso que puede gozar de algo de continuidad en los compromisos tan exigentes que aguardarán en el futuro.

En las inmediaciones del aro, tampoco goza algún jugador de la jerarquía suficiente como para erigirse en un pilar indiscutible. Si bien es una tónica habitual que Shengelia e Iverson comiencen los partidos en el cinco inicial, su querencia a cargarse rápidamente de faltas les convierte en carne de banquillo. Incluso no resulta extraño que sus recambios, Tillie y Begic, acaben disputando los minutos calientes merced a su pujanza desde el banco. El galo está insuflando oxígeno con su espíritu de lucha y habilidad para el rebote ofensivo, mientras que el esloveno equilibra el juego azulgrana, llega a las ayudas defensivas y marca territorio en la zona. Quien continúa sin recuperar el primer plano es Ilimane Diop, que tampoco se ha visto excesivamente beneficiado por el cambio de entrenador y apenas cuenta en una temporada que debía ser crucial para consolidar su progresión.