Vitoria - Dicen que las comparaciones son odiosas, pero hay casos sangrantes que obligan a realizar alguna excepción y poner la lupa sobre el rendimiento de dos jugadores que ocupan una misma posición. El Baskonia puede dar buena fe de ello para justificar, en parte, el lavado de cara que está experimentando durante las dos últimas semanas. Todavía debe corroborar en sus actuaciones lejos del Buesa Arena que el cambio de rumbo es una realidad, pero desde luego ya emite esperanzadores signos de recuperación desde el inicio de una nueva era con Ibon Navarro en el banquillo y un providencial movimiento de fichas que, sin ser aireado públicamente, ha supuesto una bendición para todos los estamentos del club.

Las lesiones nunca son bienvenidas, aunque los efectos del paso a la enfermería de Lamont Hamilton y el raudo aterrizaje de Mirza Begic se están dejando sentir con fuerza como uno de los principales motivos del crecimiento azulgrana. Apenas ha necesitado un par de semanas el gigante esloveno para brindar otra estabilidad y consistencia a un juego interior que se encontraba bajo sospecha y en el punto de mira con el estadounidense de cristal como principal epicentro de la ácida crítica.

Aunque todavía no se sabe por cuánto tiempo habida cuenta de su contrato temporal de un mes, el Laboral Kutxa dispone por fin de esa boya interior tan imprescindible en cualquier equipo que facilita la consecución del ansiado equilibrio. Más si se trata de un colectivo ultradependiente del acierto exterior como es el vitoriano esta campaña. Ni el honrado obrero Colton Iverson ni el fajador Ilimane Diop responden a un perfil muy difícil de encontrar en un mercado cada vez más desértico.

Con una torre de 216 centímetros en nómina, perfecta conocedora de los entresijos del juego y sobrada de experiencia en estas lides tras sus siete apariciones y más de un centenar de partidos en la Euroliga, los réditos no se han hecho esperar en los dos aros. No ha precisado Begic de la manida adaptación ni del conocimiento de los sistemas ni de la química con sus compañeros para ofrecer un rendimiento inmediato. Aunque sus números no sean espectaculares, aporta esos intangibles por los que tanto suspira cualquier entrenador y que la estadística no acostumbra a reflejar.

Como sucede con Boban Marjanovic o Tibor Pleiss, la presencia de estos interiores tan espigados casi siempre suma. A diferencia de Hamilton, uno de los mayores fiascos en la política de fichajes del Baskonia y silbado en el Buesa Arena por su alergia a pegarse en la pintura, Begic le ha sentado como anillo al dedo a un conjunto que necesitaba como el comer una pieza que condicionara el baloncesto de los rivales.

FUTURO EN EL AIRE Tal y como demostró en todos sus anteriores destinos profesionales, el balcánico ocupa un espacio enorme en la zona, abre huecos para los tiradores, posee la movilidad suficiente para llegar a las ayudas defensivas -algo vital en una defensa frágil en el uno contra uno como la azulgrana- y, sobre todo, cambia infinidad de tiros cerca del aro merced a una capacidad intimidatoria incuestionable. A ello añade un vital juego de espaldas, virtud en extinción hoy en día entre los hombres altos.

Hamilton, en cambio, nunca se ha distinguido por aportar solidez en dichas facetas. Ni siquiera en su momento de mayor esplendor físico. Además de que los números reflejan con exactitud la realidad, las diferencias entre ambos son ostensibles. Hasta en una jornada obtusa como la vivida el domingo ante el Iberostar, donde apenas firmó dos puntos y recibió muy pocos balones francos para engordar su estadística anotadora, Begic acaba dejando un buen sabor de boca por su generosa ayuda en labores de contención.

A corto plazo, persiste la duda de qué sucederá con el futuro de los dos postes. Como no puede ser de otra forma, el Laboral Kutxa no alberga dudas acerca de la capacidad de uno y otro. El problema reside en buscar la compleja fórmula que le permita deshacerse del neoyorquino y dar continuidad al esloveno sin dañar en exceso el estado de sus arcas.

La convivencia de ambos se antoja inviable en un club que aspira a hacer caja con Thomas Heurtel para cuadrar números. De los posibles ingresos por el base francés, deseado por el Anadolu Efes, pueden derivarse los futuros retoques de una plantilla en la que Perkins y el propio Hamilton se mantienen como los eslabones más débiles. Las limitaciones económicas ya impidieron la temporada pasada a Querejeta retener a un temporero como Milko Bjelica, que lució de lo lindo en la capital alavesa antes de ser tentado por el cuadro cervecero antes del inicio del Top 16.

Mirza Begic. Promedia 5 puntos, 3,5 rebotes y 2 tapones en 17 minutos en sus dos partidos ligueros. En la Euroliga, se va hasta los 10 tantos, 4 rechaces y 3 tapones en 16 minutos.

Lamont Hamilton. 9,8 puntos, 1,8 rebotes y 1,3 tapones en cuatro encuentros en 14 minutos en la ACB. En el torneo continental, firma 4 tantos, 1,8 rechaces y 1 tapón en 15 minutos en otros cuatro duelos.

14,2

Es la diferencia favorable al poste esloveno entre las dos competiciones. Mientras Begic totaliza 24 entre la ACB y la Euroliga, el norteamericano se queda en 9,8. En cuanto a los intangibles, el rendimiento de uno y otro también presenta diferencias ostensibles.